El impacto industrial nos ha emparentado
con uno de los dragones asiáticos: Corea del Sur y resulta que después de todo
no somos tan diferentes. Tenemos al norte un vecino inestable con armamento
nuclear y muchas ganas de salir adelante
Deja raíces en Coahuila. De 2010 a 2015,
el intercambio comercial entre Corea y México creció aceleradamente. Se
registraron niveles de comercio por arriba de los 14 mil millones de dólares
anuales durante ese periodo
Por:
Quetzali García/ Ilustración: Federico Jordán /Fotos: Especial /
Edición:
Nazul Aramayo /Diseño en edición impresa: Marco Vinicio Ramírez
¿Cómo se guarda una vida en
una maleta de máximo 23 kilogramos? Kyu armó su equipaje con la disciplina que
lo caracteriza. Dejó fuera todos sus muebles en el departamento de Busan, Corea
del Sur, y empacó lo meramente útil. Acaso dejó la ropa necesaria para
sobrevivir al calor de un desierto que le prometía trabajo y estabilidad. Las
montañas, que son lo que más le recuerdan a su casa, le hicieron más fácil los
primeros meses.
Kyu no hablaba español ni
inglés… pero entendía perfectamente el idioma de los números, de las medidas,
de la química. Con tal equipaje, podría conquistar el mundo. Han pasado casi
seis meses y hoy dirige algunas líneas en su empresa y capacita a empleados
mexicanos para que cuando Kyu regrese a su tierra, ellos dominen algunos temas
de calidad y medición, vive en San Jerónimo, al norte de la ciudad, donde
comparte habitación con varios connacionales.
La convivencia le parece
sencilla, pues se apoyan mutuamente y están acostumbrados a respetar el espacio
personal de cada uno. Mientras me narra su llegada y opiniones sobre la ciudad,
hace una pausa, ve mi libreta de apuntes y rompe su gesto amable, se enoja
porque anoté Corea con “C” y no con la letra “K”. Cometí un crimen del tamaño
de escribir México con “J”.
La historia de Kyu se repite,
con diferentes matices, todos los días en Coahuila. Los empresarios asiáticos
han encontrado en el estado el clúster perfecto para establecerse y generar
empleos en la rama de fundición a presión de aluminio, el suministro de componentes
para vehículos, electrónicos, del giro metal mecánico e incluso gastronómico.
Esto se ha dado de manera lenta, pero constante, pues de 2010 a 2015 –pese a
que el comercio mundial creció muy lento– el intercambio comercial entre Corea
y México creció aceleradamente. Se registraron niveles de comercio por arriba
de los 14 mil millones de dólares anuales durante ese periodo. Para 2015 la
cifra superó los 17 mil millones anuales.
Hay varios factores que
volvieron atractiva a la zona. El acceso a vías ferroviarias y aeroportuarias,
la inversión en estados vecinos (KIA, en Nuevo León), el nivel de
alfabetización y la presencia de centros de investigación y universidades,
entre muchos otros, dan un panorama que ofrece seguridad a largo plazo para la industria.
Constantemente aparecen
noticias financieras de cómo este fenómeno impulsa la vida industrial de
Coahuila. Pero más allá de las empresas asiáticas, ¿cómo ha afectado este
encuentro entre Corea del Sur y México a los habitantes de ambos países? ¿Qué
rostro tienen esos millones de pesos colaterales que llegan con cada nueva
inversión? ¿A qué sabe esta fusión? ¿Es posible una integración entre
sociedades aparentemente tan distintas?
La presencia de extranjeros
en el estado representa tantos avances como retos y pone de relieve la
capacidad de adaptación del ciudadano a interacciones en planos multidiversos.
Además, después de la
inestabilidad generada por la renegociación del TLCAN y las políticas que
pretende implementar en Estados Unidos el presidente Donald Trump, Asia es un
aliado prioritario y casi obligatorio para mantener relaciones comerciales.
Esto aplica también para las pequeñas y medianas industrias, pues si bien la
inversión mayor se perfila para naves industriales e intercambios millonarios,
el establecimiento de nuevos hogares deja una derrama económica considerable y
da pie a interacciones culturales que enriquecen a ambas partes. Recientemente
se anunció la apertura de nuevas plantas en Torreón, Monclova y Saltillo. Esto
pese a que la Industria Nacional de Autopartes (INA), reportó que en el primer
trimestre de 2017, la Inversión Extranjera Directa fue de 7 mil 946 millones de
dólares, lo que representa un declive del 26.07 por ciento respecto al año
anterior.
El reto de las familias
Adaptar la crianza a los
estándares de su propia cultura y al mismo tiempo a los valores de la ciudad a
la que se han integrado
THE BEST TEQUILA EVER
Son 14 las horas de distancia
entre Saltillo y Corea. Los amigos de Kyu, coreanos también, establecidos por
periodos más cortos me comentan en el auto que al principio les parecía difícil
adaptarse a la zona horaria. Mientras ellos desayunan, su familia ya está a
punto de dormir. Es una diferencia hostil, complicada para los momentos
especiales. Pero todos coinciden en que vale la pena. A cambio de esta charla
prometo ayudarlos a encontrar algunos productos en el supermercado, pues les
resulta complicado hablar con los empleados y son tímidos para pedir ayuda a
gente desconocida. En el auto explican lo diferente que son estos centros
comerciales, allá permanecen abiertos hasta las cuatro de la mañana y la
tecnología es de punta, el autoservicio es lo más común. Incluso los carritos
tienen un porta celulares.
Esperaba que preguntaran por
productos de alimentación, cosas para limpieza. Pero no. Me sorprende cuando
piden que investigue dónde están los paquetes de alga espirulina, moringa,
aceite de coco y azúcar morena. No buscan comida porque cuentan con servicio de
comedor diario adaptado a su dieta nacional. Uno de ellos insiste que lo lleve
al pasillo de “spa”. Lo llevo al pasillo de shampoo y cuidado para la piel. Se
ve un poco decepcionado. Me explica en inglés que necesita exfoliar su rostro.
Le recomiendo algo para lavar la piel del pasillo de bebés.
Seúl en Saltillo
Los restaurantes cuentan con
menús en español, inglés y coreano y pese a esto, batallamos un poco para
ordenar
Como en caricaturas. Entramos
y nos reciben los lavamanos, como recordándonos la limpieza. La decoración es
muy medida.
Viéndolo de cerca, su rostro
parece mucho más cuidado que el mío y no quiero recomendarle algo que le vaya a
irritar. El pobre tiene toda su confianza puesta en alguien que considera el
jabón Zote un milagro de la estética. Los demás observan cuidadosamente la
botella y deciden comprar una para ellos mismos. En Corea es normal que los
hombres asistan al spa, usen maquillaje e incluso se sometan a cirugías de
belleza. Tienen el récord de uso de estos tratamientos a nivel mundial per
cápita. Un tercio de las mujeres y un quinto de los hombres se han sometido a
alguna operación a lo largo de su vida. Lo saludable termina en el pasillo de
vinos y licores, donde me han metido en un aprieto, pues no sé exactamente cuál
sea the best tequila ever (el mejor
tequila). Llamo a un amigo conocedor y llevan lo suficiente para abrir una
cantina made in México (hecha en México).
La tarde termina en su hogar donde brillan la
limpieza extrema y la ausencia de muebles decorativos, al fin casa de hombres.
Aunque las habitaciones están impecables, se disculpan. Dejan los zapatos en la
entrada. En casa está uno de sus jefes. La actitud despreocupada y sonriente de
la cochera cambia de golpe. Los saludan con un gesto especial y el ambiente
tenso se va aligerando conforme el jefe va adaptándose a la conversación. El
respeto que tienen los coreanos por la gente mayor es siempre mencionado, pero
fue casi palpable en esta pequeña interacción. Incluso cambiaron su postura. El
señor de unos 50-55 años aproximadamente tiene más de 30 años en la industria,
y México le parece un lugar ideal para trabajar por el potencial que tienen los
empleados mexicanos, quienes le han demostrado ser creativos y entregados a su
trabajo. Se emociona mucho por mi visita y me regala sopas Ramen y unas gomitas
tremendamente adictivas. Algunos de los chicos del grupo no hablan español ni
inglés, así que empezamos espontáneamente a intercambiar palabras en ambos
idiomas, el juego parece divertido. Me despido y me dicen “¡popó!” Creo que
escuché mal y repiten “¡popó!” Debido a una “hangulización”, es decir, una
transcripción fonética aproximada del nombre español al coreano, escuché algo
completamente distinto. En realidad, querían decir “besos”.
Risas.
El coreano es un idioma que hablan 80 millones
de personas y que en el norte del país hay diferentes opciones para
aprenderlo".
ESTÁ EN COREANO
El coreano es un idioma que
hablan 80 millones de personas y que, dado el incremento de actividades
industriales que implican interacciones con sus hablantes, en el norte del país
hay diferentes opciones para estudiarlo y aprenderlo. La Universidad Autónoma
de Coahuila (UAdeC) y la Universidad Tecnológica de Coahuila (UTC) en
colaboración con el centro de Estudios Asiáticos de la Universidad Autónoma de
Nuevo León imparten distintos cursos para dominar este idioma.
El curso consta de 12 y 16
módulos, cada uno con una duración de 16 semanas y con un costo de 6 mil 700
pesos. Se imparte una metodología de aprendizaje diseñada por The Korea
Foundation, ésta garantiza que el alumno adquiera un dominio del idioma de
acuerdo a los niveles que acredite. Al finalizar los módulos, los alumnos
participantes recibirán un certificado de conclusión del curso avalado por el
Gobierno de Corea. Más información se puede solicitar en: coreaint@uadec.edu.mx
o al teléfono (844) 415 30 77 de 9:00 a 15:00 horas.
¿Besos?
Me despido y me dicen
“¡popó!” Creo que escuché mal y repiten “¡popó!” Debido a una
"hangulización", es decir, una transcripción fonética aproximada del
español al coreano, escuché algo distinto. En realidad, querían decir “besos”
¿Besos?...
En Corea a la gente le importa mucho su
trabajo: si hay horas extras, aunque sea el fin de semana, las personas quieren
ir a trabajar”.
EDUCACIÓN: SECRETO ASIÁTICO
Aprender el idioma sería el
primer paso para involucrarse en una cultura que ocupa los primeros lugares de
educación según la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos). El modelo sacó al país del analfabetismo y algunas de sus bases
sirvieron para preestablecer el modelo educativo que será instaurado en México.
Puntos operativos como la “normalidad mínima”, una serie de pasos que garantiza
la calidad en educación básica, fueron tomados del estricto sistema cuyo
principio fundamental es fomentar la formación como medio para el crecimiento
económico del país.
Partiendo de esto, empresas
como Hwaseung en Ramos Arizpe están diseñando un plan de carrera para los
jóvenes que entran como practicantes. En este sistema hay 100 jóvenes de la
UTC, de las carreras de Mantenimiento, Proceso Industrial y Mecatrónica. La empresa,
por otro lado, busca iniciar con los más pequeños y empezar una estancia
infantil y sistema preescolar para que asistan los hijos de sus trabajadores a
recibir instrucción general, así como el idioma coreano y aspectos culturales.
El tiempo de viaje de Corea a
Saltillo, Monclova y Torreón se extiende desde 15 hasta 20 horas dependiendo
del clima y los medios de transporte. Aunque sólo son 14 horas de diferencia,
en el día a día parecen años luz. Esta diferencia abismal se suaviza en el
trabajo. Pero la vida para las familias expatriadas supone un gran reto:
adaptar la crianza a los estándares de su propia cultura y al mismo tiempo a
los valores del lugar al que se han integrado.
Beef Galbi. Es un plato
típico elaborado con los costillares de la vaca, se puede encontrar variantes
elaboradas con costillas de cerdo.
Tangsuyuk . Es un plato de
influencia china muy popular. Son trozos crujientes de cerdo frito cubierto con
salsa dulce y amarga.
Yaki Mandu. Es una bolita de
masa, que puede ser hervida o frita, rellena con una mezcla de carnes y
verduras.
EMIGRAR POR AMOR
Toco la puerta con confianza,
la cita estaba pactada desde hacía tres días. Después de unos minutos abren la
puerta a la mitad y se asoman dos chicas jóvenes, una coreana y la otra mexicana.
Interrumpimos su programa de “Amas de casa desesperadas”. Les explico que vengo
a la entrevista, busco al señor Carlos Cha. Se voltean a ver y me dicen que no
estaban enteradas de nada. Insisto con seguridad que tenemos cita y blablablá.
En unos minutos estamos en la sala. Son extremadamente amables, nos cuentan lo
difícil que es integrarse en Saltillo. Una de ellas es oriunda de Playa del
Carmen y extraña la actitud costera feliz de las personas, la otra echa en
falta un poco su país, pero se ha acostumbrado, estudió antes en Guadalajara.
Para las dos, la razón
principal de estar aquí se resume en una palabra: amor. Sus parejas, ingenieros
coreanos, llegaron a trabajar, entonces vivir con ellos se volvió una opción;
renunciaron a su vida cotidiana para seguir y apoyar a sus chicos. La plática
transcurre entre risas, hay jugo de naranja en la mesa. Ven esta oportunidad de
viajar como una aventura, donde el desierto las ha recibido bien. Pese a eso,
extrañan trabajar, y por el momento parece difícil dedicarse al hogar. Una de
ellas realiza prácticas profesionales en un hotel al norte de la ciudad, así
que esto le suma puntos a su currículum.
Esperamos al tal Carlos y su
colega para que nos dé su versión de los hechos. Cuando llegan a la casa, nos
miran al fotógrafo y a mí con cara de terror.
¿Qué hacen dos desconocidos
tomando jugo en su sala? Al tiempo mi celular vibra, es mi amiga. “¿Dónde
estás? Te estamos esperando”. No eran los coreanos que buscábamos. Nos
equivocamos de casa. Pedimos disculpas con la sensación de haber hecho una
travesura y… prácticamente huimos. Ellos nos pidieron no mencionar sus nombres,
pero las chicas posaron amables para las fotos.
El amor tiene muchas
historias, ésta es la de Lisa cuyo nombre verdadero es Hyunjy, pero prefiere
usar el primero para que la gente pueda pronunciarlo fácilmente. Tras nueve
años en Saltillo, Lisa realiza trabajos de traducción y próximamente impartirá
cátedra en una universidad de la localidad, además ella y sus niños pasan
desapercibidos en las fiestas infantiles. Son queridos y aceptados por sus
vecinos que se han convertido en amigos. La compañía de su esposo fue de las
primeras plantas coreanas en establecerse en la región. Al llegar a la ciudad
se sintió muy aliviada porque ya podía salir a gusto.
El tiempo de viaje de Corea a Saltillo,
Monclova y Torreón se extiende desde 15 hasta 20 horas dependiendo del clima y
los medios de transporte”.
Previamente había vivido en
la Ciudad de México, donde aprendió español y siempre tenía que andar con
precaución: le habían dicho que era muy peligroso.
El primer año, su hija mayor
no sabía nada de español, y estudiar le costaba mucho trabajo. El idioma, el
clima y la cultura complicaron la adaptación de la niña. Lisa recuerda que al
principio la pequeña lloraba mucho, sus compañeros la veían con mucha
curiosidad por ser extranjera. Ahora disfruta ir a la escuela, habla español y
tiene muchas buenas amistades. Los fines de semana se le pueden ver a ella y a
su familia en carnes asadas conviviendo a plenitud. Todos son personas muy
amables, confiesa.
Los clientes ya no se distinguen entre
coreanos o mexicanos. Sólo hay gente feliz”.
OTRA HISTORIA
No fue el caso de una de sus
paisanas a la cual le resultó imposible adaptarse y tuvo que regresar. Este
reto supone interrogantes para los padres y la escuela, que tiene que brindar
un clima apto para estos niños. Lisa decidió darles tiempo a sus hijos para
adaptarse, porque admite que es una buena experiencia vivir en otro país,
porque tendrán el pensamiento más amplio, pues aprendiendo otro idioma podrán
entender las culturas de otras partes del mundo. El momento más difícil fue
recién llegar porque su esposo estaba muy ocupado. Esto es normal, reconoce,
los coreanos trabajan duro y él tenía mucha responsabilidad. Pero le era
difícil criar a los niños casi sola. Un punto que la apoyó fuertemente es que
coinciden los valores de ambas sociedades: generosidad, justicia, humildad y
respeto.
Lisa afirma que en Corea a la
gente le importa mucho su trabajo: si hay horas extras, aunque sea el fin de
semana, las personas quieren ir a trabajar por su responsabilidad y propia
ganancia. Aquí la mayoría no quiere ir. “En mi opinión, quisiera que se
mezclara en un punto medio las características de estas culturas. Porque la
sociedad de Corea le pone demasiada importancia a su trabajo y aquí se le da
más importancia a su familia. Quiero que juntos hagamos crecer a Coahuila”.
Bibimbap. Literalmente
significa “arroz mezclado” o “comida mezclada”. Consiste en un cuenco de arroz
con vegetales y carne encima.
En Corea es normal que los hombres asistan al
spa, usen maquillaje e incluso se sometan a cirugías de belleza”.
EPÍLOGO ALIMENTICIO
Lisa fue quien nos recomendó
el restaurante que aunque tiene su dirección en el bulevar Eulalio Gutiérrez
Treviño, parece que está construido en el centro de Seúl. Entramos y nos
reciben los lavamanos, como recordándonos la limpieza. La decoración es muy
medida y los ingredientes en cantidades industriales están situados al fondo
del local. Las mesas son largas y al parecer se puede compartir con personas
que asistan de otro grupo. Cuentan con menús en español, inglés y coreano y
pese a esto, batallamos un poco para ordenar, en parte porque somos muy
desordenados y porque la mesera siempre sonriente no parece entender algunos
requisitos del tipo “gluten free” o “tendrá coca de sabor”.
Como puede, la chica recoge
el pedido. Es asombroso cómo la estructura te remonta a un anime o alguna
caricatura oriental donde funcionarios con ojos brillantes discuten el futuro
del país. Incluso hay espacios privados que nos indican que tienen que ser
reservados con antelación.
Hay un costillar de cerdo que
se antoja delicioso, pero se queda sólo en deseos, pues hay que llamar y
ordenarlo con al menos cuatro horas de anticipación. Eso de la espontaneidad y
chiflazones no se nos da, al menos no aquí. Empezamos a ordenar de todo y a lo
loco porque la panza es primero. A pesar del apuro, muchas de las opciones son
saludables y contienen proteínas y vegetales.
Las bebidas, entre las que
destaca el agua de coco de sabores en colores fosforescentes, incrementan el
sentimiento de que uno anda en otro continente. Pero entones llegan –oh, Dios–
los platos cuyo aroma de especias impronunciables deleita el primer sentido.
Pollo, arroz, verduras, res, todo en el punto preciso del sabor. Antes de poder
emitir una crítica a la presentación, estos son engullidos con rapidez por la
gente supuestamente civilizada que llegó. La cantidad es más que justa y la
cuenta, por otro lado, es bastante accesible.
En la gira de las panzas
aventureras y con motivos meramente periodísticos, asistimos a MARU, ubicado en
el bulevar Musa de León en Saltillo. Es un giro completamente distinto, más
moderno y con una variedad más amplia de platillos. Hay una dinámica especial
para pedir servicio, el trato es infinitamente amable y el menú incluye beef
galbi, yakimandu, bibimbap, tangsuyuk y jajangmyeon. Todos estos platillos
están debidamente traducidos y comparten un equilibro de sabor con ingredientes
de alta calidad. La cuenta de nuevo no supera los 400 pesos incluyendo bebidas,
y uno se va con la sensación de querer volver, aunque el estómago esté a tope.
La postal desde este último
lugar tiene algo de mágico: los clientes ya no se distinguen entre coreanos o
mexicanos. Sólo hay gente feliz.
(VANGUARDIA/ Por: Quetzali García/ Ilustración: Federico Jordán /Fotos: Especial / Edición: Nazul Aramayo /Diseño en edición impresa: Marco Vinicio Ramírez/ 13 DE AGOSTO 2017)