WASHINGTON,
13 de junio.— Estados Unidos suspendió ayer temporalmente la emisión de
pasaportes y visas en toda su red consular en el extranjero, debido a una falla
informática que promete reparar rápidamente.
Están
retrasadas todas las peticiones de pasaportes estadunidenses realizadas y
aceptadas en el extranjero desde el 26 de mayo, así como las solicitudes de
visas realizadas desde el 9 de junio para entrar a EU, según un comunicado de
la oficina de Asuntos Consulares del Departamento de Estado.
La situación no tiene relación con algún
país en particular, ni con una ciuda-danía o una categoría de visa en
específico”, precisó el Departamento de Relaciones Exteriores de Estados
Unidos.
Trabajamos con urgencia para corregir el
problema y esperamos que nuestro sistema vuelva pronto a estar completamente
operativo”, aseguró el Departamento de Estado, al tiempo que se excusó con los
viajeros estadunidenses y extranjeros.
La
expedición de pasaportes en Estados Unidos no resultó afectada, y en el
extranjero los consulados pueden emitir “pasaportes de urgencia” para ciertos
casos, también especificados por esa dependencia norteamericana.
EU
tiene la red consular más importante del mundo con unas 70 mil personas
empleadas por el Departamento de Estado y sus diferentes administraciones.
La
base consular de datos fue paralizada el año pasado por otra falla técnica que
tuvo el mismo efecto, pero el Departamento de Estado aclaró que no están
relacionadas.
Hasta
el cierre de esta edición la embajada de Estados Unidos en México no se había
pronunciado al respecto.
La
Misión Diplomática de Estados Unidos en México adjudica alrededor de dos millones
de solicitudes en más de 20 categorías diferentes de visas, cada año.
(EXCELSIOR/
AP y AFP / Foto: Archivo/ 13/06/2015 05:43)
El
Departamento de Estado afirmó que la decisión es temporal y que se debe a una
falla informática; tampoco hay pasaportes
Anastasia Lechtchenko Masney declaró que las decapitó,
le sacó el corazón a su mamá y los ojos a su hermana menor
TIJUANA,
12 de junio.- Anastasia Lechtchenko Masney declaró ser la responsable del
homicidio de su madre y de su hermana de 12 años, cuyos cuerpos decapitó,
desmembró y sacó el corazón a una y los ojos a otra, para tirarlos por el
inodoro, ya que ambas eran brujas.
En
su declaración ante agentes de la Unidad de Homicidios Dolosos de la
Procuraduría de Justicia del Estado, la joven de 19 años confesó que a su
madre, Yuliya Masney Safonchik, de 45 años de edad, la ultimó ahorcándola y
apuñalándola con un cuchillo de cocina.
A
su hermana menor, Valeria Lechtchenko Masney, autista de nacimiento, la mató de
igual forma y la decapitó.
El cuello, así la piel atrás del cuello
estaba calientita y eso que ya no tenía la cabeza", confesó. Al terminar,
sacó los ojos de la cabeza de la menor.
Apenas
en febrero, Anastasia Lechtchenko Masney había escapado de su casa, por lo que
el Centro de Apoyo de Personales Extraviadas y Ausentes (CAPEA), emitió una
pesquisa para localizarla.
Posteriormente,
la joven fue localizada en Sinaloa, a donde llegó por su cuenta propia, según
asentó su propia madre en el perfil de Facebook de Anastasia:
La
noche del miércoles, la Policía Municipal atendió el llamado de algunos
ciudadanos que reportaron olores fétidos en la avenida Paseo Ensenada, de
Playas de Tijuana, tras lo cual acudieron agentes de la Policía Ministerial.
Reportan olores fétidos de un domicilio en
la avenida Ensenada, acude la Policía Ministerial, confirma estos olores
característicos de cuerpos descompuestos. Ingresan al domicilio y encuentran
dos cuerpos" que con trabajos fueron identificados como los de Yuliya y
Valeria Lechtchenko Masney, informó José María González, titular de la
Subprocuraduría Contra la Delincuencia Organizada.
Aunque
no se precisó una fecha para la comisión del crimen, vecinos de la mujer y de
sus hijas reportaron haber dejado de verlas desde el pasado domingo 7 de junio,
la fecha del proceso electoral federal.
De
acuerdo al reporte de los agentes a cargo del hallazgo, los cadáveres estaban
descuartizados y metidos en bolsas plásticas en la zona del garaje de la casa
2311 de la avenida Paseo Ensenada en la sección Jardines del Sol, en el
fraccionamiento Playas de Tijuana.
Las
primeras investigaciones apuntaron hacia la joven Anastasia ya que las
cerraduras de la casa no estaban forzadas, y ella presentaba una conducta
irregular.
Su
padre, Igor Lechtchenko, un entrenador de gimnastas en la Universidad Autónoma
de Baja California, llegó al lugar del crimen la noche del descubrimiento, tras
ser notificado por las autoridades.
Cualquier
ley que prohíba el matrimonio entre personas del mismo sexo es
inconstitucional, determinó; ordenó publicar en el Semanario Judicial una
jurisprudencia
CIUDAD
DE MÉXICO, 13 de junio.- Cualquier ley que prohíba el matrimonio entre personas
del mismo sexo es inconstitucional, determinó la Suprema Corte de Justicia de
la Nación (SCJN).
Ayer
la Corte ordenó publicar en el Semanario Judicial una jurisprudencia mediante
la cual establece:
La Ley de cualquier entidad federativa que,
por un lado, considere que la finalidad del matrimonio es la procreación y/o
que lo defina como el que se celebra entre un hombre y una mujer, es
inconstitucional".
Precisó
que la finalidad constitucional del matrimonio es la protección de la familia,
por lo que calificaron como "no idóneo" que algunas legislaciones
limiten su función a la procreación.
Calificó
de discriminatorio vincular los requisitos del matrimonio a las preferencias
sexuales, ya que éstas no constituyen un aspecto relevante en cuanto a la
protección de la familia.
En
cuanto a las legislaciones que definen al matrimonio como la unión entre un
hombre y una mujer, la jurisprudencia estableció que se trata de una
"enunciación discriminatoria en su mera expresión".
El
texto señala que "Bajo ninguna circunstancia se puede negar o restringir a
nadie un derecho con base en su orientación sexual".
Ciudad
de México, 13 de junio (SinEmbargo).– Un grupo de 100 centroamericanos que
viajaba en el tren conocido como “La Bestia” fue atacado en la localidad de
Tembladeras, Veracruz, por al menos 20 sujetos armados con pistolas, escopetas
y machetes, quienes les exigieron una cuota para continuar su viaje.
De
acuerdo con medios locales, unos 30 migrantes que lograron escaparse del ataque
relataron al personal del Desarrollo Integral de la Familia (DIF) de Las
Choapas que los hechos sucedieron la mañana del viernes cerca de la localidad
de San José del Carmen y Tembladeras.
Mencionaron
que los atacantes tenían acento de voz de mexicanos y les exigían 100 dólares a
cambio de permitirles seguir con su viaje, de lo contrario serían golpeados o
despojados de sus pertenencias.
En
agosto de 2013 ocurrió una agresión similar contra migrantes centroamericanos
en el mismo sitio, en esa ocasión hubo más de ocho muertos y más de 500
migrantes resultaron baleados y agredidos a machetazos por presuntos
integrantes del cártel criminal de Los Zetas, quienes les exigieron una cuota
para continuar el viaje.
El
ferrocarril procedía de Palenque, Chiapas y se dirigía a Coatzacoalcos,
Veracruz, lugar donde se concentran la mayoría de trenes que se desplazan a
diferentes puntos del país.
Uno
de los migrantes identificado como Alfredo Parras Emiliani, de 27 años,
procedente de Tocoa Colón, Honduras, dijo en entrevista para Plumas Libres que
a la mayoría de sus compañeros les quitaron su dinero y los golpearon para
despojarlos de sus pocas pertenencias.
Otro
de los migrantes que logró escapar tuvo que ser hospitalizado por un balazo en
el pecho en el centro Médico Pedro Coronel, donde se reporta fuera de peligro.
Personal
del Instituto Nacional de Migración arribó al lugar para trasladarlos a la base
de Acayucan, donde finalmente pasarán unos días antes de ser deportados a la
frontera sur de México.
(SIN
EMBARGO.MX/ Redacción / junio 13, 2015 - 13:38h)
Antonio
encarna la historia de muchos niños y jóvenes que han cambiado su infancia por
las armas en Michoacán. Fue testigo de la ejecución de su padre por Los
Templarios y el muchacho de 13 años ha jurado vengar su muerte
Hasta
antes del 18 de octubre del 2013, Antonio era un niño normal. Era uno más de la
chiquillada que crecía corriendo y soñando por las estrechas calles de
Tancítaro
En
otros grupos de autodefensas de Tierra Caliente, Los reyes y la Costa también
hay niños. A todos los menores armados también los mueve la venganza
"Más
les vale que mueran en un enfrentamiento, porque si los agarro vivos, me los
voy a tragar a pedacitos. Los voy a torturar para que paguen todo lo que hemos
sufrido en la casa por la muerte de mi papá"
Antonio
autodefensa
de 13 años
"Primero
pensé en comprar una pistola y buscar a los asesinos de mi padre, pero luego
supe de las autodefensas y me enlisté"
Antonio
Autodefensa
de 13 años
Desde
hace dos años se sumó a las autodefensas y ya ha matado a cinco Caballeros
Templarios. Se sonríe. De alguna forma siente que está haciendo lo correcto.
Asegura que no tuvo alternativa de escoger la vida que lleva.
“Cuando
vi cómo mataron a mi papá”, confiesa, “supe que éste sería mi destino”.
No
quita lo ojos del suelo. Cuando habla acaricia el AK-47 terciado sobre las
piernas. Parece un niño que a punto está del llanto, pero se recompone. Le
brillan los ojos y aprieta las quijadas. El odio se le desborda por el
escuálido cuerpo de apenas 13 años, en donde ya se monta un hombre en pie de
guerra.
No
sabe cuándo vaya a terminar su participación en las autodefensas, los grupos de
civiles armados que nacieron en Michoacán para protegerse de los cárteles de la
droga.
Pero
de una cosa está seguro: no se va a separar de su rifle hasta que haya cobrado
venganza. Se juró matar a los tres que a quemarropa asesinaron a su padre. Como
en adelantos de película intenta describir la noche en que un comando de Los
Caballeros Templarios irrumpió en su casa. No alcanza a contar la escena del
asesinato cuando le ganan los sollozos. Se muerde los labios hasta casi
sangrarlos. Voltea hacia otro lado. Respira profundo. Se serena y retoma la
conversación.
“A
mi papá lo mataron solo porque no quiso irse a trabajar para los Templarios”.
Fue
uno de los cientos de hombres asesinados delante de su esposa e hijos.
Después
de la muerte de su padre, cuenta Antonio, la familia abandonó la casa. Dejaron
el lugar porque nadie quiso volver a revivir la escena limpiando la enorme
mancha de sangre que se quedó calcada en el piso de cemento. La viuda y los
tres huérfanos se fueron a vivir con los abuelos maternos a otra comunidad
cercana a Tancítaro. Desde ese día el más pequeño de los hermanos no ha dicho
una sola palabra, y su madre enfermó de diabetes.
Solo
en el cuerpo de Antonio bulló la venganza.
LE ARREBATARON LA INOCENCIA
Hasta
antes del 18 de octubre del 2013, Antonio era un niño normal. Era uno más de la
chiquillada que crecía corriendo y soñando por las estrechas calles de
Tancítaro. Su vida transcurría, como la de muchos niños de esa zona de las
montañas de Michoacán, entre los quehaceres de la casa y la obligación de la
escuela. Le gustaba jugar por las tardes futbol y se pasaba largas horas viendo
los programas de comedia en la televisión. Soñaba con ser doctor y por eso se
esforzaba en la escuela con las matemáticas. El amor ya se despertaba en él,
pero pudo más el odio cuando la vida le cambió radicalmente.
Es
desconfiado. Solo después de varias intermediaciones cedió a contar su
historia. En la escuela primaria a la que iba, su nombre está envuelto en un
halo de fantasía y leyenda. Algunos de sus compañeros hablan de Toño… el niño
que se fue a la guerra. Le atribuyen victorias ganadas sobre el cartel de los
Templarios. Otros más lo recuerdan con la resignación del que saben lejos y
perdido. Sus maestros no quieren hablar de él porque en esta región nadie
nombra a los que tomaron las armas. Son solo héroes anónimos que luchan contra
las células del cartel que una vez se adueñó de la vida de todos.
A
la orilla del camino que va de Tancítaro a la comunidad de Pareo fue la cita.
Es la zona que tiene asignada a su control. Es el corredor templario que
comunica la montaña con Tierra Caliente. Es el principal punto de movilización
de algunas células que se mantienen activas y escondidas en el cerro de
Tancítaro. El niño autodefensa, con 12 hombres armados a su mando, se aleja del
grupo para recibir al reportero. Reorganiza el retén. A unos de sus hombres los
mueve a varios metros detrás de la barricada. Es un general en el cuerpo de un
niño. No quita las manos del fusil de asalto que le cuelga a la altura de la
cintura y que manipula como si fueran los manubrios de una bicicleta.
Con
una sonrisa intenta suavizar el drama de la guerra. Escudriña atento los
movimientos de la grabadora en la mano. El rostro se le torna serio cuando
recuerda a su padre asesinado. Confianza que nunca se imaginó tener que vivir
con un rifle en las manos, porque en su casa nunca hubo armas. Dice en sus
palabras que la sed de venganza lo ahoga todas las noches. Supo que la guerra
sería su destino cuando mataron a su padre.
“No
lo pensé mucho”, cuenta. “Primero pensé en comprar una pistola y buscar a los
asesinos de mi padre, pero luego supe de las autodefensas y me enlisté”.
DE ALTA EN LAS AUTODEFENSAS
Incorporarse
a los grupos de autodefensas fue fácil. Dos días después de que mataron a su
padre, apenas lo sepultó, se presentó en una barricada que estaba sobre la
comunidad de Apo, en el camino a Los Reyes. Allí le platicó al comandante del
grupo que quería ser parte de la resistencia al crimen organizado. Le
preguntaron las razones y él argumentó la pesadilla de ver morir a su padre. Lo
aceptaron en las filas, pero le dijeron que tendría que esperar turno para
portar arma. Los fusiles son otorgados en función de los que pueden incautar a
los templarios abatidos o detenidos. Otra alternativa fue comprársela al
“Gringo”, uno de los que venden armas a los civiles alzados en todo el estado
de Michoacán.
La
edad no fue impedimento para sumarse a la guerra. En otros grupos de
autodefensas de Tierra Caliente, Los Reyes y la Costa también hay niños. A
todos los menores armados los mueve la venganza por la muerte de algún familiar
directo. Se estima que entre los cerca de 3 mil elementos de las autodefensas
que siguen activos en Michoacán, al menos unos 600 de ellos son menores de 18
años. Más de la mitad son niños con edades que oscilan entre los 9 y los 15
años. Todos los menores antes de sumarse formalmente a las filas reciben
instrucción paramilitar básica. A todos los adiestran en el manejo del fusil AK-47.
A Toño, la puntería se le da naturalmente.
Apenas
a dos días de haber entrado a las autodefensas, con un arma prestada, lo
asignaron a las rondas de vigilancia por las inmediaciones del Cerro de
Tancítaro. Para no tener que esperar la dotación de un arma incautada, Toño
optó por comprar un fusil. Vendió una motocicleta que era de su padre, por la
que le dieron 4 mil pesos y con ello pudo pagar el Cuerno de Chivo que no
suelta en ningún momento.
“Con
este fusil ya he dado de baja a cinco templarios, pero todavía me faltan los
que yo quiero”, presume el chico.
LA EBULLICIÓN DE LA VENGANZA
Él
sabe bien quiénes son y por dónde se mueven los asesinos de su padre.
“Siguen
activos, son los mañosos que luchan por sobrevivir, después de que cayó ‘La
Tuta’”.
Desde
hace dos años les sigue la pista. Asegura que sus perseguidos no se han ido del
estado porque los tiene cercados en la montaña de Tancítaro. Confía en que
pronto los pueda “dar de baja”.
La
Policía Federal ha colaborado con el grupo de autodefensas al que pertenece
Toño. Le entregaron fotografías y expedientes de Los Templarios que mataron a
su padre, y por ello es que los tiene bien ubicados, a la espera de poder
encararlos en cualquier momento.
No
lo piensa mucho para decir lo que hará cuando se encuentre con los que mataron
a su padre. “Los voy a matar de rodillas”. Se le hacen más profundos los ojos.
“Ojalá que tenga la posibilidad de agarrarlos vivos. Ese sería mi mayor gusto”.
El niño se llena de coraje. Habla como olvidándose de la entrevista y comienza
un soliloquio que acompasa frotando el fusil que cuelga como una extensión de
su persona.
“Más
les vale que mueran en un enfrenamiento, porque si los agarro vivos, me los voy
a tragar a pedacitos. Los voy a torturar para que paguen todo lo que hemos
sufrido en la casa por la muerte de mi papá”.
Él
ya sabe lo que es matar. Dice que no se siente nada. Que al principio da un
poco de miedo de estar pensando, pero luego se quita.
“Se
siente en las manos cuando con el cuerno (AK-47) bajas a alguien. Aunque no lo
veas caer, hay algo que te dice que lo mataste, y a veces se siente bonito”.
Toño
ha estado como 10 ó 12 veces en combate, ya perdió la cuenta de las que ha
disparado su arma. Tenía apenas como tres meses de estar en el grupo de
autodefensa cuando bajó a dos sicarios de los templarios en un enfrentamiento.
En otra ocasión mató a tres y eso le valió para que lo dejaran como encargado
de grupo. Sus hombres lo llaman por su nombre porque no quiere que lo ubiquen
como comandante.
El
grupo que comanda Toño está formado en su mayoría por adultos. Hay un hombre de
70 años que decidió tomar las armas para vengar a su hijo secuestrado y muerto
por los Templarios. Don Pablo se ve extraño cuadrándose frente al niño de piel
curtida por el sol.
“Es
uno de los hombres más leales que tengo”, explica sin motivo, luego de darle
permiso para dejar la guardia y comer.
Hoy
en la barricada hubo puerco en sancocho y frijoles con tasajo de res. Las
mujeres de la comunidadde Pareo son las
que llevan de comer a los hombres que mantienen la seguridad de esa localidad,
donde los templarios violaron a decenas de mujeres y mataron al doble de los
hombres.
EL NEGRO, SU FIEL COMPAÑERO
Vuelve
a hablar de la sensación agradable que deja la muerte de sus enemigos. Dice que
a los cinco templarios que lleva en su cuenta personal los mató a una distancia
de más de 100 metros. “A todos me los bajé con el Negro”. Así le llama a su
fusil. Casi todos los hombres de las autodefensas les tienen nombre a sus
armas. Toño le puso “El Negro”, a veces le dice “Bonito”. Lo mira. Lo acaricia
como a un niño. Hasta parece que le canta una canción de cuna. Los arrulla en
sus manos. “Si viera que bonito cacarea cuando estamos en combate”. Dice que a
veces siente que “El Bonito” le habla. “Me dice que me duerma cuando no puedo
conciliar el sueño. Él es el que me recuerda que debo ir a ver a mi mamá cada
domingo”.
Al
“Negro” no lo suelta para nada. No lo deja ni para visitar a su mamá al rancho
de sus abuelos. Le duele ver cómo su hermano menor lleva dos años sin poder
hablar.
En
las autodefensas no le pagan, pero es ley que se puede quedar con las
posesiones que los templarios muertos tengan tras el momento del combate. Toño espera
tener suerte con la próxima célula de sicarios que enfrenten para ver si de
allí puede obtener unos centavos que le permitan llevar a su hermano al médico.
“Me
da mucha tristeza”, confiesa. “Me parte el alma ver a mi hermanito sin poder
decir una palabra y siempre con la mirada fija en la pared”.
Él
sabe que es la consecuencia psicológica de haber visto cómo asesinaban a su
padre y se le nota más el odio que tiene hacia el cártel.
‘MI NOVIA ES LA GUERRA’
No
piensa en el amor. Hay una muchachita en Apo que le gusta, pero él se sabe
destinado a otras cosas. “En la guerra no puede uno tener novia. Te descuidas y
en un rato la dejas viuda”. No quiere que nadie le llore si lo llegan a matar,
porque se sabe expuesto a todo. Por eso, como todos, Toño ha renunciado al
amor. Muchos dejaron esposas, otros no quieren tener novia. Todos en el grupo
de Toño son autodefensas solos. “Mi novia es la guerra”, dice. Entre ellos se
ven como hermanos. Son la única familia que se tienen. Ser autodefensa es como
un ministerio de fe, donde se comulga con balas.
El
único amor que lo mueve es el de su madre. Le preocupa la salud de su mamá. A
ella se le ha agudizado la diabetes en los últimos meses, a grado tal que a sus
43 años parece ya una anciana de 70. Cada domingo la visita y procura llevarle
frutas del mercado. La gente ve con buenos ojos a los guardias y para ellos
todo lo que quieran o necesiten comer es gratis. A Toño no le gusta abusar de
esa condición, pero cuando se trata de llevar una fruta a su mamá sí acepta los
regalos que le dan en el mercado a su paso. El domingo pasado le llevó higos,
duraznos y mangos. Su madre se lo comió a besos y lo bañó de bendiciones.
“Lo
más duro es cuando regreso de la casa para volver a la guardia. Se me queda un
pedazo de vida al lado de mi mamá”.
No
sabe cuándo se va a termina la guerra. “Esto va para largo. Los templarios son
como cucarachas: se multiplican por todos lados. No podemos acabarlos, aunque
ya hemos bajado a muchos”. Reflexiona. Una sombra de duda pasa por su rostro.
“Esta guerra a lo mejor nos lleva toda la vida, pero ojalá que no”. Él tiene
–muy en lo profundo- sus propios sueños. No quiere morirse en la barricada. Le
gustaría seguir estudiando para llegar a ser médico. Quisiera despertar un día
en su cama y saber que todo lo que ha vivido desde la muerte de su padre ha
sido una pesadilla. Ese es el pensamiento con el que se duerme todos los días.
Es el pensamiento que lo acompaña mientras se tiende sobre los cartones improvisados
como cama, cuando clava sus ojos negros en la noche negra de Michoacán.
Cuenta
que tarda en conciliar el sueño y por eso comienza a contar las estrellas que
cintilan. Imagina que son de lumbre y que las puede ir apagando con solo
soplarles desde acá. Antes de dormir, con el “Bonito” velándole el sueño, el
niño sueña. Imagina que regresa con su mamá, que la abraza y que le dice que
por fin vengó la muerte de su padre. Entonces su padre, desde la tumba, ya no
clama venganza, entra también en un sueño de descanso. Sonríe. Le gusta
imaginar el rostro de su padre que se sonríe sabiéndose vengado. Entonces “El
Negro” deja de ser fusil. “El Negro” ya no dispara muerte. El negro es un perro
con el que se anda silbando en el camino.
(REPORTE INDIGO/ J. Jesús Lemus /Viernes
12 de junio de 2015)