Agueda Barojas Ontiveros
Si el alcalde Otto
Claussen cree que los 151 millones de pesos que le consiguió el
diputado federal, Manlio Fabio Beltrones, para que no pase de noche el
primer año de su administración, le van a servir como bono eterno con la
ciudadanía, se equivoca.
Cuando llegó a la actual administración y vio lo que su antecesor
le había heredado, Otto Claussen sólo atinó a decir: “Esto es un
desmadre”.
A siete meses de gobierno, el alcalde guaymense con más
afectos en Hermosillo que en este bello puerto, se mordió la lengua. Su
administración es un desmadre.
La forma tan relajada y hasta cierto
punto valemadrista de gobernar de Otto Claussen ha dado como resultado
que su administración navegue entre lo chusco y lo frívolo, pero también
entre las mentiras, la intriga, los pleitos y la corrupción.
Hemos
visto pasar algunas administraciones y cada una de ellas tiene su toque
especial, pero si en algo se parece Claussen Iberri a su antecesor es
precisamente eso, el valemadrismo con el que está tomando la
responsabilidad que le otorgaron en las urnas.
Las extrañas
desapariciones del alcalde son muy obvias. Se nota cuando no está en
Guaymas y que no vengan y digan que anda en México gestionando porque no
va todos los días a la Ciudad de México.
Que no digan que se la lleva en Hermosillo gestionando porque buena relación con el gobierno del Estado no tiene.
Quien nos hace el favor de gobernarnos, está físicamente en palacio, solo cuando es necesario.
El
alcalde deja instrucciones ante de desaparecer y si bien es cierto hay
quienes las cumplen, también hay quienes aprovechan el vacío para hacer y
deshacer.
A Otto Claussen no le va a bastar el bono que acaba de
comprar con los ciudadanos al anunciar 74 obras de pavimentación en 24
colonias.
Si bien es cierto, es una buena noticia, pero no es suficiente.
Pavimentar
para un alcalde es como acudir a la escuela si se es estudiante o
escribir un libro para un escritor. Hasta César Lizárraga lo hizo, todos
lo han hecho. ¿Dónde está lo extraordinario? Aplaudible será una vez
que concluyan y que comprobemos que no habrá la tradicionales mochadas o
las empresas fantasmas o de constructores amigos, como en el pasado.
Aplaudiremos cuando veamos que realmente fueron obras de calidad y que con el dinero público no pagó favores de campaña.
Guaymas requiere más que pavimentación y más que colocar maceteros y bancas a la entrada de palacio municipal.
El
palacio municipal, más que una manita de gato como se la están dando,
requiere recursos porque, al igual que los multifamiliares, se puede
desplomar en cualquier momento.
Guaymas necesita más que la
rehabilitación de las plazas públicas, camellones y banquetas. Eso lo
puede hacer cualquiera y si bien es cierto sus antecesores no lo
hicieron, que ahora lo hagan no es suficiente porque con ello no
estamos abonando para que nuestra ciudad crezca y se desarrolle en todos
los ámbitos.
Si bien es cierto se maquilla la ciudad y se pone
bonita, no es suficiente para que los inversionistas lleguen a esta
ciudad a generar empleos.
Guaymas tiene un grave problema que sigue sin resolverse y que no se resolverá con 74 obras de pavimentación.
El tema de la seguridad pública sigue siendo una asignatura pendiente.
La
Seguridad Pública de Guaymas es un caos y al igual que sus
antecesores, Claussen Iberri hace como que no sabe lo que ocurre. Que
no se pierda la maldita costumbre de hacerse …….
La dirección de
Seguridad Pública y la administración municipal son campos de batalla
que ya han dejado varios heridos, y no tarda en dejar varios muertitos.
Políticamente hablando.
Cuando fue diputado local, Otto Claussen no perdió la oportunidad de cuestionar la seguridad pública en Guaymas.
Carro que robaban, boletín que mandaba.
Hoy las cosas siguen exactamente igual, con los mismos personajes que le heredó un gobierno que no supo gobernar.
En
Seguridad Pública la lucha encarnizada es por el botín, por el
“bissnes”. No solo los delitos siguen vigentes en la ciudad, también las
mañas.
La batalla en estos momentos es contra los jueces
calificadores y su coordinador, quienes representan un obstáculo para el
negocio.
Detenido que llega con los jueces calificadores, llega centaveado.
Es
tan evidente la guerra que los agentes policiacos, por órdenes de sus
jefes claro, llegan al Juzgado Calificador diciendo que delito o falta
se le va a achacar al detenido.
Los dueños del bissnes se están
topando con pared porque el coordinador de jueces calificadores, Nicolás
Gastélum Pardo, personaje allegado al regidor Jesús Fajardo, tiene
claro cuál es el trabajo de los jueces a su cargo.
Los daños
colaterales de esta guerra los está sufriendo el Secretario del
Ayuntamiento, Ramón Leyva Montoya, quien ha sido presionado para que
presione a los jueces a fin de que jalen con el negocio.
Leyva Montoya, dice, no quiere “jalar”. Tanto que ha cuidado su “prestigio” como para caer tan bajo y por tan poco.
Esta
no es la única batalla que libra Leyva Montoya. El Secretario del
Ayuntamiento tiene que lidiar también con las perversas intenciones del
Secretario Particular del alcalde, Eduardo Gaxiola Márquez, quien
intenta tumbarlo de la silla.
El Secretario Particular pretendió utilizar al SUTSAG para lograr su objetivo, pero el Sindicato no se dejó utilizar.
Pero
esta no es la única batalla que se libra, está la de Carlos Garza,
director de Desarrollo Rural y Gianco Urías, coordinador de Comisarias,
quienes no se pueden ver ni en pintura, aunque esos son temas menores,
frívolos si usted quiere.
Lo importante no es que estos dos
funcionarios se rompan las medias y se aruñen la cara, sino los saldos
de la ausencia de alcalde Otto Claussen, eso es lo verdaderamente
trascendente aunque lo difícil de decir.
Es muy fácil “entretenerse”
con los de abajo, cuando la responsabilidad de que las cosas marchen
bien es de los que están arriba.
Que desmadre, dirá el alcalde cuando se entere de todo lo que pasa en su administración.
El otro desmadre
Y donde ya se contagiaron del desmadre de Guaymas es en Empalme,
donde también se están librando batallas. Sobre aviso no hay engaño y el
presidente municipal, Héctor Laguna Torres, no puede decirse
sorprendido de que el Síndico, Roberto Romero haya abierto un frente en
su contra.
El pleito ya tiene rato, pero fue más evidente la semana pasada
cuando sesionaron para la aprobación del envío de los estados
financieros del primer trimetre del año.
Roberto Romero no los aprobó, alegando inconsistencias. Si el alcalde
empalmense no desmuestra oficio para resolver este
conflicto...aguassss!
No tiene la culpa el indio, sino el que lo hizo Síndico.
(EL PORTAL DE LA NOTICIA/ Agueda Barojas Ontiveros/ Domingo, 14 de Abril de 2013 10:46)