Las calles de las ciudades italianas se
han llenado de una nueva generación de prostitutas: son extremadamente jóvenes,
provienen en su mayoría de Nigeria –de donde salen huyendo del grupo radical
Boko Haram– y ejercen ese oficio contra su voluntad. La mafia nigeriana,
coludida con la italiana, trafica con ellas, a las cuales somete mediante
chantajes y amenazas.
ROMA (Proceso).- Ocho de la
noche, hora de la cena en esta ciudad, un martes de otoño. En el barrio
céntrico de Monteverde, en una plazoleta situada en las inmediaciones de uno de
los principales parques de la capital italiana, circula un automóvil ocupado
por un solo pasajero, de saco y corbata. De pronto, en una jugada arriesgada,
el vehículo frena, se acerca al bordillo de la acera y baja la ventanilla.
Acecha a su presa: un rostro femenino y negro. No es el de una mujer, más bien
es el de una adolescente que ofrece sus servicios ya desde antes de la puesta
del sol.
La situación descrita
acontece cada día con más frecuencia en las principales ciudades de Italia.
Cada vez más mujeres africanas, en su mayoría provenientes de Nigeria, se
prostituyen en la calle, ofreciendo los precios más bajos del mercado, víctimas
de redes que son también mafias organizadas, con nexos en África (en particular
Nigeria y Libia) y Europa, según informes y observadores.
La alarma fue lanzada por la
Organización Internacional para las Migraciones (OIM). El fenómeno ha alcanzado
un nivel “de crisis”, puesto que los datos “no tienen precedente”, advirtió en
agosto pasado Simona Moscardelli, especialista en tráfico de personas, de esa
organización, según la cual, de hecho, el número de mujeres y menores
nigerianos no acompañados que llegaron a Italia en 2014 fue de mil 500, cifra
que aumentó 300% en 2015, totalizando 5 mil 633 personas. Y, en los primeros
seis meses de este año ya son 3 mil 600 los arribos.
“Nuestros indicadores nos
dicen que la mayoría de estas mujeres son deliberadamente traídas con el fin de
prostituirlas”, afirmó Moscardelli.
“Más de 80% de estas personas
son víctimas de las redes de prostitución”, precisó por su parte Federico Soda,
el director de la oficina para el Mediterráneo e Italia de la OIM. Esto
significa que ocho de cada diez nigerianas que desembarcan en Italia acaban
siendo víctimas de la vejación y los maltratos que implican prostituirse.
“Es un fenómeno sumamente
complejo que se está recrudeciendo. Estas chicas son engañadas incluso antes de
llegar a Italia; muchas han sufrido abusos tanto en su país de origen –donde
por ello han sido rechazadas por sus allegados– como en Libia, país que se ha
convertido en el gran “concentrador” del proxenetismo africano”, explica a
Proceso la abogada Laila Simoncelli, de la asociación Papa Juan XXIII,
organización que desde hace décadas trabaja en la rehabilitación de jóvenes con
graves problemas y que recientemente ha lanzado una campaña para hacer frente a
la emergencia de las prostitutas nigerianas.
“Dados sus orígenes humildes
y el devastado país del cual provienen (Nigeria, Estado duramente golpeado por
la organización islámica fundamentalista Boko Haram), sus captores tienen sobre
ellas un poder que parece indestructible pues implica violencias físicas y
mentales que duran años”, añade Simoncelli.
LAS MAFIAS NIGERIANAS
Los policías italianos los
llamaron Baba-Loa y Ju-ju. Han sido los dos grandes (e inéditos) operativos
policiales en los cuales, en los últimos meses, han caído en Italia integrantes
de redes que traficaban con nigerianas, pero también hacen referencia a las supersticiones
de magia negra que los delincuentes emplean para amedrentar a sus víctimas.
En particular la operación
Ju-ju –de la cual la policía de Ragusa, Sicilia, dio noticia el pasado 13 de
junio y que culminó con cinco órdenes de detención–, confirmó importantes
elementos sobre cómo funcionan y qué alcance tienen los traficantes de
nigerianas.
De acuerdo con la información
difundida, la red tenía contactos arraigados en Nigeria, Libia y varias
regiones del norte de Italia, y obligaba a las mujeres a prostituirse bajo la
amenaza de dañarlas con vudú y por haber contraído deudas de hasta 30 mil euros
por la travesía “gratuita” del Mediterráneo para llegar a Europa.
Otra operación fue anunciada
por la policía de Turín, norte de Italia, el pasado 13 de septiembre. Ese día
y, en semanas posteriores, la policía capturó a 44 personas, todas sospechosas
de ser parte de dos clanes rivales de la mafia nigeriana, los Maphite y los
Eiye, que se reparten en control de la llamada “área 10” turinesa, zona periférica
de esa ciudad donde también abunda el tráfico de drogas.
De acuerdo con lo divulgado
por la prensa italiana, los investigadores estuvieron detrás de los sospechosos
tres años, interceptando 500 mil conversaciones telefónicas; los detuvieron con
el cargo de haber violado el artículo 416 bis del Código Penal Italiano. Es
decir, el que castiga a “todo aquel que forme parte de una asociación de tipo
mafioso constituida por tres o más personas”, con penas de prisión de hasta 12
años.
Según los testimonios de
jóvenes que han sido recuperadas, en efecto, las redes criminales nigerianas
siguen modelos parecidos de sometimiento y manipulación de sus víctimas en toda
Europa: tras contactar con los traficantes, a las jóvenes –muchas provenientes
de aldeas cercanas a Ciudad Benín–, se les promete un trabajo legal en Europa,
algo a lo que le sigue el viaje por mar, su llegada (y posterior huida) de un
centro para emigrantes y luego la prostitución forzosa durante un periodo
indeterminado.
Según la OIM, las mujeres tienen
de promedio entre 15 y 24 años y proceden, en particular del estado nigeriano
de Edo (cuya capital es Ciudad Benín), pero también de los estados de Delta,
Lagos, Ogún y Anambra. El lugar de inicio de la travesía hacia Europa es, en la
mayoría de los casos, el estado de Edo.
CONTACTO CON LA COSA NOSTRA
Una de las mayores
preocupaciones de los investigadores es que las organizaciones criminales
nigerianas se están convirtiendo en una verdadera mafia, es decir una banda
criminal organizada, la única de origen africano que está una fase de fuerte
expansión en todo el mundo, incluso en Europa y en Libia, donde campea a sus
anchas desde la caída y muerte de Gadafi (2011).
También el FBI ha señalado
públicamente que la mafia nigeriana es uno de los grupos “más agresivos y
expansionistas”, con ramificaciones en “más de 80 países”.
Más aún, de acuerdo con
Leonardo Agueci, fiscal de Palermo, también hay indicios de que la Cosa Nostra,
la mafia italiana que tradicionalmente opera en Sicilia, ha establecido
alianzas con los grupos criminales nigerianos a fines de hacerse con un
mercado, el de la prostitución, del cual por viejos códigos mafiosos hasta
ahora se había abstenido.
“La relación es, en todo
caso, de subordinación: los viejos (Cosa Nostra) controlan a los nuevos (los
nigerianos)”, dijo Agueci.
De acuerdo con otras
investigaciones, los beneficios derivados de la prostitución son reinvertidos
en negocios incluso más rentables, como el del tráfico de drogas, otro sector
en el que tiene presencia el grupo. Tanto que desde 2010 hasta diciembre de
2015 fueron 3 mil 810 los nigerianos denunciados por delitos relacionados con
el narcotráfico.
Los policías y fiscales que
se ocupan del combate a la mafia en Italia le siguen el rastro a las bandas
nigerianas, las cuales parecen haber entrado en su particular edad de oro. Ya
en julio de 2003, una comisión parlamentaria de Roma describía a los grupos
nigerianos como “los más peligrosos, que se ocupan de tráfico de
estupefacientes y la prostitución”.
Dos años después la misma
comisión los señalaba como un colectivo “tan evolucionado de poder interactuar
con las organizaciones locales, como entre iguales”. Y en 2012 se les tildó de
“red criminal ligada a lobbies, grupos de calado étnico-religioso y centros de
poder transversal”.
Del análisis de esa
documentación también se destaca la expansión de los delincuentes nigerianos,
los cuales hace 15 años operaban sobre todo en la región de Campania y en el
norte de Italia, mientras que hoy tienen presencia en todo el país.
Otro de los fenómenos
observados es que, al haber aumentado el número de nigerianas obligadas a
prostituirse, han bajado los precios de sus servicios sexuales. “Las nigerianas
son las más baratas. A diferencia de otras, trabajan sólo en la calle y venden
sus cuerpos por 10 o 20 euros”, subraya Simoncelli.
De hecho, tras llegar a
Italia las jóvenes son puestas bajo los cuidados de una “maman”, que en muchos
casos es de su misma nacionalidad y, con toda probabilidad, antes de ser
verdugo fue víctima. “Es ella quien las aloja, en general en pisos en las que
viven junto a otras jóvenes en su misma condición y bajo el pago de un alquiler
que se les suma a la deuda que ya tienen con la organización. Por ello no
acumulan nada”, cuenta Simoncelli.
El pasado 21 de junio
detuvieron a una de estas “maman”, apodada Vivian, quien trabajaba en Palermo y
era la jefa de su célula, integrada por al menos otras tres personas –dos
nigerianos y un ghanés– y que se encargaba incluso del traslado de las futuras
esclavas-prostitutas de Libia hasta Italia.
El 14 de agosto fueron
arrestadas en Ascoli Piceno (región de Las Marcas) otras dos, de 30 y 21 años,
identificadas como S. A. y C. A. E y también nigerianas. Se les acusó de
pertenecer a una organización criminal organizada y traficar seres humanos.
También según esta investigación, la red había programado el hecho delictivo
desde antes que las jóvenes emprendiesen el viaje, amenazando a sus víctimas
con vudú y represalias contra sus familiares en Nigeria.
(PROCESO/ PRISMA INTERNACIONAL /LETITIA
I. OIVAS/23 DICIEMBRE, 2016)