Aunque ya no siente,
Juanito está recostado sobre una plancha de metal y su carne seca, casi
acartonada, es cortada por un bisturí.
Un hombre lo abre y
saca sus órganos al menos una hora, para después volver a colocarlos en su
lugar; sutura la lastimada piel de Juanito y concluye la clase de Anatomía.
Desde hace más de
cinco años Juanito y otros 11 cadáveres que descansan en el Anfiteatro del
Instituto de Ciencias Biomédicas (ICB) de la UACJ, son examinados por los
estudiantes al menos cuatro días a la semana.
“En el momento de
una disección, se separa la piel del rostro y se van dañando progresivamente
por tanto uso”, explicó José Ruiz Pineda, médico y coordinador de la materia.
Del total de
cadáveres sólo dos son femeninos y la mayoría tiene más de cinco años, pues
tras la ola de violencia cada vez era más difícil conseguir un cuerpo en
donación para la facultad de medicina, dijo.
“Aunque
aparentemente había muchos cuerpos, todos estaban siendo investigados por la
PGR”, dijo Ruiz Pineda, quien tiene unos
60 años, cabello cano, complexión delgada, estatura media y tez morena.
Expuso que para
adquirir un cadáver la persona debió fallecer por enfermedades o causas
naturales, nunca por hechos violentos.
Aseguró que durante
los últimos cinco años, siendo el 2010 el más violento con tres mil 115
homicidios, incluso tuvieron que prestar las instalaciones para guardar cuerpos
de víctimas.
“Todavía hay algunas
bolsas con huesos y a veces vienen a revisarlas para ver si coincide con otros
de cuerpos que no han sido reconocidos”, agregó.
TODO BAJO CONTROL
El anfiteatro se
encuentra en el primer piso del edificio “S” de ICB, donde sólo se puede entrar
con los pies cubiertos, bata blanca de preferencia y con opción de portar
cubrebocas.
En las salas la
temperatura es húmeda y el color blanco invade la atmosfera.
El médico explicó
que los cadáveres son utilizados para el estudio de las partes humanas y se
trata de personas que al fallecer sus cuerpos nunca fueron reclamados.
Dijo que los cuerpos
son de donaciones, generalmente del Hospital General, con quienes tienen
convenio desde hace varios años.
Ruiz Pineda dijo que
algunos cuerpos son de indigentes, otros de deportados y de adultos olvidados
por su familia. “Hay algunos cuerpos que no tienen autopsia porque los
encuentran en la calle y no fueron reconocidos, y cuando se confirma que
murieron de enfermedad o causa natural, no tienen autopsia. A veces, son
personas que se encuentran en algún lugar de la ciudad y los llevan al hospital
y ahí fallecen”, refirió.
A pesar de que se
ignora la procedencia de los cuerpos que serán objeto de estudio, cada uno es
recordado, principalmente por los estudiantes, debido a las peculiaridades que
presentan.
“A veces los
estudiantes se dan la tarea de ponerles nombres a los cadáveres; dicen ‘éste
tiene cara de Juanito’. Hay unos que se recuerdan más porque tienen tatuajes,
dicen ‘Recuerdo de Mary o Rosy’ o traen tatuajes de corazones. Había uno que
tenía unas lágrimas pintadas en la cara”.
Indicó que a otros
tantos se les recuerda por algún tipo de enfermedad que presentaron cuando
estaban vivos. “Había un cadáver al que le faltaba una parte de un pie.
Pensábamos que tuvo complicaciones de diabetes y se le tuvo que amputar esa
parte. Él estaba joven, tenía entre 35 y 40 años”, añadió.
El médico hizo
hincapié en que los cuerpos que se utilizan en la facultad son generalmente
personas adultas; todos mayores de 35 años, algunos de hasta incluso con edades
superiores de a los 65.
FOSA COMÚN
El encargado de la
academia de Anatomía dijo que alrededor de 250 alumnos realizan prácticas con
los cuerpos en el semestre, cuatro horas a la semana.
Una vez que pasaron
siete años, los cadáveres ya no se van a utilizar aquí.
Ya se estudiaron
todas las regiones del organismo; los cuerpos son mandados a la fosa común y se
les da cristiana sepultura, dijo el especialista.
“El cuerpo de una
mujer, de unos 60 años, estuvo guardado mucho tiempo, como 10 años. Hasta que
consiguieron otro cuerpo femenino, pero casi siempre son hombres”, dijo.
El médico indicó que
para poder preparar un cadáver, la persona tiene que tener máximo tres días de
haber fallecido, ya que después de este periodo inicia el proceso de
descomposición de los órganos y los tejidos.
Explicó que los
cuerpos son sumergidos en una solución de formol, formaldehido y una proporción
de agua.
Dijo que cuando no
están en las planchas para estudiarlos, para conservarlos el más tiempo posible
se ubican dentro de un cuarto frío.
Comentó que ya
existe un nuevo proceso llamado “plastinización” , en donde al cuerpo se le
añade acetona con colorantes, para que sobresalgan las marcas de los músculos,
venas y arterias y estructuras.
Este lugar “ofrece” un
generoso aroma a acetona y aunque es fuerte, pues impregna hasta la ropa,
cumple la función de conservar a ‘Juanito’.
(EL DIARIO / Angélica
Villegas / 2013-10-30 | 19:28)