En la regencia de Ernesto P. Uruchurtu,
El Regente de Hierro de los años cincuenta en la Ciudad de México, se consolidó
el modelo de intervención de las autoridades: no tocar a los padrotes, respetar
a los clientes y criminalizar a las mujeres. Y hasta la fecha, La Merced, el
mayor mercado de explotación de mujeres en el continente, es exactamente eso.
Las organizaciones lo saben, y lo saben explotadores y explotadas: ese enorme
negocio está de pie gracias a los funcionarios del gobierno de la ciudad…
VIVIANA
Prostitución en La Merced. Foto:
Cuartoscuro
Ciudad de México, 6 de
diciembre (SinEmbargo).– ¿Qué queda en la mente de una niña vendida medio
centenar de veces al día durante dos meses, a quien se le amenaza de muerte
cada día, a quien se le dice una y otra vez que no es sino una propiedad?
Viviana fue enganchada en el
atrio de la Iglesia de San Marcos, en el pueblo de San Francisco Tecanotla, en
Tlaxcala. La muchacha, entonces de 19 años, promovía una peregrinación
religiosa cuando se le acercó el hombre que la llevaría al infierno.
Los siguientes son dos
dictámenes psicológicos elaborados por peritos a Viviana, integrados en la
causa penal 329/2009 abierta contra el tratante sentenciado Ramón Reyes Pérez y
otros de la que SinEmbargo posee copia. El primero fue elaborado el 3 de
noviembre de 2009. En él se lee:
“Me permito informar que
Viviana presenta afectación psicoemocional, consistente en rasgos de angustia
generalizada, miedo e ideas recurrentes de ser nuevamente agredida en su
persona o familia por parte de alguien relacionado con el presunto responsable
y de llegar a ser privada de su libertad. Además de recuerdos intrusivos
relacionados a los actos de agresión sexual por parte de Ramón Reyes Pérez.
También observa bajo nivel de energía.
“Por otra parte, se observan
rasgos depresivos y pérdida de seguridad e independencia. Además de alteración
en su ciclo de dormir (insomnio) y de la alimentación (pérdida de apetito).
Observa conductas de aislamiento y de hipervigilancia como resultado de las
amenazas constantes del presunto responsable. La sintomatología anteriormente
descrita se encuentra asociada a un trastorno de estrás postraumático
característico en víctimas de delito violento”.
El segundo diagnóstico fue
realizado dos días después por una especialista diferente:
“Se detectan alteraciones
psicológicas que sustentan una sintomatología atribuible a agresión sexual:
miedo, coraje e impotencia, sensación de asco y suciedad, temor a haber sido
contagiada, sentimientos de inseguridad y vulnerabilidad, estigmatización,
alteración de sus hábitos de sueño y alimentación y depresión (…) se acentuaron
estas características para que asumiera un rol de sumisión y obediencia,
generando que fuera fácilmente manipulable y vulnerable”.
Pérez Reyes, en aquel momento
de sólo 21 años de edad, es un proxeneta de Tenancingo, Tlaxcala, al igual que
el resto de su familia, incluida su madre, Toribia Reyes Guzmán, quien
facilitaba su casa para que ahí permanecieran las “novias” de su hijo durante
los primeros días del rapto, en los días previos a que se les llevara a las
zonas de explotación. Toribia sabía exactamente lo que ocurría. Las mujeres
relacionadas con la trata, desde el lado de quien explota, suelen cuidar en
calidad de rehenes a los hijos que las esclavas procrean con los padrotes.
–¡Te estoy diciendo que te
bajes, hija de tu puta madre! –ordenó Reyes a Viviana cuando estacionó su
Pontiac deportivo de color azul frente a su enorme casa de San Miguel
Tenancingo–. Es mi novia –se dirigió el padrote a su madre, Toribia.
–¡No es cierto! –gimió la
muchacha.
–Así como entraste, nunca vas
a salir –dijo la vieja a la niña.
Algunas de las mujeres en las
familias de los proxenetas fueron antes prostituidas por los padres de los
“chulos”, quienes enseñaron las destrezas de cacería de mujeres a sus hijos.
Con el tiempo, algunas de las
mujeres explotadas logran convertirse en la única mujer del “cinturita”. Otras
pocas salen de las calles y recuperan sus vidas.
Viviana permaneció en La
Merced, en el centro de la Ciudad de México, únicamente dos meses.
Muchas más se quedan en el
infierno para siempre.
* * *
LEGENDARIO
México ocupa el quinto lugar
en América Latina como país de origen de la trata de personas y el sitio número
28 a nivel mundial, según información de la Organización Internacional para las
Migraciones capítulo México. México posee una clasificación “alta” como país de
origen de la trata de personas, seguido, en América Latina, de Brasil,
Colombia, Guatemala y República Dominicana.
La Comisión Nacional de los
Derechos Humanos estima la explotación sexual de 70 mil niños y niñas. Hace 10
años, el cálculo no sobrepasaba las 20 mil víctimas infantiles. ¿Cuántas
adultas son? Nadie lo sabe. El marco jurídico laxo, la apatía de las
autoridades y la intervención del crimen organizado han permitido la
prosperidad de esa empresa.
Actualmente, en 13 estados no
existe siquiera una ley para combatir y castigar la trata de personas, entre
esos Tlaxcala, que por años ha sido el centro de operación de redes de
tratantes y lenones, cada vez más asociados con organizaciones que hasta hace algunos
años sólo se dedicaban al narcotráfico y ahora buscan el bocado global de 42
mil millones de dólares al año, superando así las ganancias dejadas por el
tráfico de armas.frase01De acuerdo con los testimonios de las propias mujeres,
el cártel identificado en algún momento de su trata es Los Zetas que, así como
diversificaron su actividad delictiva hacia la extorsión, la piratería, el
secuestro y el tráfico humanos, lo hicieron hacia la esclavitud sexual.
El fenómeno de esclavitud
sexual generado por personas del sur de Tlaxcala está relacionado también con
la captación de centroamericanas en tránsito hacia Estados Unidos y de
surtimiento a 22 puntos considerados “muy graves” de turismo sexual en México
del que, en tanto es crimen organizado, se benefician autoridades de distintos
o todos los niveles de gobierno.
De acuerdo con un reporte
elaborado por el Centro de Contrabando y Tráfico Humano del gobierno de Estados
Unidos, existen cuatro familias de apellidos Guzmán, Flores, Mastranza y
Acatzin que operan las principales redes de trata en México y que todas
mantienen conexión en Nueva York, de manera principal entre las ciudades
estadunidenses, con otra familia tlaxcalteca de apellido Notario.
Se añade en los informes
presentados en 2010 y 2011:
“Tenancingo, Tlaxcala, es
legendario en ambos lados de la frontera México-Estados Unidos por su
explotación sexual de mujeres y niñas originarias del centro y sureste de
México, así como de sitios igualmente pobres de Centro y Suramérica”.
“El Alcalde de Tenancingo, el
Gobernador de Tlaxcala y la Comisión de Derechos Humanos de Tlaxcala han
minimizado los señalamientos de trata en el estado (…) La impunidad continúa en
Tenancingo”.
* * *
GERMÁN
Prostitución. Foto: Cuartoscuro
La explotación sexual de
mujeres en La Merced, en el centro histórico de la Ciudad de México, está
ligada al funcionamiento de la gran nave de abasto popular desde mediados del
siglo pasado.
Considerado durante años el
mercado más grande de Latinoamérica, La Merced formó una gran aglomeración de
camioneros, cargadores, taxistas, locatarios y clientes que representaron una oportunidad de negocio para
las familias de tratantes de Tlaxcala. Ahora es uno de los mayores centros de
consumo de servicios sexuales en el continente.
El sector clandestino del
centro de abasto se convirtió también en un medio constante de ingresos
irregulares vía corrupción para las autoridades de las delegaciones Cuauhtémoc
y Venustiano Carranza. Durante la regencia de Ernesto P. Uruchurtu, El Regente
de Hierro de los años cincuenta, también se consolidó el modelo de intervención
de las autoridades: no tocar a los padrotes, respetar a los clientes y
criminalizar a las mujeres, quienes eran sujetas y detención durante semanas en
El Torito, ahora la cárcel de paso para conductores ebrios, nunca de proxenetas
tlaxcaltecas, a quienes se comenzó a detener y enjuiciar apenas en los últimos
años.
Germán Villa, presidente de
la Fundación Reintegra que trabaja con mujeres rescatadas de la explotación
sexual, menciona una por la cual el 80 por ciento de los padrotes en México son
del sur de Tlaxcala. Datos de la Procuraduría de Justicia del DF indican que el
90 por ciento de los detenidos en los últimos años en la ciudad por este delito
son de originarios o provenientes de ese estado.
Villa comenta la existencia
de dos modalidades de conversión de un muchacho en padrote. La primera es como
parte de la herencia familiar, de la misma manera en que un artesano enseña a
su hijo a tallar de una manera especial un trozo de madera. La otra forma es la
iniciación de aprendices ajenos al clan. En la cátedra se establecen como
valores fundamentales la seducción basada en el poder de palabra y la
paciencia.
La Fundación Reintegra
atendió, por ejemplo, el caso de una mujer cuyo padrote en contubernio con su
padre y madre pidió la mano en matrimonio de una joven en Veracruz. El
matrimonio transcurrió sin sorpresas y, después del nacimiento de dos niños, el
hombre la obligó a prostituirse.
“Existe toda una mecánica del
engaño”, apunta Villa, quien también dirige un albergue para mujeres rescatadas
de la trata en donde se ha dado atención psicológica y asistencia educativa de
manera simultánea hasta 30 mujeres liberadas.
En la investigación antropológica
Trata de personas: padrotes, iniciación y modus operandi, de Óscar Montiel
Torres, refiere que cuando los padrotes más antiguos se iniciaron, prostituían
a sus mismas esposas o vecinas lo que provocaba conflictos entre familias y
comunales. Los explotadores optaron por el reclutamiento en otros lugares.
La mayor parte de las mujeres
esclavizadas son originarias de otras regiones de Tlaxcala, Puebla, Morelos,
Veracruz, Tabasco, Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Michoacán, Hidalgo y Guanajuato, pero también hay mujeres
centroamericanas que en su paso a Estados Unidos son captadas por los lenones.
Las mujeres son llevadas a
zonas de tolerancia, bares y prostíbulos del DF, Irapuato, León, Guadalajara,
Cancún, Acapulco, Tijuana y Ciudad Juárez.
–¿Ocurren traslados de mujeres a Estados Unidos? –pregunto a Villa.
–A San Diego, Houston,
Atlanta, Chicago y Nueva York, particularmente Queens. Existe una investigación
en curso en Dakota del Norte por los pozos petroleros que perforan y demandan
mucha mano de obra masculina. Los trabajan por periodos largos y son sexualmente atendidos por mujeres
latinas, muchas llevadas ahí por la red de tlaxcaltecas. También existen
referencias de lenones de Tenancingo en Colombia.
En este momento, funcionarios
de la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal estiman la existencia de
medio centenar de proxenetas operando en la Ciudad de México, en su mayoría
originarios del sur de Tlaxcala.
Las autoridades han
modificado su postura ante el problema de manera reciente. Una autoridad local,
de la que depende el otorgamiento de permisos para el funcionamiento de
cantinas, loncherías y hoteles, puede enfrentar el escándalo político ante
situaciones de corrupción que antes tenía bajo control. La respuesta ha
ocurrido también gracias a la presión de organizaciones como la de Villa,
que ha ayudado a 150 mujeres a dejar las
calles.
En el asilo ubicado al sur de
la Ciudad, vive una decena de mujeres rescatadas y participantes de un programa
integral enfocado a la recuperación de su autoestima, su seguridad y su vida. Se trabaja con ellas para reinsertarlas a un
modo de vida productivo, digno y seguro. Se les ayuda a recuperar su historia
académica o diseñar un plan de vida. La idea es darles herramientas para que
puedan afrontar las necesidades, puedan seguir adelante y mantenerse seguras.
* * *
GLORIA
Fue llevada y traída de
Tijuana a Nueva York agazapada en el asiento trasero del auto de su padrote y
del padre de este, también padrote. Quiso huir allá, en Los Ángeles, luego de
que la encerraran durante fines y fines de semana en una casa llena de
migrantes ilegales a quienes se cobran 10 dólares por contacto. Quiso escapar,
cuando se supo en Queens y en la compañía de un policía blanco y de aspecto
decente que, tras conocer la petición, la hizo del conocimiento de sus
esclavizadores.
–Aún no hay detenidos
–suspira.
–¿Y tú sabes o tienes alguna idea de que siguen en lo
mismo?
–¡Oh, sí, yo sé dónde están!
Sé dónde los pueden encontrar pero aún no se ve nada de lo que pasó. Mi declaración
está en Tijuana y hasta ahorita por esto de la política no se ha podido hacer
una declaración aquí. Miguel, el hombre que me prostituyó, debe estar en San
Miguel Tenancingo y si no, aquí en la Ciudad de México.
–¿Los padrotes de Tlaxcala también explotan a las
mujeres de Tlaxcala?
–En la vía corta de Santa Ana
Chiautempan, hay muchos lugares. El Contrafuego, el Cadillac, el Caballo de
Hierro, el Conde, el Nueva York, la Media Luna, el hotel Speed. Ellos, los
padrotes, están ahí. Esos lugares no cierran… están abiertos de las ocho de la
noche a las seis de la mañana todos los días, sea lunes sea el día que quieran
ellos van, y gastan el dinero que las muchachas les dan y van a capturar a
otras.
–¿Alguien tiene una idea de cuántos padrotes hay
explotando mujeres?
–¡Ufff! No existe nada de
censo. En mi caso está el papá, el hijo, el otro hijo, los primos, el primo del
amigo, el amigo del primo, el primo del primo. Yo los vi, en los días de
carnaval, matándose o apostándose a las princesas, así llamadas porque les dan
más dinero. Las presumen en el pueblo como sus esposas. Pero no. Son las
princesas.
* * *
MÓNICA
La muchacha sollozó.
–Cuídame. Eres mi marido.
–Yo no soy tu marido, yo soy
tu padrote –reviró él.
“Un día en que él no estaba
en el Distrito Federal, fui a las computadoras. Entré al internet y puse la
palabra ‘padrote’. Entonces dije: sí, es mi padrote”.
–¿Aspiran las chicas a casarse con sus padrotes? ¿Ese
es el sueño? –pregunto a la muchacha.
–Sí. Ellos siempre dicen:
eres la única, nena, no tengo más te lo prometo, tú eres la única y a ti te
quiero. Cuentos –dice con gesto agrio de mujer de 200 años. No tiene ni 20.
–¿Qué te prometió?
–Que estaría bien, que no me
faltaría nada, que me quería, que era muy bonita, que se casaría conmigo. Yo
estudiaba psicopedagogía educativa y le decía: es que estudio y no quiero irme…
Pero me fui… Me dio el nombre de Jorge. Su verdadero nombre es Saúl Herrera
Soriano. Me dijo: tú eres linda, tú eres bonita, tú eres todo.
–¿Él no era de Veracruz, como tú?
–Es de Tenancingo, Tlaxcala, de
donde son todos los padrotes. Cuando llegué al DF me di cuenta del engaño. Al
tercer día me pidió salir por comida. Fuimos a Puente de Alvarado, por el Metro
Revolución. Había varias chicas paradas y ahí, entre ellas, me dejó.
“Le dije: yo no quiero
trabajar así, si quieres yo trabajo en otra cosa, no quiero, no quiero.
Entonces me dice: ¿ah, sí? ¿Y de qué vas a trabajar si ni siquiera papeles
tienes? Entonces yo le dije que debía haber algo más para mí. Ya te dije que
no, además tú no vas a hacer lo que tú digas, aquí vas a hacer lo que yo diga.
Quédate sabiendo que para que eso te traje. Me obedeces o vales madres. Y fue
así como yo me resigné y ya”.
–¿Dónde te paró?
–En la calle de Sullivan. Me
llevó la ropa: faldas cortas, blusas sin tirantes, ombligueras, tacones altos.
Ahí cobraría 500 pesos. Una madrota me enseñó todo. Esa noche usé minifalda
negra con blanco, top y zapatos negros altos con piedritas brillantes. Era
septiembre y en la noche ya hacía frío. Cuando llovía fuerte el paraguas no me
alcanzaba a tapar toda. Me dijo que sólo sería por un tiempo, que sólo en lo
que terminaba su casa en Tenancingo. Pasaron días, meses y gente que me veía
llorar, los clientes. Sólo uno de ellos me dio el dinero y no me hizo nada.
“Pasaba mucho tiempo en el
gimnasio. Levantaba pesas. Me partió la madre y luego me llevó a trabajar así,
golpeada. Durante los dos años que me tuvo presa, así no pudiera ni caminar así
me llevaba a trabajar. Nunca me dejó los ojos morados. Tan menso no era para
golpearme en la cara. Lo hacía en las costillas y el estómago”.
–¿Cómo era la casa de Tenancingo?
–Su casa es muy bonita. Tiene
forma de castillo. Los cuartos son muy grandes. Es de tres pisos. El cuarto de
él está decorado con una corona arriba. En una ocasión me dijo: “Tiene una
corona porque ahí vive el rey”. Y él era el rey. Se miraba todo el cuerpo en el
espejo. Cambiaba de posiciones. Se desvestía y se veía en el espejo. Se veía
más a si mismo que a mí –finalmente ríe–.
La casa de su mamá también tiene tres pisos.
–¿Qué bebidas tomaba?
–Tequila del bueno… Whiskey.
Vestía Armani, Hugo Boss… no sé…. Compraba en el Palacio de Hierro, Liverpool,
Fábricas de Francia. Todo, todo era de marca: tenis, pants, gorras y playeras
con brillitos. Cuando, según él, vestía más formal, se ponía zapatos negros
bien bonitos, y saco de marca bien bonita… Yo creo que eso era cuando salía a
conquistar.
–¿A tus carnalas? –en el argot así se indica la relación de las mujeres sometidas por el
mismo hombre.
Sonríe, mira hacia sus
zapatos. Entrelaza las manos en el regazo.
–¿De qué hablaban tú y él?
–Nunca me preguntó cómo
estaba, qué sentía. Sólo me preguntaba cuánto dinero tenía. Siempre era él,
siempre fue él y sólo él.
–¿Cuánto dinero te dejaba?
–Doscientos pesos semanales
para mi comida, para comprar mis cosas de aseo personal y llevar mi ropa a la
lavandería. El cuarto de huéspedes tenía una cama muy fea, un colchón muy duro
y con manchas de orina. Las cobijas no calentaban. El baño era compartido con
todos los huéspedes que vivíamos en la parte de arriba del edificio.
–¿Eran distintos los otros padrotes?
–En Sullivan, conocí a ocho o
10 padrotes más. Todos están cortados con la misma tijera. Todos son de
Tenancingo o de los pueblos alrededor.
* * *
JAIME
Prostitución en la zona de La merced,
DF. Foto: Cuartoscuro
Un padrote de la vieja
escuela tlaxcalteca queda marcado para esclavizar mujeres desde su primera
bocanada de aire. Cuando el niño
predestinado nace, la familia serena su cordón umbilical durante un ciclo lunar
completo. Mientras esto ocurre, el pene del recién nacido no se lava ni se
limpia. Al cabo de un mes, la grasa blancuzca acumulada entre el prepucio y el
glande es removida para luego ser untada en el ombligo del niño en medio de una
limpia. Su destino está sellado.
“Así como el ombligo
estableció la dependencia del niño hacia su madre, porque se alimentaba a
través de él, el rito genera dependencia de las mujeres al hombre a través de
su pene”, explica Jaime Montejo, activista con la mayor experiencia sobre el
fenómeno en el terreno, en el corazón de La Merced.
¿Cuándo comenzó la tradición la conversión de mujeres
en esclavas sexuales?
Jaime Montejo recuerda el
sistema de tributación azteca impuesto a los tlaxcaltecas. Remite a las Guerras
Floridas y la consecución de mujeres como artesanas, esclavas o sacrificables.
El paso de Hernán Cortés por la región y la colaboración tlaxcalteca a su favor
pudo recrear la dotación de mujeres ya con meros fines sexuales.
Montejo es cofundador de
Brigada Callejera, ONG que desde hace 20 años ha enfrentado en calles y
tribunales a proxenetas, que estableció una estrategia desde hace dos décadas
de distribución de preservativos entre las sexoservidoras y que mantiene
mediación entre menores de edad y mujeres y autoridades para su rescate. Jaime
sabe de lo que habla. “En Tenancingo los niños no sueñan con ser bomberos,
pilotos o futbolistas. Sueñan con ser tratadores de mujeres”, enuncia. Así, la
trata es un oficio valorado en Tenancingo por encima de cualquier otro. El
estatus en el pueblo se consigue si se tiene un ramillete de mujeres
prostituidas.
“Los padrotes
aportan para las fiestas patronales del pueblo, colocan presidentes
municipales, diputados locales, diputados federales, policías… Son empresas más
allá de una familia. Son cárteles, son transnacionales”.
Montejo dice que hace 50
años que los padrotes tlaxcaltecas
generaron un cambio en el sistema de negocios y convirtieron la industria en
asunto de familia. El caso más prominente fue el de Lázaro El Zacatero,
histórico padrote de La Merced en los años 70 iniciado por su madre. Era
propietario de una cortinita en que vendía zacates, pero esta era una cubierta.
Su negocio era el hotel El Avión, destruido en el temblor de 1985. Cuando
escarbaron para construir departamentos encontraron huesos de mujeres y bebés.
Hasta 2007, el censo oficial
consideraba la existencia de 3 mil sexoservidoras en La Merced laborando en
diferentes turnos y principalmente en Anillo de Circunvalación y Jesús María.
Tras el inicio de los operativos en ése año, estima Montejo, el número de
mujeres se redujo a la mitad, pero no necesariamente a favor de sus condiciones
de vida y trabajo a la vez que la trata como tal no ha desaparecido.
“¿Sigue habiendo menores de edad? Sí”, se pregunta y responde Montejo. “¿Les vale madre a los hoteleros? Sí. ¿Quién los protege? La policía
delegacional de Venustiano Carranza, la Secretaría de Seguridad pública del DF,
policías ministeriales del DF”.
–Y de estas 1 mil 500 mujeres, 3 mil mujeres antes,
¿qué porcentaje estaban sujetas a explotación de hombres de Tenancingo?
–Cuando se censaron 3 mil
mujeres en la Merced había un grupo de mujeres independientes. No pasaban de
las 700.
* * *
LORENA
Dice que puede ser odio,
miedo o amor. Más bien parece esto último cuando Lorena, de 76 años, habla de
Arturo, su hombre y padrote desde 1947, cuando apareció para arrancarla de su
otra vida, la que ya no fue.
Hace seis décadas Lorena ya
estaba dada en matrimonio. Pero le gustó Arturo desde que lo vio caminar en un
parque de Morelia. Ellos daban la vuelta en sentido contrario al de ellas. Se
miraron y se salieron del circuito para platicar.
Arturo no era cualquier
hombre. Era el cuñado de una prima suya, Guadalupe, quien ya vivía en la ciudad
de México. “De Arturo me encantaron sus grandes ojos aceitunados. Son azules o
verdes dependiendo de la camisa que traiga puesta. Y su cuerpo. Me dijo que se
había enamorado de mí; era tan guapo y le creí”, dice más de 60 años después,
en un albergue para ancianas prostitutas.
Cuando Lorena se enamoró
tenía 12 o 13 años y Arturo sólo necesitó una semana para seducirla y traerla
al Distrito Federal, en donde él decía trabajar de chofer y prometía
construirle su casa.
Ya no regresaría a Morelia.
En semanas, el sabor de las fresas y las obleas con cajeta se evaporarían. En
el DF, Arturo la acomodó en casa de sus padres y la reunió con Guadalupe. La
primera sorpresa fue que habría de trabajar.
No pasaría un mes antes de que
su prima iniciara su instrucción.
–Te tienes que pintar como yo
–le dijo un día la muchacha con gruesas sombras sobre los ojos y la boca
incendiada de rojo–, te tienes que parar donde yo te diga. Se te acercará un
hombre y te preguntará que cuánto el rato.
–¿Qué voy a hacer? –dudó Lorena.
–Irás a un hotel. Nada por
detrás, nada por la boca ni de que tocan. Nada de hablar con él ni de
contestarle preguntas. Sólo te encueras de la cintura para abajo y la posición
es normal. Si quiera otra, se la cobras.
–¿Pero por qué le voy a cobrar?
–Por dejarlos que se te suban
como tu marido.
Guadalupe era prostituida por
el hermano de Arturo. Ella misma le explicó que diario habría de reunir una
cuenta, una cuota fija. El resto se lo podría quedar. Lorena, a quien la
indignación le apretaba el cuello, corrió hacia Arturo y se enfrentó.
–¡Cómo puedes querer que me hagan eso! –le reclamó.
Lorena no recuerda las
palabras de respuesta, pero sí que ese día supo de la furia de Arturo y de la
solidez de sus puños sobre la cara. Se rindió casi para siempre. Sólo vieja, ya
con los ojos convertidos en dos agujeros de miedo, se atrevería a huir.
De aquel primer día sólo
guarda el dolor de sus pies parados horas y horas en la Plaza de la Soledad. De
entrar Nunca caminó por las calles, nunca vio las luces de Nueva York. Junto
con las demás mujeres era trasladada del departamento en el que dormía a la casa
de citas y salir por los mismos cuartos por los que entraban y salían las otras
esposas de su esposo.
También recuerda que creció y
se convirtió en La Piernas de Oro, belleza premiada por Arturo con un viaje a
Nueva York. Y la llevó a la urbe de los rascacielos, pero a trabajar.
Durante tres o cuatro meses
atendió hasta 30 hombres en un solo día. El resto de las mujeres –chilenas,
argentinas, mexicanas e italianas– estaban en la misma condición. Los clientes
eran blancos, negros, hispanos, orientales.
“No me ayudaba ser bonita”,
se lamenta. Sólo podía imaginar la textura de los dólares ganados en la
jornada. El mundo allá afuera, de donde venían los hombres que cada 15 minutos
hacían más rico a su marido, siempre fue un misterio.
Nunca caminó por las calles,
nunca vio las luces de Nueva York. Junto con las demás mujeres, era trasladada
del departamento en que dormía a la casa de citas. Cuando el mercado de la
prostitución la descubrió vieja, fue suplida por “carne fresca” y la mandaron a
un callejón de Tijuana.
En esa época, Lorena era
custodiada por su prima Guadalupe. Años después, Lorena misma cuidaría que
otras mujeres de la familia de su padrote salieran bien pintadas e instruidas.
Que no se escaparan.
Cuando el paso de sus cuatro
hijos abultó de manera irremediable su vientre, Lorena fue “descendida” y
rotada por Chihuahua, Querétaro y León.
Hasta regresar con los mismos
adoloridos pies de tanto ir y venir por todos lados a la Plaza de la Soledad,
sola con Arturo.
Huyó de él hasta hace año pocos
años, cuando despertó con un cachazo en la cabeza y sin un peso en la bolsa,
porque hasta entonces no dejó de pasarle cuenta a su proxeneta.
“Después de todo, no sé si lo
quiero o le tengo miedo. En verdad, es muy guapo. Nunca ningún hombre me hizo
el amor como él, aunque nunca me dio caricias sinceras”. Y con los demás,
resume, después de un tiempo ya no sientes nada: “No sé si algún hombre sea
diferente, sólo que siempre lastiman el corazón”.
Lorena ya no es gobernada por
un padrote. Vive en una casa de retiro llamada Xochiquetzalli, un lugar para
mujeres prostituidas a las que la vejez alcanzó en la calle. En ese sitio
tienen techo y comida, pero nada más.
“Tuve un cliente que me
visitó cada martes durante 40 años, Emilio. Luego de un tiempo ya no se me
subía, sólo quería hablar. Luego ya ni hablar. Sólo se volteaba, se me repegaba
y se cobijaba con mi brazo. Un día dejó de venir. Supongo que se murió. Nunca
supe su apellido”.
A sus 76 años, Lorena va y
viene por las calles de La Merced, en los alrededores del mercado de ropa de
Mixcalco. Viste sus medias gruesas color natural. No conoce otra manera para
vivir. No hay otra manera.
“¡Pssst, pssssst”!, llama la
atención de algún hombre. “Te hago un francés en 20 pesos”, oferta.
La Piernas de Oro logra
atraer dos o tres hombres por quincena a algún hotel que no se desploma porque
el polvo sostiene las paredes.
“Lo que gano lo ocupo en mis
medicinas, en mi jabón y en mi cepillo de dientes”. *
(SIN EMBARGO/ HUMBERTO PADGETT/ DICIEMBRE 6, 2013,
12:00 AM)