México.- Las palabras del juez británico Richard Hone fueron
contundentes: “Señor Bolton, has dañado la reputación del comercio
británico en el extranjero, has embaucado al departamento de Comercio e
Industria de Reino Unido y a otras agencias dedicadas a apoyar la
exportación de bienes de calidad británicos, opuestos a las porquerías
que has manufacturado”.
El martes 20 de agosto nos enteramos que el Mr. Gary Bolton,
“empresario” inglés, dueño de la empresa “Global Technical LTD”, fue
condenado a siete años de prisión por un jurado de una Corte inglesa.
Fue acusado de fraude por manufacturar y vender equipo “patito” a varios
gobiernos del mundo. Uno de los mejores compradores fue México.
En los testimonios vertidos en el juicio encabezado por el juez Richard
Hone QC trascendió que el defraudador hizo una enorme fortuna durante
los años 2007 al 2012 de más de 45 millones de libras esterlinas al
vender sus artefactos a los gobiernos de México, Tailandia, China,
Paquistán, Egipto, India, Arabia Saudita y a otros de origen
centroamericano.
Además Bolton también vendió su artefacto a los organizadores de los
juegos olímpicos de Sidney, así como a la British American Tabacco.
Los compradores de México fueron la Procuraduría General de la República
(PGR), la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), la Marina Armada
de México, Petróleos Mexicanos (Pemex) y varios gobiernos estatales y
municipales.
El empresario inglés culpable aceptó los cargos alegando que “sufría
depresión como para enfrentar un periodo largo de encarcelamiento”, pero
el juez no le dio validez a su diagnóstico.
Las preguntas son obligadas: ¿Cómo pudo engañar este personaje a tanta
gente y sobre todo a instituciones como nuestro Ejército, que se supone
cuenta con áreas de inteligencia? ¿Quién hizo este negocio? ¿Cuánto se
llevaron de comisión? ¿Sabemos el número de personas que fueron sujetas a
proceso y que quizá hoy se encuentren presas por lo que dijo ese
aparato mágico?
Hoy sabemos que el fraude de Bolton en México pudo concretarse gracias a
la ayuda –¿desinteresada?– de Giles Paxman, embajador de Gran Bretaña e
Irlanda del Norte en México durante muchos años. Hoy es embajador en
España. Sin recato alguno, el defraudador usó la sede diplomática para
concretar negocios en México y en Centroamérica. No sabemos si otorgó
por ello un porcentaje del negocio.
La empresa vendedora para México fue Seguridad e Inteligencia con
Tecnología de Vanguardia (Segtec); se sabe que hizo ventas por
aproximadamente mil 112 aparatos de los denominados “detector molecular
GT-200”. El costo promedio fue de 30 mil dólares cada uno. De acuerdo
con “El Universal”, el primer cliente de Segtec fue la PGR, quien
adquirió de tres a siete equipos; le siguió Pemex, que compró 54 y la
Sedena hizo compras masivas de 2007 a 2010 hasta adquirir 742 aparatos.
Un reportaje periodístico de octubre de 2008 señalaba que nuestro país
“con esos aparatos –conocidos coloquialmente como “la ouija del diablo”–
se colocaba al frente del desarrollo de tecnología para la detección de
narcóticos, explosivos, armas y de muchas otras sustancias prohibidas”.
En síntesis se afirmaba contundente que el equipo inglés era la octava
maravilla del mundo y con ello se podría hacer casi todo, incluso dejar
de usar los perros.
Los ingleses han hecho muchos inventos y quizás por eso nuestros
servidores públicos les creyeron. Hace años, en 2004, un grupo de
científicos británicos, apoyados por el gobierno de Tony Blair, lanzaron
un ambicioso proyecto para reforzar su seguridad nacional, a través del
desarrollo de aparatos capaces de percibir, memorizar y reconocer los
olores de la gente. El proyecto implicaba un costo de 3 mil millones de
libras esterlinas. Quizá en eso pensó Gary Bolton, y lanzó el invento
del siglo 21: su “ouija del diablo”. La propaganda de ventas decía:
“Funciona a través de la localización de campos diamagnéticos (que
repelen a los imanes) y paramagnéticos emitidos por químicos, plásticos,
acetato de uranio, nitrato de amonio y municiones que puedan estar
construidas con bismuto, un sustituto de plomo”.
Según esto el aparato era capaz de detectar seres humanos, tabaco y varias toxinas.
Empero, la verdad fue que la famosa “ouija del diablo” fue utilizada sin
ninguna certificación que garantizara la funcionalidad y credibilidad
de las detenciones.
El instrumento “mágico” resultó ser un tubo de plástico con antena que
supuestamente señalaba el lugar donde se encuentra alguna sustancia u
objeto prohibido y, por si fuera poco, se presumía que tenía la
capacidad de identificarlas dentro de cualquier medio de transporte
terrestre, marítimo y aéreo debido a su supuesta gran capacidad de
penetración y detección. ¡Todavía más, decían que ello tenía atemorizado
al crimen organizado!
No sabemos cómo y por qué en 2007 los técnicos especialistas de
seguridad nacional (Sedena, Armada, etcétera) y varios gobiernos
estatales, fueron convencidos de las bondades de esa tecnología para
combatir el crimen organizado. Y adquirieron irresponsablemente a un
costo altísimo decenas de equipos fraudulentos.
Recuerdo que la institución castrense presumía al alto mando que la
famosa “ouija del diablo” ya había sido utilizada con éxito en los
estados de Sonora, Sinaloa, Tabasco, Durango, Michoacán y Baja
California.
Meses después, en marzo de 2011, el entonces presidente de la Academia
Mexicana de Ciencias (AMC), Arturo Menchaca, declaró al periódico
Reforma que el GT200 era una burla. “A todo ese concepto le llaman la
radiestesia, y pareciera ser toda una charlatanería paranormal”, afirmó
el doctor en Física por la UNAM.
Por su parte el doctor Luis Mochán Backal, ex presidente e investigador
de AMC, le dijo a la revista “Proceso” en enero de 2013 que, después de
muchas dificultades, sometió al GT200 a una prueba y dijo contundente
que estaba convencido de la inutilidad de los aparatos.
Relata: “Me enteré de estos detectores en marzo de 1999, en Atlanta, EU,
durante una charla en el Congreso de la Sociedad Americana de Física.
Acudió Games Randy, famoso por denunciar la seudociencia. Él fundamentó
la falsedad del Quadro Tracker, uno de los primeros detectores
moleculares”.
El engaño duró mucho tiempo y el periodismo de investigación fue el
primero en dar la voz de alerta. En el año 2010 un reportaje de la BBC
decía que ese equipo era un gran fraude. En efecto, la cadena BBC
presentó un reportaje en el que simplemente desarmó un GT200 y encontró
que no tenía ningún componente electrónico, mientras que el “sensor”
era, literalmente, una hoja de cartulina.
Ello y otras cosas más llevaron a que la justicia inglesa acusara a Gary
Bolton de dos cargos de fraude ante las cortes británicas. El
“emprendedor” fue detenido en julio de 2012 junto con cinco ex socios,
(entre ellos un hombre llamado James McCormick), por manufacturar
distintas variantes del “detector molecular” GT200. De hecho el primero
en ser condenado fue McCormick sentenciado a 10 años de cárcel por haber
inventado un aparato fraudulento denominado ADE-651.
Este personaje acumuló, según la justicia inglesa, una fortuna de 90
millones de libras esterlinas. Y lo risible es que el aparato mágico,
compuesto de un mango de plástico hueco con una antena montada en un
pivote, le costaba producirlo dos dólares en el mercado internacional, y
en el mexicano este dispositivo era vendido en cientos de miles de
pesos.
En México fue comprado por varios gobiernos, entre ellos el de Colima
que pagó 800 mil pesos por un aparato en 2009. Por cierto, no sé por qué
motivos el gobernador de esa entidad insiste en certificar que el
equipo es eficaz. Recientemente –en julio de 2013–, se dio una discusión
mediática entre él y el científico Luis Mochán. (Ver “Del Blog del
físico Luis Mochán”)
¡Es verdaderamente increíble lo que hemos visto! Nuestros merolicos son niños de pecho comparados con estos hampones.
Laura Castellanos, del periódico “El Universal”, es una de las reporteras que le ha dado especial seguimiento al caso.
Según la periodista, la cantidad de dinero obtenida por el defraudador
podría ser superior a los 45 millones de libras. Tan sólo en el caso de
México, la empresa distribuidora Segtec hizo ventas por unos 450
millones de pesos, al vender mil 112 aparatos a la administración
federal y 27 gobiernos estatales.
Luis Mochán declaró a Laura Castellanos que le daba gusto “que Bolton
pague por su crimen por haber inducido tanto sufrimiento al vender con
cara dura un instrumento inservible usado para buscar explosivos, para
acusar a inocentes de posesión de sustancias ilegales y para buscar
sobrevivientes de desastres”.
Sabemos hoy que el empresario “patito” enfrentará una audiencia legal en
Londres en la que se determinará qué bienes le serán confiscados para
que a los clientes que estafó se les reembolse su dinero. En el caso de
México son cientos de millones de pesos y los daños causados son
inmensos.
Lo más grave es que “hasta el momento en México, no se ha realizado
ninguna investigación sobre la venta y el uso del detector molecular
GT-200”.
Por cierto, la Comisión Nacional de Derechos Humanos calificó desde hace
tiempo a este instrumento como fraudulento y poco confiable. Y es que
desde la puesta en marcha del detector molecular se triplicaron las
quejas por cateos ilegales, retenes militares y policiacos.
PROPUESTA DE PUNTO DE ACUERDO
Hay en este momento una propuesta de Punto de Acuerdo pendiente de ser aprobada en comisiones.
Dice la propuesta del punto de acuerdo, presentada el 24 de julio de
2013 y que es impulsada por el coordinador de los diputados de
Movimiento Ciudadano, Ricardo Monreal y de Alfonso Durazo:
PRIMERO.- La H. Comisión Permanente del Congreso de la Unión solicita a
los titulares de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena),
Secretaría de Seguridad Pública, para que rinda un informe detallado y
pormenorizado del número total de Detectores Moleculares GT-200 que aún
siguen en uso y de los que se han detectado con fallas en cuanto a su
operación y resultados.
SEGUNDO.- Que esta H. Soberanía exhorte al Ejecutivo Federal para que en
un plazo no mayor a 30 días, prohíba el uso del Detector Molecular
GT200 en retenes y cateos de las fuerzas armadas al interior del
territorio nacional.
Hay que reconocer que Ricardo Monreal tenía razón. El 6 de diciembre de
2011 era senador el Partido del Trabajo y presentó una propuesta de
punto de acuerdo sobre el mismo tema. Nadie le hizo caso. Por su parte,
el gobierno del presidente Peña Nieto ha dicho recientemente –22 de
agosto– que la “ouija del diablo” ya no se utiliza en México. Es la
primera noticia oficial que tenemos.
El subsecretario de Normatividad de Medios de la Secretaría de
Gobernación Eduardo Sánchez, en entrevista radial dio a conocer que
desde que el Gobierno Federal tuvo conocimiento que los aparatos no
servían para lo que originalmente fueron adquiridos se eliminó su uso.
“Cuando tuvimos conocimiento que los detectores no tendrían la utilidad
que se decía, el Gobierno mexicano dejó de usar estos aparatos que
fueron adquiridos en la administración anterior y que no tienen la
utilidad que dijeron tendría”, sostuvo.
El vocero de seguridad nacional indicó que el Gobierno valora las
alternativas para exigir el pago de daños y perjuicios, luego de que se
comprobara que el aparato no sirve.
EL CASO EN LA SCJN
Más allá del dinero defraudado al Estado, lo más grave es que en este
momento el Poder Judicial Federal tiene varios casos de personas que les
fueron violentados sus garantías y derechos humanos basados en el
empleo de este equipo. Es decir, fueron inculpados por un aparato.
El 29 de agosto de 2012 la SCJN ejerció su facultad de atracción para
determinar si es válido el uso de un “detector molecular” que
científicos han calificado de fraudulento para descubrir a presuntos
narcotraficantes y presentar acusaciones ante tribunales.
Por tres votos contra dos, la primera sala de la Corte atrajo una
apelación presentada por la PGR contra la resolución de un juez federal
de Veracruz que canceló la causa penal contra María de Jesús Nieto
Domínguez y Laura Cuevas Pineda por considerar que los resultados que
arrojó el detector GT200 no son confiables y carecen de sustento
científico.
Resulta que las mujeres viajaban en un autobús cuando fueron detenidas
por militares que les aplicaron el detector GT200. Afortunadamente
fueron liberadas por un juez federal que consideró serias dudas sobre la
validez científica de los aparatos. Y es que ninguna de ellas tenía
droga en su poder, empero ambas fueron consignadas porque, cuando los
militares les pasaron el detector, éste se “activó”.
¡DE RISA!
Por cierto, en los meses subsecuentes, y por algún motivo la Sedena
nunca entregó a la SCJN los equipos necesarios para conducir pruebas
bajo supervisión de la AMC que colabora con el ministro encargado del
caso, José Ramón Cossío.
En enero de 2013, el ministro Cossío requirió al nuevo titular de la
Sedena, Salvador Cienfuegos Zepeda, para que coopere. “Toda vez que
hasta la fecha no se ha obtenido respuesta de la Secretaría de la
Defensa Nacional, solicítese al actual titular de esa Secretaría para
que, de no existir inconveniente legal alguno, remita a esta Suprema
Corte una unidad del dispositivo de detección molecular GT200 y la
documentación que explique su funcionamiento, y se sirva proporcionar
los elementos materiales necesarios para realizar un experimento
demostrativo, así como designar a los operadores”.
El asunto en la Corte es sólo una línea de muchas por acusación sin fundamentos.
Otros casos son los de Juanita y del indígena Ernesto Cayetano Aguilar,
detenido en 2011 en un retén de Jaltipán, y liberado después de ocho
meses de reclusión injusta. Y todo ello basado en “salvar” a los
compradores del equipo “patito”.
El juez Richard Hone QC ya metió a la cárcel al que inventó el aparato “mágico”.
¿Y el daño generado a México?
DEL BLOG DEL FÍSICO LUIS MOCHÁN
Dice el físico detractor del aparato: “Invito cordialmente al gobernador
Anguiano Moreno y a todos los funcionarios y usuarios de los llamados
detectores moleculares GT200, ADE651 y similares, quienes estén
convencidos y afirmen que sí funcionan a pesar de las evidencias
publicadas recientemente, a ponerlos a prueba mediante un experimento
científico controlado de carácter ‘doble ciego’ similar al que se llevó a
cabo en la Academia Mexicana de Ciencias el 21 de octubre de 2011, en
el cual la efectividad del GT200 para detectar sustancias resultó ser la
misma que la de echar volados al azar”.
-¿Por qué pese a las evidencias científicas en México hay un gobernador
–y quizá más gobernadores y funcionarios– que defienden el uso del
aparato?
-No lo sé (habría que preguntarles a ellos), pero puedo imaginar algunas
razones. En general, aunque con algunas excepciones, la respuesta de
políticos, analistas políticos, defensores de derechos humanos y
periodistas, e incluso algunos universitarios, ponen en evidencia una
falta de cultura científica en nuestra sociedad.
El gobernador Anguiano Moreno, así como sus asesores y muchos otros,
podrían llegar a creer que los detectores moleculares GT200, ADE651 y
otros de su clase funcionan pues han visto demostraciones de venta muy
hábilmente conducidas y han atestiguado muchos operativos exitosos en
los que se empleó el aparato. La prensa mexicana reprodujo cientos o
miles de boletines de prensa durante el 2010 y 2011 que festejaban estos
éxitos. Lo que seguramente no han considerado los defensores de estos
equipos es la diferente entre las siguientes dos frases: ‘hubo un
operativo exitoso en el que se usó el aparato’ y ‘hubo un operativo
exitoso gracias al aparato’. No han sabido distinguir entre causas y
consecuencias.
No es lo mismo hallar una sustancia gracias a que el aparato apunta
hacia ella que hallar la sustancia y entonces verificar que el aparato
le apunta (debemos recordar que con una leve inclinación de la mano el
operador del aparato puede hacerlo apuntar en la dirección que él
quiera).
Tampoco han hecho estudios estadísticos para responder ¿cuántas veces
apunta el aparato en la dirección incorrecta? ¿cuál es la probabilidad
de tener un ‘falso positivo’ (señalar hacia donde no está la sustancia)?
¿cuál es la probabilidad de tener un ‘falso negativo’ (no señalar hacia
donde sí está la sustancia)?
(ZOCALO/ Revista Visión Saltillo/ Excélsior /09/09/2013 - 10:20 AM)