La policía en Jalisco provee poca o
ninguna protección contra robo a mano armada, así que los habitantes de las
olvidadas orillas de Guadalajara han comenzado a formar grupos de vigilancia
conocidos como autodefensas. Ellos han estado luchando contra los cárteles de
drogas en los estados vecinos de Michoacán y Guerrero en últimos años. El grupo
de 47 miembros está formado por líderes laborales, ambientalistas y amas de
casa de mediana edad, quienes toman turnos para patrullar las polvorientas y
engañosamente tranquilas calles de noche. Si llegan a detener a un criminal lo
llevan ante las autoridades o lo sacan del área por la fuerza.
Duncan Tucker
Ciudad de México, 20 de julio
(SinEmbargo/Vice).– Jesús Morones es dueño de una dulcería en El Salto, una
peligrosa zona industrial al sureste del área metropolitana de Guadalajara,
Jalisco, y cuenta que ha sido víctima de robo a mano armada ocho veces.
“La última vez me golpearon y
encerraron aquí junto con mi familia por diez minutos mientras ellos tomaban
todo lo que querían. Buscaban dinero pero también se llevaron una caja de
chocolates para comer después”, dice. “Mi hijo estaba llorando y uno de los
bastardos incluso le agarró el trasero a mi esposa”.
La policía provee poca o
ninguna protección contra este tipo de crímenes, así que los habitantes de las
olvidadas orillas de Guadalajara han comenzado a formar grupos de vigilancia
conocidos como autodefensas. Estos autodefensas han estado luchando contra los
cárteles de drogas en los estados vecinos de Michoacán y Guerrero en últimos
años, pero su formación en la gran ciudad de Guadalajara, capital del estado de
Jalisco, es más reciente y ha sido reportada por medios locales.
Mientras contempla el
matorral quemado de El Salto, Raúl Muñoz, de 59 años y ex guerrillero, dice que
dirige las 27 células de autodefensas más grandes esparcidas en todo el pueblo.
Atento y cuidadoso de los
halcones, como se les conoce a los vigías de los cárteles, Muñoz señala varias
camionetas negras con vidrios polarizados. Dice que probablemente pertenezcan a
miembros del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG). Cuenta también que el
grupo criminal tiene “control total” de El Salto y el municipio vecino de
Tlajomulco.
El CJNG es una organización
relativamente nueva que ha crecido y se ha extendido rápidamente en los últimos
cinco años para convertirse en uno de los grupos criminales más poderosos de
México. Muñoz sospecha que han comenzado a trabajar con grupos más pequeños de
criminales en El Salto, derivando en un incremento de secuestros, robos y
violaciones.
Los habitantes de El Salto se organizan
para combatir al crimen organizado, especialmente al Cártel de Jalisco Nueva
Generación que opera en el estado de Jalisco. Foto: Cuartoscuro
De voz suave pero fuertes
convicciones, Muñoz dice que el crecimiento de la inseguridad hizo que un
conjunto de lugareños formara un grupo de autodefensas a principios del año
pasado, y agrega que su decisión se reafirmó cuando un matón asesinó a uno de
sus colegas como advertencia en febrero de 2015.
Sin embargo, el asesinato,
que continúa sin resolverse, les hizo entender que debían mantener un perfil
bajo y nunca lucir sus armas en público. Muñoz cuenta que cargan con escopetas,
rifles de caza, y pistolas de bajo calibre, y que incluso tiene escondidos
rifles de asalto en caso de emergencia, aunque se negó a mostrarlos.
“Tenemos que ser muy
discretos, sobre todo porque no sabemos contra quien estamos. Podría ser
nuestro vecino o gente muy cercana”, afirma Muñoz, después de detenerse a
saludar a un grupo de estudiantes de preparatoria. “No queremos que nadie sepa
quienes somos porque eso podría poner en riesgo la seguridad de todos”.
El grupo dice que ha
aprendido de los autodefensas que han crecido en el estado de Michoacán desde
2013, donde se infiltraron miembros de cárteles locales y algunos entrenados
por el gobierno. Esa es la razón por la cual, cuenta Muñoz, son muy selectivos
con las personas a las que dejan entrar.
Los autodefensas de Guadalajara han
pasado casi inadvertidos fuera de sus comunidades, pero los expertos en
seguridad, como Francisco Jiménez Reynoso, de la Universidad de Guadalajara,
han seguido sus pasos desde que los primeros grupos surgieron hace unos dos
años. En la imagen, los restos de un helicóptero derribado por el CJNG el año pasado.
Foto: Cuartoscuro
Cuenta que su grupo de 47
miembros está formado por líderes laborales, ambientalistas y amas de casa de
mediana edad, quienes toman turnos para patrullar las polvorientas y
engañosamente tranquilas calles de noche. Si llegan a detener a un criminal lo
llevan ante las autoridades o lo sacan del área por la fuerza.
Muñoz, quien trabajaba en una
fábrica de llantas, tiene más de tres décadas de experiencia en activismo
radical. Ayudó a grupos de izquierda en El Salvador en los años ochenta, y
luego se unió al movimiento rebelde de los zapatistas en México, primero como
observador de derechos humanos y luego, asegura, como miembro de su división
armada, de 1994 hasta 2003.
“Por años tuve mentores de
los altos mandos zapatistas que me enseñaron cómo trabajan los autodefensas”,
cuenta Muñoz. “La lección más valiosa que recibí fue la disciplina, esa es la
base de todo”.
A pesar de que su presencia
se ha desvanecido en la consciencia nacional, los zapatistas aún viven de
manera autónoma en algunas zonas de Chiapas, donde conservan un apoyo de las
comunidades locales.
Los autodefensas de
Guadalajara han pasado casi inadvertidos fuera de sus comunidades, pero los
expertos en seguridad, como Francisco Jiménez Reynoso, de la Universidad de
Guadalajara, han seguido sus pasos desde que los primeros grupos surgieron hace
unos dos años.
Jiménez afirma que la mayoría
están ubicados en El Salto, Tlajomulco, Zapotlanejo y Zapopan, el municipio más
grande del estado. Las autoridades locales los han tolerado en silencio,
mientras que los hombres de negocios han comenzado a contratar autodefensas
para proteger a sus familias, hogares y negocios.
El académico piensa que el
colapso de la seguridad en Guadalajara es culpa de la rivalidad política entre
el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobierna Jalisco, y el
partido Movimiento Ciudadano, que controla la mayor parte de la zona
metropolitana. Ambos han politizado el problema de la seguridad antes de las
elecciones de 2018, mientras el gobernador y la fiscalía general culpan
públicamente a los rivales locales de la falta de policías en las orillas
vulnerables de Guadalajara.
Mientras las autoridades se
culpan unas a otras, otro tendero de El Salto llamado Adolfo dice que varios
residentes han comenzado a comprar armas porque pueden llegar a pasar días sin
ver un sólo oficial de policía.
El riesgo está en que esto
puede derivar en peores ciclos de violencia.
Morones, el dueño de la
dulcería, dice que no confía lo suficiente en ninguno de los otros miembros de
la comunidad para unirlos a alguno de los grupos de autodefensas, pero también
ha tenido que defenderse.
La última vez que sufrió un
robo, cuenta Morones, reconoció a uno de los agresores, quien era un vecino que
vive a pocas calles de él. Enfurecido, fue a la casa del hombre, lo golpeó y
arrastró hasta una patrulla. Liberado bajo fianza tres días después, el ladrón
presentó una queja ante la comisión de derechos humanos local, quienes
ordenaron que Morones debía pagar aproximadamente 80 dólares para cubrir los
gastos médicos.
“No puedes tenerles miedo a
estos bastardos. Lo único que puedes hacer es defenderte porque no ganas nada
yendo a la policía”, expresó Morones. “En estas situaciones lo mejor sería
matar a estos hijos de perra y tirar los cuerpos a la basura… si puedes”.
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SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE ViceNews
(SIN EMBARGO.MX/ VICE NEWS EN ESPAÑOL
/JULIO 20, 2016 - 11:36 AM)