MÉXICO, D.F. (Proceso).- Tanto partidos como medios de comunicación han
utilizado las encuestas electorales como instrumentos de propaganda.
Especialistas, consejeros del IFE y representantes de compañías encuestadoras
consideran que si bien eso es común en el actual proceso, se corre el riesgo de
que algunos sondeos arrojen resultados inexactos, y en el peor de los casos
falsos.
Para hacer frente a este problema, advierten los expertos, es preciso
que se apliquen a las encuestadoras mecanismos de control como auditorías, y
exigirles que entreguen a la autoridad electoral la información técnica y
metodológica utilizada en sus levantamientos.
En el actual proceso electivo las encuestas han tenido un auge sin precedente
al generar ganancias estimadas en mil 200 millones de pesos (Proceso 1835), y al
mismo tiempo confusión y desconfianza por la disparidad en muchos de sus
resultados, que son cuestionados por expertos en demoscopia e integrantes del
Instituto Federal Electoral (IFE).
El número de empresas dedicadas a realizar los sondeos en los procesos
electorales no ha variado desde 2000; aún son 16.
Pero a diferencia de la pasada
elección presidencial, cuando se realizaron 57 ejercicios, hasta mediados de
mayo eran 134 las encuestas pagadas por partidos y medios de comunicación, de
las que se derivó la publicación de mil 67 encuestas registradas ante el
IFE.
Lo anterior representa un paraíso para los encuestadores, que no se dan
abasto para satisfacer la demanda, pues en promedio se publican 14 sondeos
diarios.
Sin embargo, las cifras tan dispares en los resultados de algunos de
ellos –aunque Peña Nieto siempre aparece en primer lugar– y la escasa huella que
dejaron en esas encuestas el movimiento estudiantil, las revelaciones de
contratos del PRI con Televisa y las denuncias de corrupción y hasta de
narcotráfico por parte de algunos priistas, levantaron sospechas no sólo entre
la ciudadanía, sino entre autoridades y expertos.
Jorge Buendía, de la empresa Buendía y Asociados, y Francisco Abundis,
director de Parametría, coinciden al asegurar que sus investigaciones cumplen
con todos los requisitos marcados por el IFE.
Argumentan que por su
profesionalismo contribuyen al buen desempeño del proceso electoral, toda vez
que proporcionan a la ciudadanía información precisa y transparente que ayuda a
la definición de su voto.
En entrevista con Proceso, ambos aclaran que partidos y medios de
comunicación utilizan las encuestas como herramienta de propaganda, razón por la
cual son responsables de que se hayan cifrado expectativas en algunos candidatos
con base en sondeos malhechos o falsos.
Durante la sesión general del IFE realizada el sábado 2, la consejera María
Marván Laborde, expresidenta del Instituto Federal de Acceso a la Información
(IFAI), advirtió que las encuestas se utilizan como instrumento de propaganda y
enfatizó que algunas de éstas podrían incurrir en mentiras por la disparidad de
los resultados.
“¿Cómo pueden encuestas que dicen ser nacionales traer 20 puntos de ventaja y
otra de cuatro? No es creíble. Eso quiere decir, necesariamente, que una de las
dos miente”, dijo quizás en alusión a los sondeos que el 31 de mayo último
publicaron los diarios Reforma y Milenio. Mientras que el primer diario marcaba
una diferencia de cuatro puntos entre Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López
Obrador, el segundo daba una ventaja al candidato priista de 20 puntos sobre el
abanderado del Movimiento Progresista.
Durante la sesión, Marván se refirió al Quinto Informe del Consejo General
del IFE presentado el 31 de mayo último.
En ese documento se presentó una
evaluación de los trabajos de las encuestadoras y se destacó que algunas de
éstas no estaban cumpliendo con los requisitos establecidos.
También se consigna
el incremento extraordinario de los sondeos de opinión en estas elecciones, pues
en comparación con los realizados en 2006 el aumento fue de 135%, en tanto que
respecto de 2009 fue de 436%.
En el informe del IFE se exhibieron las deficiencias de algunas
encuestadoras. En sus conclusiones se indica: “Existen empresas que han omitido
la entrega de ciertos elementos que configuran los criterios científicos en sus
estudios, bien sea que no presentan la tasa general de rechazo (20 casos) y la
denominación del software utilizado para el procesamiento (20 casos), por
mencionar los más relevantes”.
El documento destaca que en 11 de los 69 estudios recibidos por el Consejo
General del IFE hubo irregularidades porque no presentaron estudios ni ningún
elemento para reconocer la calidad científica de su publicación.
Las mayores
deficiencias, abunda, se detectaron en publicaciones hechas en los estados,
aunque también en el periódico Excélsior y en encuestas realizadas por la
empresa ARCOP para el Partido Acción Nacional (PAN).
A la fecha, añade el informe, “este es el problema más importante: la
difusión de publicidad que se autodenomina ‘encuesta’ sin respaldo alguno (ni
siquiera firma del responsable) en diarios del orden local”.
Puntualiza que eso también ocurre entre encuestadoras importantes, como
ARCOP, que trabaja para el PAN, y la de Ulises Beltrán, que publica en el diario
Excélsior. Subraya como relevante el caso de este diario, “que a la fecha no ha
entregado información de dos encuestas publicadas, a pesar de reiteradas
solicitudes”.
El informe aclara que “no valida ni analiza la eficacia científica de los
estudios publicados; simplemente ordena los elementos que le fueron presentados
y expone su existencia y presentación ante la autoridad”.
Añade que “lo que se valora es el cumplimiento del acuerdo y la presentación
de los documentos que acreditan el trabajo demoscópico con los criterios
científicos aceptados”.
Al retomar el informe, Marván advirtió que si muchos de los encuestadores no
entregan sus metodologías, “la situación se vuelve más preocupante porque pueden
llevar a cierta confusión al electorado”. Y afirmó: “una encuesta seria no es
propaganda”.
Junto con los consejeros Alfredo Figueroa y Lorenzo Córdova, Marván expresó
que es preocupante la creciente publicación de encuestas con deficiencias
metodológicas. Para cubrir el déficit de información técnica que deben incluir
los sondeos, los consejeros propusieron la realización de un foro.
Al concluir la sesión general del IFE, la consejera sentenció: “Les diría a
los ciudadanos que desconfíen de una encuesta que no presenta base de datos,
tasa de rechazo, tamaño de la muestra o el margen de error”.
Mecanismos de control
Rubén Hernández Cid, doctor en matemáticas aplicadas en las ciencias sociales
por la Universidad de Grenoble, Francia, profesor de tiempo completo del
Instituto Tecnológico Autónomo de México y exintegrante del consejo técnico del
padrón electoral del IFE en 1994, 1997 y 2000, comenta que en la medida en que
las elecciones se han hecho más competidas y seguidas por los medios también han
aumentado las encuestas, pero no todas hacen públicas sus metodologías ni partes
técnicas fundamentales para garantizar la certeza de sus resultados.
–¿Qué opina acerca de esta disparidad de resultados entre las encuestas?
–Sé que el IFE le pide a cada una de las empresas un protocolo;
desafortunadamente no los conozco, aunque de seguro son transparentes. Quiero
ser cuidadoso porque la discrepancia en los resultados de los estudios no
significa que sean erróneos. Incluso me atrevería a decir que pueden ser
correctos.
–¿Es un error que algunos medios y candidatos utilicen las encuestas como
instrumentos de propaganda?
–Creo que eso no es válido. Es como cuando la gente trata de vender un
producto, una mercancía. Las encuestas no sólo sirven para saber cómo va un
candidato, sino para conocer qué quiere escuchar la gente.
“A mí me gustaría mucho que en el futuro, dado que algunas encuestas son
pagadas con nuestros recursos a través del IFE, pudiéramos auditarlas para saber
cómo y cuánto se gastó. Que nos dieran las bases, las preguntas, qué compañía
las hizo. Como ciudadanos tenemos el derecho de saberlo.”
–Es necesario incluso para tener más claridad en los resultados.
–Sí, aunque a veces los partidos no parecen muy felices con esas ideas porque
dicen: “Mi encuesta dice tal cosa”, pero no dan a conocer las bases de los
sondeos, no informan acerca del costo ni del protocolo técnico que garantice su
afirmación. Puede ser que por estrategia electoral algunos no lo quieren decir;
está bien, pero deberían liberar las bases al día siguiente de la elección. Eso
sería muy importante para garantizar la transparencia en el uso de los recursos
públicos.
En resumen, el especialista comenta que es complicado decir cuáles son las
buenas o malas encuestas mientras no se tenga la posibilidad de acercarse a sus
metodologías.
“No tengo elementos para decir de manera razonada cuáles son las mejores
encuestas. Puedo tener mis preferencias por los resultados que han tenido en
otras elecciones, pero todas pueden fallar porque los ciudadanos cambian de
opinión, como ocurrió en España cuando competían Aznar y Zapatero. En cuatro
días cambió el sentido de las preferencias y fue la primera gran elección en
donde la gente intercambió mensajes que influyeron en la caída de Aznar.”
Un negociazo
El negocio de las encuestas no es nada despreciable. Se calcula
extraoficialmente que durante esta elección los partidos gastarán mil 200
millones de pesos en estudios de opinión.
Frente a este mercado, los
encuestadores no ven mal que haya muchos sondeos porque estiman que esto ayuda a
tener más información.
Francisco Abundis, fundador y director de la empresa de mediciones y análisis
político Parametría, está de acuerdo en que se evalúen los trabajos de las
encuestadoras y explica que las diferencias observadas entre algunas encuestas
pueden derivarse del uso de metodologías distintas; sin embargo, advierte que de
unos días a la fecha todos los sondeos tienen resultados similares y ubican a
Peña Nieto arriba de los demás contendientes a la Presidencia.
Menciona el caso del periódico Reforma, que a finales de mayo puso en empate
técnico a Peña Nieto y López Obrador y una semana después presenta una nueva
encuesta con 12 puntos de diferencia a favor del candidato del PRI.
Advierte que
este medio es de los que peores récords tiene y por ello el lector debería tener
cuidado con sus encuestas. Recuerda la reciente elección de Michoacán, en la que
ponía como ganadora a la panista Luisa María Calderón el mismo día de la
votación y resultó ser derrotada por amplio margen.
Al referirse a las aseveraciones de la consejera Marván en el sentido de que
las encuestas están siendo usadas para mentir o hacer propaganda, Abundis señala
que eso lo hacen los políticos y los medios, no las encuestadoras.
“Eso está fuera de nuestro control. A veces tan mienten que inventan números
que no son nuestros. El tema de tener que salir a desmentir encuestas que no
hicimos nosotros ya es como el pan de cada día; es el uso político, el uso
mediático”, sostiene.
–¿Cómo le harían ustedes para protegerse de esa manipulación?
–No hay forma. Es un tema de tiempo, experiencia, reputación, de cosas que
vienen solas. Venimos de una historia muy larga donde se inventaban encuestas,
de encuestadoras fantasma, pero ahora nos mantenemos muy atentos al récord de
cada encuesta. Estamos en otro momento, pero hay cosas que nos faltan.
No obstante, aclara que se ha sobredimensionado el papel de las encuestas y
hasta se piensa que pueden influir en el voto. “Pues agradecemos que crean, pero
no es así. La gente no quiere entender que se trata de una percepción fantástica
creer que la encuesta influye en el voto; le quieren asignar un papel que no
está probado académicamente”.
Y precisa: “Me parece que se trata de un proceso de maduración; no estamos
listos y apenas la gente está identificando cómo leer las encuestas. La gente
cree que son exactas, de precisión, y no sabe leerlas, no sabe que plantean
escenarios electorales, que no son predicciones ni pronósticos, sino
diagnósticos”.
Por su parte, Jorge Buendía dice que lo importante para los encuestadores es
no caer en el juego de la propaganda que hacen medios y políticos. “Los partidos
políticos siempre han usado las encuestas como propaganda, no hay nada nuevo en
eso. El problema no son las encuestas; el problema es por qué los medios son tan
permeables a esta propaganda. Los partidos van a usar todos los recursos a su
favor para hacer propaganda”.
–¿Y eso en qué situación los pone a ustedes?
–Sólo respondemos por los datos que generamos; es nuestra única
responsabilidad. El uso mediático que le den los partidos, candidatos y medios,
está más allá de nuestro control. Todo el aparato de propaganda que existe en
las elecciones permanece fuera del control de una empresa encuestadora.
También sostiene que las encuestadoras no pueden hacer nada con respecto al
uso político y propagandístico que se haga de sus trabajos, porque son productos
que se entregan a quienes los encargan. Apunta que en todo caso son los medios
los que deberían proteger a la ciudadanía.
–¿Cuál es la responsabilidad de las encuestadoras en estos casos?
–¿Por qué deberíamos tenerla?
–Porque están haciendo investigaciones con la ciudadanía.
–Pues las tratamos de hacer de acuerdo con los más altos estándares
científicos, pero los efectos de propaganda no pasan por nosotros, sino por los
medios.
–¿No cree que en el caso de ustedes que son encuestadores serios podrían
hacer algo para que los sondeos no sean utilizados como parte de la propaganda,
que no sean sujetos de este juego de manipulaciones por parte de partidos y
medios?
–No. Ahí lo importante es no caer en el juego de la propaganda; creo que
somos varios los que tratamos de evitarlo. Pero lo que no hay que perder de
vista es que las encuestas son un producto que nosotros vendemos como empresa, y
que el uso que hagan los clientes de éste se encuentra más allá de lo que
podemos hacer.
Ellos son los dueños de la información, pues pagaron por ella.
Una analogía extrema es como si a la Ford le preocupara lo que la gente haga o
deje de hacer con los vehículos que le compra. Eso va más allá de lo que uno
puede hacer o dejar de hacer.