FOTOS: Sergio Haro
Lo que inició como un pequeño flujo
migratorio ha tomado dimensiones inesperadas, miles de migrantes
afrodescendientes -haitianos la mayoría- han llegado a Tijuana y Mexicali, han
saturado una veintena de albergues en la región y rebasado la capacidad de
atención de estos grupos civiles, de seguir así se advierte una severa crisis
de atención humanitaria
A fines de octubre de 2016 el
activista pro derechos de los migrantes afrodescendientes, Wilner Metelus,
visitó Tijuana y Mexicali.
Su objetivo, conocer las condiciones en las
que viven miles de migrantes –haitianos la mayoría– que cinco meses atrás
llegaron a la región en busca de asilo en los Estados Unidos.
Lo que Wilner encontró fue
hacinamiento, escasez de alimentos y migrantes en las calles.
También conciencia y
solidaridad de parte de la sociedad civil. “En ese tiempo he visto a decenas de
personas que estaban entregando comida en los albergues”.
Wilmer Meletus, activista
Esta semana el activista haitiano e integrante del Comité de Defensa de los
Naturalizados y Afro mexicanos, visitó los albergues en Tijuana y Mexicali;
“Ahorita hay más albergues, pero tampoco puedo decir que ya está resuelta la
problemática”, refiere el investigador de la Universidad Autónoma
Metropolitana, haitiano de origen y naturalizado hace 17 años.
Vio condiciones precarias,
albergues sin techo, otros que no brindan alimentos y algunos ausentes de
programas de fumigación.
“Sí hay apoyo federal por
parte de Sedesol, pero en la realidad el apoyo no está llegando como tal, es un
sector que está recibiendo apoyo. Cuando hay una crisis así el estado mexicano
debe de tomar su responsabilidad”, sentenció.
Ejemplificó con la emisión de
una convocatoria para apoyar a los organismos que trabajan con migrantes, pero
que fue tardía y solo 10 de cerca de 32 instituciones han podido responder.
“Ellos (Gobierno) deben ver
cuáles albergues realmente están trabajando para elaborar un plan de
emergencia”, pero adelanta que México no podrá solucionar solo este problema,
se requiere apoyo de la comunidad internacional.
“Los haitianos y africanos
que están llegando a nuestro país no tienen enfermedades, pero la forma en que
están las condiciones en algunos albergues podría generarlas”, expone Metelus y
suma otro factor: el frío invernal de la región, y la ausencia de techos en
algunos albergues, tiempo que hizo un llamado al DIF, pues hay niños, mujeres
embarazadas que están viviendo en albergues junto con varones adultos, lo cual
no es adecuado.
“El gobierno federal ha dicho
que no va entregar dinero, sino apoyo en especie, pero hay muchos albergues que
están funcionando en Tijuana y Mexicali en los que la gente no está recibiendo
desayuno, solo les dan una comida después de las seis, siete de la noche.
Hoy he visto un albergue
donde mis hermanos están haciendo cooperacha entre ellos para conseguir dinero
para comer”, dice en perfecto español.
De las autoridades considera
hace falta mayor coordinación para enfrentar esta crisis y apoyo para albergues
que tienen problemas para el pago de agua y de “luz”.
De hecho el activista cree
sería necesario que el gobierno mexicano abra en Tijuana una oficina de Comar
(Comisión Mexicana para los Refugiados), especialmente después de la postura
del Gobierno de acogerlos como refugiados, y considerando que los migrantes
desconocen dónde pueden hacer esa solicitud fuera de la Ciudad de México.
“Ésta es una crisis que va
para largo”, considera Metelus y advierte peligros en caso de seguir la
indolencia oficial, uno de ellos, que algunos migrantes desesperados por la
situación, se vinculen al crimen organizado, “es el momento para que el
gobierno mexicano tenga un programa integral para los migrantes africanos y
haitianos, si no hay atención, los próximos meses podrían ser difíciles”.
Metelus calcula que hay cerca
de seis mil migrantes afrodescendientes en Baja California y vienen cinco mil
más.
De hecho, calcula que para
diciembre podrían llegar cerca de 42 mil.
Apoyo acotado.
En el Albergue Grupo de Ayuda
al Migrante, instalado en lo que fue el Cine Mexicali en la colonia Pueblo
Nuevo, están albergados cerca de 120 migrantes –varones todos–
afrodescendientes.
Fue de los primeros albergues
en la capital en recibir a este sector. Llegaron a tener casi 300.
En el albergue del Grupo de
Ayuda para el migrante
De acuerdo al pastor Manuel
Fernando Villegas, recibieron apoyo federal de Migralidad a través de
Desarrollo Social del Gobierno del Estado, por 250 mil pesos, pero etiquetados:
No son para renta, ni
gasolina, ni mantenimiento de unidades.
ueden pagar
acondicionamiento, agua de tomar, energía eléctrica y comida. Otros apoyos han
venido directamente de la comunidad, sobre todo de iglesias cristianas que
aportan ropa y enseres como colchones.
“Aunque no es lo que nosotros
necesitamos”, refiere Villegas en función que en ocasiones reciben ropa y
objetos ya inservibles.
Sus necesidades por el
momento son mejorar el piso y poner literas –por el frío ya no pueden dormir en
el suelo–, están por acomodar calentones ambientales y pronto tendrán
proyecciones de películas de corte cristiano.
En Ayuda al Migrante también
reciben donaciones de comida, aunque cada semana gastan cerca de 5 mil pesos en
alimentos.
De la energía eléctrica,
Villegas comenta que ya les han cortado el servicio en varias ocasiones por no
tener los cerca de 6 a 8 mil pesos del pago. Aparte desembolsan 8 mil 100 pesos
de renta mensual.
Dos veces por semana acuden
brigadas de salud estatal y una vez al mes del IMSS federal. De Isesalud han
estado fumigando constantemente.
El pesar de Villegas es que
aun cuando la demanda de atención a migrantes está resuelta, “se ve mal que
nosotros estemos atendiendo al afrodescendiente mientras que el mexicano o
centroamericano sigue en la calle, comiendo del bote de basura”.
Por ello están a la espera de
más apoyos federales, vales para comida, artículos de construcción, cobijas.
Aunque el recurso venga etiquetado y deban adquirir los productos de una
reducida lista de proveedores.
En la azotea
Cuando en septiembre el flujo
de migrantes haitianos llegó a Mexicali –cerca de 300 de un día para otro– las
autoridades los canalizaron a varios albergues, menos al Hotel del Migrante que
encabeza Sergio Tamai y que funciona desde hace seis años. Actualmente ahí se
da resguardo a cerca de 650 migrantes –casi la mitad son mujeres–, y media
docena de niños.
Tamai recuerda que ante esa
marginación oficial para ayudar, se trasladó a Tijuana, donde instalaron un
campamento que rápidamente se llenó, ya rebasados el resto de albergues.
En Mexicali esperó a que los
albergues donde las autoridades enviaron a migrantes, quedasen rebasados. Así
al Hotel del Migrante primero llegaron diez personas, luego 20 y en un parpadeo
había más de cien.
Al inicio los acomodaron en
cuartos, cuando éstos se llenaron instalaron carpas en los pasillos, y después
incluso en la azotea. Llegaron a albergar a más de 700 personas.
Hoy día atienden a más de 650
migrantes –300 en la azotea– y ante las bajas temperaturas están acondicionando
el sótano del hotel para reubicarlos.
“Estamos rebasados con los
baños, necesitamos que nos ayuden con escusados, mingitorios, regaderas”.
El Hotel del Migrante no ha recibido apoyos
gubernamentales, “hay promesas, pero acciones concretas no”, dice mientras
advierte que los migrantes ya en el inmueble se van a juntar con los mexicanos
deportados de Estados Unidos, por ello,
“ya andamos buscando otras áreas”.
De aquella promesa en el
Gobierno de Felipe Calderón y el de José Osuna Millán, de recursos para el pago
de luz, renta y nómina, asegura no fueron cumplidos a cabalidad, y los nuevos
gobiernos no los ratificaron.
Del fondo federal les
prometieron 200 mil pesos para el pago de energía eléctrica, y ya deben 150
mil.
“Del gobierno solo hemos
recibido represalias, se los llevan (migrantes) a lugares que ellos escogieron
(albergues)”. La necesidad ahora es de por lo menos 500 carpas.
Mujeres afuera del Alfa y
Omega
El panorama, Tamai lo ve complicado.
Dice que de acuerdo al
Consejo Estatal del Migrante, a Tijuana llegan 500 personas diariamente, que
“las ganonas van a ser las maquiladoras con mano de obra barata. Están
encajonados, ya perdieron su dinero, ya invirtieron todo para llegar hasta
acá”, y que la crisis se agudizará ante la advertencia del gobierno
norteamericano de reiniciar deportaciones de haitianos a su país, “eso va a
implicar que el grupo se quede aquí en la frontera, encajonado y sin
dinero”.
Mucha gente
El grupo cristiano denominado
Alfa y Omega tiene dos albergues ubicados en el centro de Mexicali en la
avenida Juárez 92.
Entre los dos sitios albergan
a cerca de 560 haitianos, uno con 120 mujeres y media docena de niños, y el
resto en el inmueble anexo con puros varones, entre los que se encuentran 49
son mexicanos, explica uno de los encargados del lugar, Alberto Álvarez
Cuéllar.
Alfa y Omega funciona como
albergue desde hace varios años y en la calle Juárez 92 funge además como
iglesia cristiana con servicio religioso varios días de la semana.
El anexo de varones se
habilitó hace mes y medio ante el alto número de migrantes afrodescendientes.
El edificio tenía muchos años
que no lo usaban, y hoy batallan con el sistema de drenaje.
Álvarez explica están en
proceso de construir regaderas y baños –en el de varones–, y del apoyo oficial desconoce
los montos, aunque refiere que de parte de Sedesol han llegado apoyos de
comida, agua, pollo, leche. A esto se le suman las donaciones de la comunidad.
“Pero no es suficiente, viene más gente en
camino”, y al día de la entrevista, habían pasado tres sin que migrante alguno
cruzara a los Estados Unidos.
Tomás Diosdado, encargado de
ambos albergues, explica que de renta pagan 27 mil pesos por los dos y de
energía eléctrica cerca de 17 mil pesos.
Otro espacio implementado
como Albergue es el conocido como El Hijo Pródigo, ubicado por la avenida
Obregón –casi frente a la glorieta de López Mateos y Morelos– en un edificio
que fungía como pequeña plaza comercial y que fue prestado a grupo religioso de
corte cristiano que encabeza Santiago Raygoza.
“Estamos esperando una remesa
de víveres, ya se nos acabó todo”, expone Bernabé Rivera, quien está a cargo
del funcionamiento del lugar que opera hace dos meses.
En el inmueble –dividido en
lo que antes fueron una veintena de locales comerciales– hay cerca de 150
migrantes afrodescendientes, hombres y mujeres.
Rivera explica que como
albergue les aportan la mitad de la dieta diaria –arroz, frijol, leche, jugo,
aceite, latas de verdura, sardina, atún– y ellos con plátano verde, pollo,
carne de puerco.
Los migrantes preparan sus
alimentos en cuatro cocinas dentro del inmueble.
“Lo que ocuparíamos del
gobierno es en la cuestión de comida, cobijas, agua. Muchas de estas personas
ya vienen sin nada, ya se les acabó todo, dinero, la fuerza. Algunos se están
haciendo a la idea de que a lo mejor no cruzan hacia Estados Unidos y están
saliendo a trabajar”, refiere Rivera y reflexiona: “Éstos ya están varados, ya
se quedaron aquí”.
(SEMANARIO ZETA/ EDICIÓN IMPRESA/ SERGIO HARO CORDERO LUNES, 5 DICIEMBRE, 2016
12:00 PM)