La
descomposición del a vida pública en México es un hecho innegable. Los partidos
políticos, algunas instituciones y hasta la misma presidencia, están tocados en
su credibilidad.
El
resultado de las elecciones, no dejarán como saldo un país más democrático.
TRANSICIÓN A LA ESPAÑOLA
Durante
mucho tiempo se habló en nuestro país de la viabilidad de aplicar una
transición como la que se vivió en España tras la muerte del dictador Francisco
Franco.
En
la Madre Patria se experimentó la construcción de un sistema político con
participación de las fuerzas políticas más representativas. Para eso se llevó a
cabo el Pacto de la Moncloa, como quiso calcar Enrique Peña Nieto con el Pacto
por México, signado por el PRI, PAN y PRD, instrumento que permitió la
aprobación de las reformas fiscal, petrolera y educativa, está última ya
paralizada por impráctica.
Durante
su sexenio Carlos Salinas se sacó de la manga el Pacto de Solidaridad
Económica, con la participación de los diversos sectores económicos, es decir
del capital y el trabajo.
Ya
antes diversos países latinoamericanos habían optado cambiar por diversas vías:
la de la revolución armada en Cuba 1959 y Nicaragua en 1979 o electoral en
Chile en 1973 con la Unidad Popular de Salvador Allende. El Salvador empezó con
el recurso de las armas y tras los Acuerdos de Chapultepec, el FMLN se
transformó en partido político y hoy ostenta el poder en ese país
centroamericano obtenido en la competencia electoral.
Otros
países con transiciones interesantes han sido la Sudafricana que va de la caída
del apartheid a la toma del poder por el Congreso Nacional Africano de Nelson
Mandela; la llegada en los 80`s al gobierno de los partidos socialistas en
países europeos como Italia, Francia y España en lo que se conoció como
eurocomunismo; la que permitió la reunificación de Alemania luego de la caída
del Muro de Berlín en 1989; la fragmentación de la URSS que inició con la
perestroika y el glasnot de Mijael Gorbachov; la de los países del cono sur
como Argentina, Chile, Uruguay, Brasil y Paraguay, que padecieron dictaduras
militares en los 70`s y pasaron a un sistema de competencia electoral que
permitió la conformación de gobiernos de izquierda.
Después
de la revolución mexicana han sido pocos y aislados los intentos de acceder al
poder por medio de la fuerza. La rebelión de la huertista de 1923 que alzó en
armas a casi la mitad del ejército y la rebelión escobarista de 1929 que
incluyó a varios generales como Fausto Topete, Francisco R. Manzo, Jesús María
Aguirre y José Gonzalo Escobar y que Abelardo L. Rodríguez buscó frenar, han
sido los intentos más conocidos en el siglo pasado.
Más
acá grupos guerrilleros como el Partido de los Pobres de Lucio Cabañas y la
ACNR de Genaro Vázquez Rojas, realizaron actividad subversiva en puntos muy
localizados de Guerrero.
Fuera
de eso, han sido movimientos antisistémicos los que han empujado reformas y
reacomodos: El Movimiento Cívico Potosino del doctor Salvador Nava Martínez; el
neopanismo de corte empresarial de 1984 que hizo posible la llegada del primer
gobernador del PAN en Baja California y la alternancia de 2000 o el
neocardenismo de 1987, que originado en las entrañas del PRI se subsumió con el
PMS de raíz marxista y socialista para dar paso al PRD en 1989.
DE LA COCEI A “EL BRONCO”, TRANSICIÓN A
LA MEXICANA
Las
recientes elecciones en España pusieron la atención en el quiebre del
bipartidismo PP-PSOE y el acceso al poder de organizaciones como PODEMOS y
Ciudadanos, ante el hartazgo de la ciudadanía con los partidos políticos
tradicionales.
Para
muchos, avances como el señalado es representado en nuestro país por los
candidatos ciudadanos o independientes, que como como Jaime Rodríguez Calderón
en Nuevo León dan mucho de qué hablar.
Desde
que en marzo de 1981 se eligió como presidente municipal de Juchitán por la
Coalición Obrero Campesina Estudiantil del Istmo (COCEI) a Leopoldo “El Poli”
de Gyves, adquirió gran fuerza la lucha por los ayuntamientos por fuera de los partidos.
Diez
años después en Guaymas, el despertar de la sociedad civil era una realidad que
dio pie a la alternancia y a los gobiernos compartidos para 1997 en Sonora,
luego de 60 años de hegemonía priísta, según decir del politólogo Juan Poom
Medina.
HECHOS DE VIOLENCIA POLÍTICA EN GUAYMAS
1967
es un hito en la política electoral sonorense. Ese año se dio el movimiento
estudiantil y popular más importante en la entidad. Ismael Mercado Andrews, en
su libro “El día en que explotó la rabia” hace un recuento del suceso.
Para
1985 el PAN llevando como candidato a la gubernatura a Adalberto “El Pelón”
Rosas, protagonizó una de las elecciones más competidas de la historia y en
contraparte nació el mito que envuelve a Beltrones, quien apareció en la entidad
acompañando a Rodolfo Félix Valdez.
Durante
la presidencia municipal de Florentino “Cabezón” López Tapia (1988-1991) se dio
el allanamiento de las oficinas del PARM por una turba identificada con el
viejo cacique pesquero y como respuesta desesperada por el activismo desplegado
por Cecilia Soto y su esposo Patricio Esteves en apoyo de la lucha del Comité
Pro Defensa de los Derechos del Pescador. Florentino, hombre recio y de pocas
pulgas, se constituyó en blanco favorito de la inconformidad social.
En
1991 emergió el uribismo como una fuerza electoral capaz de doblegar al PRI y a
su candidato Manuel Ibarra Legarreta. Desconocido el triunfo de Joserra, el
candidato de Acción Nacional y negociado e instalado un Concejo Municipal, el
gobernador Manlio Fabio Beltrones nombró una especie de embajador
plenipotenciario en Guaymas en la persona del empresario Julio Ramón Luebbert
Duarte, a quien colocó al frente de la Junta para el Progreso y Bienestar,
mismo que en un zafarrancho con un grupo de panistas terminó descalabrado por
un garrotazo en la cabeza. En su libro “Sonora 1991: historia de políticos y
policías” el periodista Roberto Zamarripa, dio cuenta de las álgidas elecciones
en Guaymas y Puerto Peñasco de ese año.
La
elección del 2012 pasó a la historia por el allanamiento de las oficinas del
Consejo Distrital Electoral para rellenar las urnas con votos a favor de César
Lizárraga, quien por 86 sufragios perdió la diputación local ante José Luis
Marcos León Perea del PRI.
En
esa misma elección resultó golpeado el trabajador de Control Urbano Julio César
Aceves por parte del hoy flamante director de Imagen Institucional del
ayuntamiento Gianco Urías y otros pendoneros de la campaña priísta. Entonces el
Gianco, hacía méritos para llegar a la dirección de Seguridad Pública en un
eventual triunfo de Claussen y por obra y gracia del C3 sigue a la espera del
puesto ofrecido al quedarse como las novias de rancho, vestido y alborotado.
Actualmente,
la presente elección, aparte de la guerra de lodo que la ha envuelto, se ha
caracterizado por el activismo nunca antes visto de un alcalde en funciones a
favor de sus intereses personales y partidistas.
Otto
Claussen, poniendo en riesgo la convivencia entre los porteños, sin recato ha
utilizado a la policía municipal con claros fines político-electorales y en
donde la tónica ha sido la detención de brigadistas del PAN y de MORENA y el
retiro de propaganda de sus candidatos, principalmente de Javier Gándara,
llegando incluyo la violencia a la quema de un vehículo de Acción Nacional, en
respuesta a la puesta en marcha del Turibús, vehículo destinado a llevar gente
a conocer la casa que el alcalde levantó en San Carlos, con el mensaje de los
panistas de que el que se lleva se aguanta, lo que desquició al Alemán.
“Sí
ya saben cómo me pongo, pa´que me provocan” diría el clásico.
(EL
PORTAL DE LA NOTICIA/ LA VIÑA DEL SEÑOR/ 01 Junio 2015, 09:38)