Iría Peña Nieto contra alianza Zetas-Beltrán-Carrillo; el Chapo sería el beneficiado
Silber Meza
El investigador Luis Astorga afirma que el problema de gobernabilidad
que provocan estos grupos del crimen organizado es lo que los mantiene
en la mira.
Ciudad de México.- Lo primero que se ve al entrar en el cubículo de
Luis Astorga es un mapa geográfico de Colombia y una caricatura que
destaca sus lentes y la abundancia de su nariz.
En el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM el espacio de
trabajo es reducido. Desde ahí, Astorga afirma que la suerte está echada
para la alianza Zetas-Beltrán Leyva-Carrillo Fuentes: en el próximo
sexenio ellos se llevarán los ataques más duros de parte del Gobierno
mexicano y del estadounidense.
“Una organización criminal que opera con una lógica mafiosa-paramilitar
es potencialmente más peligrosa que una que puede ser más poderosa en
términos económicos pero que no funciona con esa lógica”.
—¿Le puede poner nombre a esas organizaciones?
—Las organizaciones que tendrían un perfil más claramente
mafioso-paramilitar son estas alianzas entre Zetas-Beltrán
Leyva-Carrillo.
En su oficina apenas cabe un escritorio, una computadora personal y un
par de sillas para los visitantes. Frente a él un par de libreros donde
resaltan sus libros más conocidos: El siglo de las drogas, Drogas sin
fronteras y Mitología del narcotraficante en México.
Astorga explica que son ellos, los Zetas-Beltrán Leyva-Carrillo, los que
generan más problemas de gobernabilidad para el país y se han
convertido en una amenaza para los Estados Unidos. Otro elemento en su
contra es que han tocado a las élites políticas, como fue el asesinato
del hijo del ex presidente nacional del PRI y ex gobernador de Coahuila,
Humberto Moreira.
La violencia fronteriza de los Zetas comprende Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas.
“Un indicador clarísimo es la política sobre seguridad que anunció Obama
el año pasado. ¿Cuáles son las organizaciones criminales a nivel
mundial que señala el Gobierno estadounidense como prioritarias para
atacarlas? No menciona al Chapo, menciona a los Zetas”, acota con un
acento sinaloense domesticado en la distancia.
“Para quien lee los mensajes políticos de los estadounidenses eso es
clarísimo: los tienen en la mira. Y que va a ser prioritario le guste o
no le guste al Gobierno mexicano que venga, o que esté”.
Pero el beneficio que se llevaría Joaquín el Chapo Guzmán y el cártel de
Sinaloa no sería con base en una política de protección gubernamental a
este grupo, aclara, sino como un efecto de la estrategia.
“Ni siquiera tiene la capacidad de coordinar a sus instituciones de
seguridad, ¡cómo se van a coordinar las instituciones de seguridad para
proteger a un grupo sobre otro! No tiene sentido”, dice mientras dibuja
en sus labios una sonrisa irónica.
Acuerdo o confrontación
El tema del narcotráfico está lleno de mitos y Luis Astorga ha dedicado
buena parte de su trabajo científico a desmentirlos. Uno de esos tiene
que ver con los acuerdos entre los políticos y los narcotraficantes.
El doctorado en Sociología del Desarrollo por la Universidad Sorbona de
París cuenta que en la época priista el narcotráfico estaba subordinado
al poder político.
“Cualquiera que se revelara a las reglas del juego autoritario sabía que
tenía tres opciones: salir del negocio, ir a la cárcel o morirse”,
sentencia.
Con la transición el modelo ha cambiado, ahora los criminales han
aprendido a relacionarse con los poderes locales de distintos partidos
políticos: el poder está repartido. Además, ya no están domesticados
como antes. El Estado ya no tiene el control total sobre ellos y se
enfrenta a un nuevo reto.
“El poder político es el que ahora tiene las tres opciones: no hacer
nada y dejar que los grupos criminales dominen al político, hacer
acuerdos con los criminales para beneficiarse económicamente… o la
tercera opción es que la clase política mexicana asuma que es parte del
Estado, sus responsabilidades, porque tienen posiciones de Poder”.
—¿Existe la posibilidad de que el PRI negocie con el narco para que baje la violencia?
—Se parte de la idea falsa de que nunca ha habido negociación. En la
etapa de la transición, lo que hemos visto es que esas tres opciones han
estado operando en el país, lo que no sabemos es hasta qué punto está
predominando una sobre la otra, pero eso no quiere decir que nunca haya
habido arreglos”.
El narcotráfico, resalta Astorga, no se puede entender sin el sistema
político, por eso hay que conocerlos a ambos y observar su
interrelación.
Peña Nieto tiene una fuerte oportunidad de disminuir la violencia si
logra disciplinar a los presidentes municipales y gobernadores del PRI.
Los priistas no solo gobiernan gran parte del territorio mexicano,
también se encuentran en los lugares más violentos, detalla.
“Le convendría disciplinar a sus propios gobernadores y presidentes
municipales y dar un ejemplo de que va en serio. Y si va en serio
tendrían que salir gobernadores, presidentes municipales y algunos
sectores empresariales locales a los cuales se les aplicaría la ley”.
Los acuerdos entre los políticos y el narcotráfico siempre se han dado,
reitera Astorga, lo que no se sabe aún es a qué estrategia le dará más
fuerza Peña: a la confrontación Estado-crimen organizado, o a los
acuerdos con este.
La marcha de los militares
En el discurso se escucha bien que los militares salgan de las calles y
pueblos de México, sin embargo, en las condiciones en las que se
encuentra México es imposible, menciona el sinaloense.
“No es una cuestión de gusto, sino de capacidad del Estado mexicano”, advierte con ese tono que enlaza la serenidad y tristeza.
Afirma que no hay ningún presidente municipal que crea que puede solo
con las policías a su servicio. La debilidad institucional aún
predomina.
Con las pequeñas señales que ha lanzado Peña Nieto se puede, sabes que
va a reorganizar el sistema de seguridad, pero no se ven grandes cambios
en corto plazo.
Si sale adelante el proyecto de Gendarmería Nacional, en una imitación
del modelo francés, explica Astorga, serían los propios militares los
que ocuparían esa dependencia. Las fuerzas castrenses retiquetadas
ocuparían las zonas rurales y la Policía Federal las ciudades.
“El problema no son las fuerzas militares, sino los inexistentes contrapesos internos y externos”.
Estos cambios pueden dar resultados si se llega a un gran acuerdo
político y se toma una política de Estado, incluyendo a la Federación,
los estados, los municipios y el Poder Legislativo. Aún así, advierte,
los resultados no se verán rápido, menos bajarán los homicidios y
secuestros en un 50 por ciento como lo prometió Peña Nieto.
“Son como los quince minutos en los que Fox iba a arreglar el problema
de los zapatistas. La tendencia a prometer lo imposible en los políticos
ya está en su ADN, no hay que tomarlo en serio y va a ser fácilmente
criticable porque no lo va a lograr”, afirma.
Legalizar la mariguana
Luis Astorga es uno de los primeros académicos que han colaborado en la
creación de iniciativas de ley para legalizar la mariguana.
Con la aprobación del uso recreativo de la yerba en los estados de
Colorado y Washington, en México se reavivó el debate. Aunque este es un
indicador positivo para la legalización de esta droga en Estados
Unidos, en nuestro país y en el mundo entero, aún falta por conocer los
efectos de la aplicación de la nueva norma, ya que se empezarán a
difundir en un año y medio más.
Lo más interesante es que el debate en
México se volvió a abrir.
Otro lugar que va a marcar la agenda es Uruguay, país que discute legalizarla. Esta sería la primera nación en hacerlo.
“No tiene mucho sentido combatir la mariguana si allá —en Estados Unidos— va a estar legalizada”, sostiene.
La máquina de lavado seguirá
A pesar de los esfuerzos mexicanos por impulsar una ley contra el lavado
de dinero es muy complicado que este se detenga, afirma Astorga. Ningún
país, ni siquiera Italia, ha podido desmantelar las estructuras
económicas de los grupos del crimen organizado.
“Si en Estados Unidos no se tiene el conocimiento con todas la leyes y
controles que ellos tienen, cómo vamos a pensar que en uno o dos
sexenios por una ley contra el lavado de dinero pueda ser más eficaz que
lo que no ha podido ser en Estados Unidos”, critica con un dejo de
desespero.
La “lista negra” norteamericana tampoco es de gran ayuda porque la
mayoría de los negocios que menciona son de menor rango, expone, y
cuando es una empresa mediana o grande como es el caso de la lechera
Santa Mónica, propiedad de la familia de Ismael el Mayo Zambada, viene
una nueva disyuntiva.
“Nada más calcúlale a cuánta gente emplea, qué es lo que vas a
privilegiar: si está vinculado o no con algún miembro de organizaciones
criminales o si tienes una cantidad impresionante de empleados y eso te
está dando empleos relativamente estables para muchas familias. Ese es
uno de tantos ejemplos. No es la misma un salón de belleza que emplea a
cinco personas, que un negocio de esos que emplea cientos”.
El nuevo rostro de la Sedena
Salvador Cienfuegos Zepeda, antiguo comandante militar en Jalisco,
Guerrero, Chiapas y el centro del país, fue designado secretario de la
Defensa Nacional por el presidente Enrique Peña Nieto. Detrás de su
nombramiento hubo días y semanas donde la disputa que varios generales
protagonizaron llegó a niveles nunca antes vistos.
Juan Veledíaz / Especial para Ríodoce
—No lo conozco, pero me parece que es muy hosco, parco—. Las palabras
buscaron ser la síntesis, el sumario que la periodista Isabel Arvide
pronunció sobre la personalidad del general Salvador Cienfuegos Zepeda
la noche del pasado lunes 3 de diciembre, cuando recordaba su relación
con varios generales y reconocía que entre aquellos pocos, muy pocos,
que nunca había tratado, estaba el nuevo titular de la Defensa.
Transcurrían las primeras 72 horas tras el anuncio que confirmó la
llegada de Cienfuegos a la titularidad de la secretaría de la Defensa
Nacional y que produjo buenas expectativas en gran parte del Ejército,
cuando la veterana periodista presentaba en una librería al sur de la
Ciudad de México su libro Mis generales, un compendio de sus
experiencias y anécdotas de los últimos 30 años con varios militares
sobre los que escribió breves perfiles.
Ante una reducida pero selecta
audiencia, comentó que el presidente Enrique Peña Nieto había engañado a
todos con la verdad, es decir, que terminó por respetar la regla de oro
de la milicia —la antigüedad en el servicio— y su designación recayó en
el general de división con más años ostentando ese grado.
Entre los 36 generales de los que Arvide escribió estaban cuatro de los
cinco divisionarios que compitieron por la Secretaría, en esas páginas
aparecían el hoy exsubsecretario Carlos Demetrio Gaytán Ochoa, también
el inspector y contralor general del Ejército y Fuerza Aérea, ratificado
en el cargo, Marco Antonio González Barreda, el nuevo oficial mayor
Luis Arturo Oliver Cen y el hoy ex director de administración Augusto
Moisés García Ochoa.
Sobre cada uno realizó un boceto de su trayectoria
militar y por ahí recordaba que cualquiera de ellos tenía los méritos
suficientes si resultaba ungido. Al final de cuentas el nombramiento
recayó en un militar que no aparecía en su libro.
Tras el anuncio de la tarde del viernes 30 de noviembre de que quien
ocuparía el cargo era el general Cienfuegos, concluía uno de los
procesos de sucesión al interior de la dependencia donde los ataques y
mensajes dentro y fuera del ritual, proliferaron como pocas veces había
ocurrido. Días antes del desenlace, una versión que se filtró a la
prensa capitalina señalaba que había varios generales muy molestos y que
no dudarían en solicitar su baja y anticipar su retiro si el ungido
resultaba ser el director de administración de la Sedena.
Semanas antes en la pasarela de aspirantes, hubo un momento en que el
general García Ochoa sintió que sería el nuevo secretario del ramo. Días
después de que encabezó la parada militar del 16 de septiembre,
responsabilidad que ha sido vista dentro del simbolismo castrense como
paso previo para asumir la Secretaría, fue enviado como representante
del general Galván al Palacio Legislativo de San Lázaro a la instalación
de la Comisión de Defensa. Delante de los diputados García Ochoa leyó
una carta del secretario donde resaltó la “buena relación” con el
Legislativo, además se congratuló que la presidencia recayera en el
diputado Jorge Mendoza, ex directivo de TV Azteca considerado miembro de
la “tele bancada”, quien como senador participó en esta comisión en la
Cámara alta.
Apenas en abril último García Ochoa había asistido al senado para dictar
una conferencia que tituló Las Fuerzas Armadas en la defensa de la
patria. En esa exposición consideró que existen nuevas amenazas contra
la seguridad nacional y el Estado mexicano, no solo con el narcotráfico
sino el terrorismo, la ciberguerra o guerra electrónica y los fenómenos
naturales, lo cual obligaba a replantear la agenda de riesgos.
“La
defensa de la patria se centra en el surgimiento de nuevos actores y
sucesos en el desarrollo nacional e internacional (…) la geopolítica nos
obliga a definir y actualizar una nueva agenda de riesgos y amenazas”.
No faltó el tinte futurista cuando añadió que las redes trasnacionales
del narco, el crimen organizado, el terrorismo y el bioterrorismo, el
secuestro, el tráfico de armas y de personas, obligaban a modernizar la
visión del Ejército y adecuar sus normas y reglamentos.
La exposición se dio semanas después de que García Ochoa presentara su
tesis de maestría en seguridad nacional por el Centro de Estudios
Superiores Navales, cuya autoría compartió con el contralmirante José
Luis Arellano Ruiz y el capitán de navío Antonio Velasco Ríos, y la cual
titularon La estrategia nacional contra la delincuencia organizada y su
impacto en la seguridad nacional.
En esas páginas, dadas a conocer por una revista quincenal en agosto
pasado, consideraron que mientras el golpeo de las fuerzas federales ha
llegado a debilitar a todos los otros cárteles, el de Sinaloa exhibía su
inmunidad ante la crisis y seguía en expansión. La organización “ha
sido la más beneficiada durante la crisis que se presenta en México
contra la delincuencia organizada”.
Y añadían, “es el grupo regional dominante en la mitad occidental de
México y está ampliando activamente su territorio. Actualmente hay
células del cártel de Sinaloa ayudando al cártel del Golfo en su lucha
contra los Zetas en el noreste del país, desplazando poco a poco a
Vicente Carrillo Fuentes en Ciudad Juárez, controlando Tijuana y
luchando por la plaza de Acapulco.
Donde quiera que haya un conflicto en
México entre dos o más facciones o escisiones se encuentra la mano útil
del cártel de Sinaloa. Mientras que las luchas internas y presiones
externas de los organismos de control militar de México y las fuerzas
federales han debilitado a todos los otros cárteles, el cártel de
Sinaloa ha demostrado ser inmune a la crisis y está creciendo”.
Esos dos momentos, su intervención en el Senado y que se conociera el
contenido de su tesis de maestría, fueron vistos al interior del
Ejército como un proselitismo abierto del general García Ochoa, lo que
molestó a gran parte del generalato.
Conforme se acercaba la fecha del
anuncio, y aumentaban las versiones sobre la disputa entre García Ochoa
contra el general Gaytán, se comenzó a mencionar el nombre del general
de división Virgilio Daniel Méndez Bazán, comandante de la Décima Región
Militar con jurisdicción en los tres estados que comprenden la
península de Yucatán. Su nombre surgió de una supuesta cercanía filial
con Enrique Peña Nieto y vino a atizar las especulaciones sobre la
identidad de quien sería sucesor del general Galván.
El regreso de la infantería
El dicho de Arvide sobre la personalidad del general Cienfuegos, parecía
no estar muy distante de la realidad. De todos los aspirantes a
encabezar la Defensa, se decía que era el único que mejor representaba
ese distintivo modo de ser: hermético, adusto y de poco roce social,
característico de buena parte del generalato.
El general Cienfuegos parecía lo contrario al exsubsecretario Gaytán
Ochoa, e incluso era lo más opuesto al ex director de administración, el
general García Ochoa. Con el primero lo une una amistad y respeto de
mucho tiempo atrás, con el segundo era más una relación profesional que
afectiva, según se comentó en el medio castrense. Pero la diferencia
central era que no frecuentaba círculos políticos y de funcionarios
civiles al nivel de sus dos coterráneos.
Cienfuegos inició su carrera cuando en 1964 ingresó al Colegio Militar,
tres años después en 1967 se graduó como subteniente de infantería, arma
que regresa al mando del Ejército tras seis años de que un oficial de
artillería como el general Galván, lo ostentara. Estuvo en todos los
escalafones desde su época de oficial, fue comandante de compañía
—integrada por 100 o más elementos— después ocupó jefaturas de sección y
encabezó diversas unidades principalmente en el estado de Jalisco donde
fue comandante de la Zona 15 y de la Quinta Región Militar.
Ese mismo
cargo lo tuvo en zona de guerrilla y narcotráfico como Guerrero, donde
fue comandante de la Novena Región y en Chiapas, donde estuvo al mando
del cuartel de la Séptima Región. La suerte le sonrió cuando estuvo al
mando de la Primera Región Militar, que comprende los estados del centro
del país como Estado de México, Hidalgo, Morelos y el Distrito Federal,
y conoció al entonces gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto. El
priista tuvo la deferencia de invitarlo a su boda hace dos años, cuando
se casó con la actriz Angélica Rivera. Entonces se comentó que fue el
único militar de alto rango convidado y que asistió al evento.
De la hoja de servicios del general Cienfuegos se desprende que obtuvo
el primer lugar en su promoción en la maestría en administración militar
para la seguridad y defensa nacionales, realizada en el Colegio de
Defensa Nacional. También resalta que ha tenido varias misiones en el
extranjero, una como agregado militar a la Embajada de México en Japón y
Corea del Sur y otras tantas en citas internacionales, como la de los
preparativos para la quinta reunión de ministros de Defensa de las
Américas realizada hace algunos años en Santiago de Chile.
En Estados
Unidos lo mismo ha visitado en misión oficial las instalaciones del
Quinto Ejército en Texas, que asistido a la reunión preparatoria de la
conferencia especial sobre seguridad en Washington. De su paso como
representante del Ejército, se resalta que fue edecán militar de Fidel
Castro, cuando era el jefe de Estado cubano, en una de las visitas que
realizó en los años noventa al país.
Cienfuegos ha sido subjefe de doctrina militar en el Estado Mayor de la
Defensa, en esa misma dependencia fue jefe de la Sección Tercera,
Operaciones, y en otro momento jefe de la Subsección de Planes en la
Sección Cuarta.
En su currículum académico se hace notar que fue
director del Colegio Militar, y del Centro de Estudios del Ejército y la
Fuerza Aérea. Como profesor impartió la materia de táctica de
infantería, caballería, artillería, ingenieros y arma blindada en
Colegio Militar así como Logística y Estado Mayor en la Escuela Superior
de Guerra.
Hasta las primeras horas del viernes 7 de diciembre, los únicos
nombramientos en la Defensa Nacional que estaban confirmados era en la
Oficialía Mayor, donde se nombró al general Oliver Cen, antiguo
comandante de la Novena Zona Militar en Culiacán y se ratificó al
general González Barreda, oriundo de Concordia, Sinaloa, como inspector y
contralor general del Ejército y Fuerza Aérea.
Estaba por confirmarse
si el nuevo subsecretario sería el general Méndez Bazán y se conocería
quién sería el nuevo jefe de Estado Mayor de la Defensa. También se supo
que al general García Ochoa, ex director de administración, sería
enviado de comandante a la Segunda Región Militar, con cuartel en
Mexicali, Baja California, mientras al general Gaytán Ochoa,
exsubsecretario, se barajeaba que podría ser nombrado al frente de
Banjercito.
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