Con el propósito de librarse del pesado lastre que
representaba la Federación Mexicana de Atletismo (FMA) y sus obligaciones,
tanto patronales como financieras, el presidente de ese organismo, Antonio
Lozano, decidió crear la Federación Mexicana de Asociaciones de Atletismo
(FMAA). Esta acción, plagada de irregularidades, deja en la indefensión a
trabajadores de la FMA, así como millonarias cuentas pendientes de ese
organismo con Hacienda. En este embrollo aparece un fideicomiso adscrito a la
FMAA que maneja dinero de los deportistas y del cual las autoridades de la
Conade no tienen ninguna noticia.
BEATRIZ PEREIRA /REPORTAJE ESPECIAL
MÉXICO, D.F.
(Proceso).- Como la Federación Mexicana de Atletismo (FMA) desapareció y en su
lugar quedó la Federación Mexicana de Asociaciones de Atletismo (FMAA), Antonio
Lozano Pineda pretende ignorar las demandas que nueve trabajadores
interpusieron en julio de 2009 ante la Junta Local de Conciliación y Arbitraje
(JLCA) del Distrito Federal, dos de las cuales ya cuentan con un laudo.
Miriam Vázquez
Huerta, Justina Reyes Jiménez, Ana Delia Salazar García, Jesús Padilla Nájera,
José Luis Luciano Campa, José Antonio Carbó Espinosa, Teodoro Ortiz Guerrero,
Melesio Piña Orejel y Rodolfo Ugalde Díaz, quienes laboraban en las oficinas de
la FMA ubicadas en el primer piso del Centro Deportivo Olímpico Mexicano
(CDOM), iniciaron acciones legales en contra de la FMA cinco meses después de
que Lozano asumió la presidencia de ese organismo.
El 31 de mayo de 2010,
la juez Primero de Distrito en Materia de Trabajo en el Distrito Federal, María
Soledad Rodríguez González, condenó a la FMA y al codemandado Antonio Lozano
Pineda “a reconocer la relación de trabajo del actor José Antonio Carbó
Espinosa (…) asimismo, se les condena a pagarle, en forma solidaria y
mancomunada, 627 días de salario (199 mil 39 pesos) más los que se sigan
venciendo hasta el día en que le sean liquidados sus salarios (…) se condena a
los demandados al pago de aguinaldo, vacaciones y prima vacacional y a
inscribirlo en forma retroactiva ante el Infonavit, IMSS y SAR”.
Días después, el 10
de junio de 2010, la Junta Especial número17 también condenó a la FMA y a
Lozano al cumplimiento del contrato de José Luis Luciano Campa, y a pagarle
533.33 pesos diarios contando a partir del 1 de septiembre de 2008 y hasta la
fecha en que se cumpla la presente resolución. También deberán pagar
vacaciones, prima vacacional y aguinaldo, y se les condena a entregar las
constancias de aportaciones a favor del demandante ante el IMSS y la Afore en
que está inscrito el demandante por todo el tiempo de prestación de servicios.
En ambos casos la
parte demandada no acudió a las audiencias a pesar de que fue notificada.
En entrevista con
Proceso, Lozano sostiene que cuando llegó a la presidencia de la FMA –el 25 de
junio de 2009 durante una asamblea extraordinaria realizada en la Conade– no
poseía ninguna información del estado que guardaba ese organismo. Comenta que
durante meses se enfrascó en una pugna con su predecesor, Eduardo Jiménez, con
quien disputó el cargo. Para resolver la confrontación fue necesario que
interviniera la Federación Internacional de Asociaciones de Atletismo (IAAF,
por sus siglas en inglés).
El federativo
argumenta que se enteró de los problemas que la FMA tenía con varios de sus
trabajadores cuando una cuenta de Banamex de este organismo fue cancelada a
petición de la JLCA. Poco después, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público
(SHCP) confiscó otra cuenta de la federación, en Scotiabank, por un adeudo
pendiente desde 2002 y que para entonces ya sumaba varios millones de pesos.
Sin embargo, este
semanario confirmó que a los cuatro días de su elección como presidente de la
FMA, Lozano se reunió con Eduardo Jiménez. El ex coordinador general de la FMA
Rodolfo Ugalde revela que el 29 de junio se encontraron en el restaurante Vips
del Toreo. Afirma que a esa reunión también asistió Claudia Pérez, empleada de
Lozano con quien éste guarda una estrecha amistad y hasta comparte un negocio
de venta de bolsas para mujer.
En el encuentro,
sostiene Ugalde, Jiménez le informó a Lozano que desde mayo de 2009 la SHCP
exigía el pago de 5 millones de pesos y que se adeudaban 1 millón 250 mil pesos
a los nueve trabajadores mencionados. También, afirma, hizo de su conocimiento
que el Órgano Interno de Control de la Conade realizaba una auditoría, y le dio
santo y seña de los estados financieros, patrimonial y presupuestal de la
federación.
Asimismo, dice, le
avisó que estaba pendiente el pago de 3 millones de pesos por parte de los
Comités Organizadores de carreras como el Maratón Internacional de Tangamanga,
de Monterrey, y de Culiacán, y le pidió que fijara una fecha para realizar la
entrega-recepción.
Ugalde refiere que
después de ese encuentro Lozano quedó “muy formal” de llamarle a Jiménez para
realizar la entrega-recepción, pero nunca lo hizo.
Y añade: “Eduardo
Jiménez estuvo viviendo 20 días en las villas del Comité Olímpico esperando a
que Lozano fuera. Jiménez lo llamó por teléfono y Lozano le dijo que estaba
ocupado en la Conade, que al rato le regresaba la llamada. Como no lo hizo,
Jiménez volvió a marcarle y Lozano le dijo: ‘Ya estoy checando el pago de los
trabajadores’. Eso fue lo último que le escuchó Jiménez a Lozano. Jamás volvió
a tomarle una llamada. Qué casualidad que sí cobró esos 3 millones de pesos y
luego se empezó a quejar de las deudas de la FMA”.
Argucias
Aunque Lozano alega
que Jiménez nunca realizó el acta de entrega-recepción, lo cierto es que el 13
de agosto de 2009 aquél le envió un oficio –en hoja membretada de la FMA– al
entonces presidente del Comité Olímpico Mexicano (COM), Felipe Muñoz, con copia
al coordinador general de ese organismo, Carlos Lezama, a quien pidió lo
siguiente:
“Por medio del
presente solicito a usted gire sus apreciables instrucciones a quien
corresponda para que a partir de esta fecha no se le permita el acceso a las
instalaciones de esta federación ubicadas dentro del Centro de Capacitación del
COM a ninguna persona que no esté autorizada por escrito por esta federación a
mi cargo.”
El 19 de agosto, por
instrucciones de Muñoz, Lezama contestó a Lozano:
“Le comunico que
cuando usted o alguna persona debidamente autorizada por su federación haya
tomado posesión del inmueble en referencia obsequiaremos a la misma, toda vez
que habiendo personal, así como bienes muebles, documentos y algunas otras
pertenencias que no son propiedad del COM, nuestro organismo no puede
responsabilizarse sobre los bienes ni tiene autoridad legal sobre las personas
que laboran en la misma, además de que es la federación a su cargo quien deberá
establecer las medidas de seguridad idóneas para inventariar y resguardar los
archivos y demás objetos que ahí se encuentran.”
Un mes después,
Lozano envió a Muñoz el oficio 28-06-09/09, en el cual le informa que como no
ha habido entrega-recepción por parte de Eduardo Jiménez, “la federación que
presido tampoco puede hacerse responsable de los documentos, bienes muebles y
demás pertenencias que se encuentran dentro de las oficinas, por lo que se
precisa el cierre de las mismas; asimismo, solicito su intervención para que
Eduardo Jiménez o el Prof. Mariano Lara –quien renunció a la FMA en febrero de
2008 tras ser acusado por los delitos de peculado y fraude– detallen lo que en
esas oficinas existe para que se pueda dar el cierre como es debido”.
Finalmente, el 23 de
octubre de 2009, y ante la negativa de Lozano de recibir las oficinas, el
director jurídico del COM, Juan Francisco García, le informó mediante otro
oficio que el hecho de que no haya habido entrega-recepción es un problema
ajeno al COM y corresponde a él resolverlo.
“Le manifiesto que
en razón de que dichas personas –Jiménez y Lara– ya no tienen ninguna relación
con el COM y, por tanto, no existe ninguna autoridad sobre ellos, no es
factible que el presidente de este organismo pueda llevar a cabo dicha
intervención. Le hago saber que en caso de que no acuda a más tardar el 30 de
los corrientes al inmueble a hacerse cargo de dichas oficinas entenderemos que
la federación a su cargo ya no tiene interés, ni necesidad de las mismas, por
lo que le notifico que procederemos a guardar los objetos y pertenencias que
ahí se encuentran en otro lugar en espera de que su federación las recupere.”
El 30 de noviembre,
ante la ausencia de Lozano, el abogado Juan Francisco García, acompañado por el
notario Miguel Ángel Espíndola Bustillos para dar fe de la entrega-recepción,
recibieron las oficinas y los objetos que en ella estaban.
Dos empleados de la
FMA, Melesio Piña, coordinador de normatividad, y Rodolfo Ugalde, las
entregaron como consta en la escritura número 40 698, donde quedó asentado que
existen 135 carpetas fechadas entre 2004 y 2009 y 190 artículos entre muebles
de oficina, equipamiento deportivo y de cómputo, teléfonos, libreros, sillas y
hasta una camioneta Ford Econoline Club Wagon Modelo 1998 con placas de
circulación 509-NUL, que no estaba a la vista, pero que “al parecer se
encuentra en la Codeme”.
Según Lozano, nueve
meses después de haber asumido la presidencia de la FMA planteó a sus afiliados
–en la asamblea extraordinaria que se realizó en la Conade– que por los adeudos
no había forma de operar y que los asociados le dieron “todas las facultades
para hacer las gestiones necesarias” y resolver el problema.
“La FMA sigue viva”
El 5 de octubre de
2010, Lozano convocó a una asamblea extraordinaria en Dolores Hidalgo,
Guanajuato, con tres puntos en el orden del día: verificación del quórum,
instalación de la asamblea y situación actual de la FMA. Sin embargo, no existe
un acta circunstanciada que dé cuenta por escrito de quién dijo qué en ese
evento llevado a cabo en el Hotel Caudillo.
Según Lozano, él
preguntó qué se podría hacer para resolver el problema de la FMA y como “la
asamblea” determinó que la FMA no era operable y tampoco podía generar
recursos, decidieron formar una nueva asociación civil (la FMAA) y nombrar un
Consejo Directivo (casualmente el mismo que tenía la FMA). Sin embargo, aunque
existe un acta circunstanciada de la asamblea constitutiva de la FMAA, no se
emitió ninguna convocatoria para constituir a la nueva federación.
En cuestión de dos
horas se desahogaron los siete puntos del orden del día. No sólo se creó la
FMAA, los estatutos ya estaban listos y fueron aprobados, se eligió a los nueve
miembros del Consejo Directivo y se les tomó protesta para el periodo
2010-2014, aunque seis de ellos estaban ausentes (el secretario Chrystyan
Armando Martínez; el tesorero José Alpízar; el comisario Rafael Gómez; el vocal
directivo Francisco Javier Blanco; el vocal medallista hombre, Jorge Tienda
Martínez, y la vocal medallista mujer, Ana Laura Gray).
Un mes después,
Lozano viajó a Mónaco a la IAAF para solicitar que este organismo desconociera
a la FMA y reconociera a la FMAA.
–¿Con qué argumento
obtuvo el reconocimiento de la IAAF para la FMAA? –se le pregunta.
–Se lo dije a Pierre
Weiss (secretario general). Sin mentir, que la FMA no puede operar y que
requiero que reconozcan a esta nueva. Por la explicación verbal que le di, él
también reconoció que no se puede operar, pero como ya hay otra federación ésa
sí lo puede hacer. Me dio un documento que dice que la FMAA representa al
atletismo en México. Con ese documento solicité a la Codeme que la reconozca y
que yo tengo la titularidad. Cumplimos todos los requisitos. Yo no desaparecí
la otra, sigue viva, pero renuncié a ella. No tiene por qué desaparecer. No
porque renuncié dejó de existir.
–Está diciendo que
renunció a la FMA para evadir el pago de impuestos y los laudos de la Junta
Local…
–No, yo no evado
nada. El adeudo no tenía por qué pagarlo. ¿Por qué voy a cargar con algo que no
hice?
–Resulta cómodo que
un deudor de Hacienda cree una nueva empresa, idéntica a la que le debía al
fisco, que hace exactamente lo mismo, pero empieza de cero con un Registro
Federal de Contribuyentes nuevo…
–Yo no estoy
haciendo eso. Una asociación no puede ocupar el espacio de otra. La FMA nació
hace 70 años y la FMAA el 16 de octubre de 2010.
–¿Por qué renunció
en abril de 2011? ¿Por qué no antes?
–Quise demostrar que
se podía trabajar. Empecé yo con mi propio dinero. Contraté secretaria y a un
grupo de gente. Compré la primera computadora. Tienes pura información
negativa; deberías preguntarme de las cosas buenas.
–¿Por qué, cuando
usted disputaba la presidencia de la FMA con Eduardo Jiménez, la IAAF no
desconoció a la FMA y creó una nueva federación? ¿Por qué entonces no y ahora
sí?
–Pues no sé.
–Al ganar la
presidencia de la FMA asumió derechos y obligaciones. En todo caso primero
hubiera investigado si le convenía o no ocupar ese cargo…
–No, imagínate. Mi
primer derecho era que hubiera entrega-recepción. No me dejaron entrar a esas
oficinas.
–¿Por qué no negoció
con Hacienda el pago de esa deuda?
–¿Y yo por qué? Yo
sólo recibí un papel de que fui electo presidente y no tenía ninguna facultad
para saber si la FMA tenía un peso, un vehículo o deudas. No había vehículos ni
computadoras ni sillas ni nada.
–¿Cómo lo sabe?
–Porque no recibí
nada. Nadie me entregó, no me iba a ir a buscarlos yo. Justamente para no ser
responsable de las omisiones en que incurrieron otros.
–Son demasiados
problemas para un cargo honorífico y por el cual no se percibe un salario. ¿Por
qué todos se desgarran por presidir una federación?
–Porque tengo mucha
pasión y me siento capaz.
–¿De qué vive?
–Tengo negocios de
mercadotecnia, nada que ver con atletismo. Vendo bolsas para dama y productos
químicos. Aquí en Lomas Verdes y en Azcapotzalco tenemos una planta.
–¿Y cuánto gana?
–Ese comentario me
lo voy a guardar. Digamos que tengo para vivir.
Ni como presidente
de la FMA ni de la FMAA, Antonio Lozano ha rendido cuentas claras sobre el
destino de los porcentajes de los premios en efectivo que se descuentan a
quienes participan en competencias avaladas por uno u otro organismo.
De acuerdo al
estatuto tanto de la FMA como de la FMAA, 48 horas antes del inicio de un
evento el comité organizador deberá entregar la cantidad equivalente a 7% del
valor total de los premios que se otorgarán a los atletas nacionales y 14% del
valor total de los premios destinados a los atletas extranjeros.
“Estas cantidades se
incorporarán al fideicomiso de la federación con la supervisión de las
autoridades deportivas nacionales”, indica el inciso “b” del artículo 45.
Desde que se
convirtió en la máxima autoridad del atletismo nacional, Lozano jamás ha
entregado por escrito a sus afiliados los estados financieros de la FMA ni de
la FMAA. Se limita a hacer una presentación en power point en la que sólo
indica cuánto ingresó y cuánto se erogó.
Tampoco ha hecho
referencia al dinero que entra y sale de ese fideicomiso y si en verdad existe
esta entidad. De lo contrario, está violando flagrantemente el estatuto y
reglamento tanto de la FMA como de la FMAA.
Consultados acerca
de ese fideicomiso, el jurídico de la Codeme, Gerardo Millán, y el subdirector
de Calidad para el Deporte de la Conade, Alejandro Cárdenas, dijeron desconocer
su existencia, así como el destino del dinero retenido a los atletas.