Santamaría es sicario del periodismo en “término figurativo”:
Figueroa Cancino Cayetano Osuna José Luis Jorge Figueroa Cancino, director
de la Facultad de Ciencias Sociales de la UAS en Mazatlán, miembro activo de
Cuenta Conmigo A.C., fue uno de los directores que cerraron el 31 de diciembre
de 2011 suscribiendo el desplegado que respondió haciendo un “bosquejo
biográfico” de cada uno de los exrectores de la máxima casa de estudios en
Sinaloa, firmantes del manifiesto “antifascista” publicado en abierto apoyo al
catedrático Arturo Santamaría Gómez, alimentando más el encono entre los
adversarios.
Pero Figueroa Cancino no solo suscribió dicho desplegado contra los otrora
rectores de la UAS que cerraron filas en defensa del también columnista del
diario Noroeste Mazatlán, sino que participó en la revisión del desplegado
publicado el 9 de diciembre, en el diario El Debate de Culiacán, donde tildan a
Santamaría Gómez de “sicario del periodismo” y donde este vio señales de una
amenaza implícita a su integridad física y/o patrimonio familiar (Ríodoce
464).
Una semana después de publicado el libelo, el catedrático de la UAS
denunció a Héctor Melesio Cuen Ojeda, exrector de la Casa Rosalina, ante la
Comisión Estatal de Derechos Humanos y la Procuraduría General de Justicia del
Estado, como presunto maquinador del escrito anónimo, querella penal que obligó
a Miguel Ángel Díaz Quintero, profesor de la Preparatoria Rubén Jaramillo, en el
puerto, a sacar la cabeza y adjudicarse el “manifiesto” (Ríodoce 466).
En
cuanto asomó la cabeza, Díaz Quintero, quien aparentemente tiene un doctorado
(en “tirar la piedra y esconder la mano”, dicen sus detractores)” en España,
recibió tremenda arremetida desde la columna sabatina titulada Defender la
verdad es defender a la universidad, publicada el 31 de diciembre en la página
4A del diario Noroeste, por Arturo Santamaría:
“El vocero de Héctor
Melesio Cuen en Mazatlán, Miguel Ángel Díaz Quintero, se atribuye un desplegado
anónimo y amenazador que apareció el 9 de diciembre en el diario El Debate de
Culiacán, contra mi persona”.
“Cuen Ojeda se tardó casi quince días en
ordenarle a su vocero que declarara ser el autor del libelo y respondiera a mis
artículos. La lealtad del vocero al alcalde de Culiacán será recompensada con la
Vicerectoría de la UAS en la zona sur; ya desde hace varias semanas se la
prometieron y ahora lo ponen a prueba pidiéndole que se responsabilice de las
palabras de su jefe”.
El miércoles 4 de enero, entrevistado por este
semanario sobre el diferendo universitario, Figueroa Cancino, director del
recinto de donde egresarán los futuros “científicos sociales”, dijo que en la
Facultad de Ciencias Sociales todos los profesores tienen garantizada su
libertad de cátedra y su libertad de expresión, sin cortapisas.
“Fue un
exceso… pero se le respeta”, dijo el entrevistado en relación a la decisión del
profesor Arturo Santamaría Gómez de llevar el caso a los
tribunales.
—¿Usted suscribe el desplegado del 9 de diciembre? —preguntó
Ríodoce a Figueroa Cancino.
—Suscribo la postura del desplegado en este
sentido: Arturo ha tenido la plena libertad de hacer la crítica a lo largo de
sus columnas, reiteradamente ha cuestionado al rector (Víctor Antonio Corrales),
al exrector (Héctor Melesio Cuen Ojeda), ha hecho, toda su postura se ha
respetado. Pero de la misma forma hay otro desplegado y otra postura que
responde, es un ejercicio…
—¿Usted suscribe que Arturo Santamaría es un
“sicario del periodismo”?
—Mira, el concepto ya se explicó en qué contexto se
da, ¿no? Así como hay mafias políticas, también es una contextualización del
término, es un término figurativo.
—¿Aquí en la UAS hay
mafias?
—Acuérdate que en general, en la política mexicana se ha hablado (de
mafias) son figurativos no tienen por qué asustarse nadie. El concepto, ya se ha
explicado, se ha acotado, de que un profesor que ha tenido la libertad de
sistemáticamente cuestionar al otro, de vulnerar al otro, en ese contexto es
figurativo. También pudiera hablarse de que hay caciques intelectuales, ¿por qué
no pensarlo?
—¿Quiénes son los caciques intelectuales de la UAS?
—No,
no, no hablo de la UAS, hablo en general, estoy hablando figurativamente. Al
igual que en la economía, la política, ¿por qué no decir?... que también en las
ideas se dan personas que creen tener la libertad plena, la verdad absoluta. Se
da en la política y en la intelectualidad.
—¿El primer desplegado lo
suscribe usted en un 90 por ciento?
—No, asumimos el contenido general, no
quiero pelearme con los conceptos particulares…
—¿Usted participó en la
elaboración del desplegado del 9 de diciembre?
—Tuve conocimiento del
desplegado. Lo apoyamos, en el sentido de apoyar la postura de respuesta en
general. Supe posteriormente que se publicó, lo revisamos y a mí me pareció
correcta la postura de responder a la crítica de otro profesor universitario.
Pero este o aquel desplegado, lo que quieras, el punto es…
—¿Entonces
usted apoyó los dos desplegados?
—Sí… el punto es muy sencillo, y más que
apoyar este o aquel desplegado, espérame tantito, mi postura es avalar,
proteger, tutelar la libertad de crítica, la libertad de expresión que tiene
toda la comunidad universitaria, esa es mi postura. Tanto tiene la libertad el
maestro Arturo Santamaría y se la hemos respetado, y tanto tiene la libertad de
un grupo de universitarios también de cuestionarlo.
“¿Por qué
entonces asustarse?
Al margen de qué conceptos se hayan utilizado, finalmente es
una crítica y un cuestionamiento también a ideas. Entonces la libertad de
crítica tiene que visualizarse de aquí para allá y de allá para
acá”. —Figueroa Cancino.
El despotismo
iletrado
James Ibarra Una hojeada
al pasado no está de más. En la primera década de los años ochenta, a Jorge
Medina Viedas, entonces rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, le
complacían muy poco los elogios. Incluso llegaba a despreciar esas
glorificaciones baratas que le hacían los no muy apreciables “abyectos”. El
entonces rector le tenía más simpatía a los coletazos críticos, los cuales los
recibía con una carcajada de placer.
En aquel entonces las “simpatías y
las divergencias” y la “pasión crítica” eran elementos sustanciales en el
desarrollo democrático y plural de una institución educativa. Esos elementos
ayudaron en mucho a defender a la Universidad Autónoma de Sinaloa contra la
embestida del entonces gobernador Antonio Toledo Corro.
¿Qué sucedió
después de tres décadas? Sabemos que la Universidad creció en niveles
cuantitativos y cualitativos —en estos términos menos de lo esperado—, subrayó
su importancia dentro de la sociedad, sin embargo, la UAS poco a poco fue
tocando la cortina de su propia opacidad: esta institución empezó a ser dirigida
por sus propias miserias.
Como aquel viejo personaje de la película Regreso al
futuro, que después de muchos años de ausencia no puede creer que los Estados
Unidos fueran dirigidos por Ronald Reagan, en la UAS, la centenaria institución
fundada por Eustaquio Buelna, es fácil que alguien se hubiera ido de bruces al
regresar del pasado y enterarse que la dirigían personajes como Gómer Monárrez y
Héctor Melesio Cuen Ojeda.
Si la vuelta de tuerca se fue dando poco a
poco, es gracias a este último que la rectoría universitaria institucionaliza la
intolerancia. La crítica, la divergencia, se vuelven asunto de otras
latitudes.
Un director de escuela me comentó en alguna ocasión que en el
Consejo Universitario todo era acuerdo, todo lo que dijera el rector era el
camino a seguir. Parecía que como en la caricatura Los apoyadores de Abel
Quezada, todos estaban listos para responder a los impulsos del rector. En esta
sintonía se asignarían directores y se señalaría sobre todo a los críticos de
Héctor Melesio Cuen Ojeda.
Como con Luis XIV y el Estado, criticar a Cuen
era criticar a la UAS en su totalidad. De ahí que no se tarde en implementar la
denominada ley mordaza, la cual condenaba a todos los críticos del rector. A
propósito de esta ley, un académico que hoy ocupa un puesto de primer nivel en
la Universidad Autónoma de Sinaloa me comentó que esa ley era una soberana
pendejada, ya que ni en las universidades del stalinismo hubiera
existido.
En este sentido, cabe destacar que a estos supuestos críticos
de la Universidad —como los llamaba Cuen—, jamás les leí o les escuché una
crítica a la Universidad. Las críticas se las hicieron al autoritarismo del
exrector Héctor Melesio Cuen Ojeda, es decir, a lo menos universitario que tenía
y debe tener una universidad.
Y es que el gran problema estuvo en que la
Universidad Autónoma de Sinaloa pasó por una reforma encabezada por el menos
apto para hacer una reforma.
Un personaje de muy bajo perfil académico, con un
discurso destartalado, con una ignorancia y una terquedad peligrosas para la
vida universitaria misma.
Un personaje que además tenía la inquietud de subirse
al pedestal de la política sin tener el más mínimo carisma, pero que tomaría
como bastión político y económico a la Universidad Autónoma de Sinaloa.
A
lo largo de la historia reciente de la UAS, era de agradecerse que no
prevaleciera el poder detrás del poder en Rectoría. Con sus cosas a favor y en
contra, el rector era el rector.
Sin embargo, cuando terminó su periodo como
dirigente de la UAS, Héctor Melesio Cuen ya tenía acomodadas las cartas de su
sombra tras los telones de Rectoría.
Si Raúl Padilla en la Universidad de
Guadalajara había fundado su “despotismo ilustrado”, a Cuen Ojeda le interesaba
fundar un “despotismo iletrado”.
El escenario lo había construido a su favor:
una universidad y un Consejo Universitario controlado, una universidad sin
discusión, despojada de crítica y el nombramiento y el manejo de un rector a su
antojo. En fin, una universidad en la que se tuviera sobre todo miedo a expresar
de manera abierta las ideas.
Vale la pena señalar que esa supuesta
tranquilidad, contrario a lo que se puede pensar, es nociva, frustrante y
mediocre en cualquier ámbito académico.
Es algo parecido a esa “violencia de la
calma” de la que hablaba Viviane Forrester, terreno fértil para las dictaduras,
la intolerancia y el surgimiento de los gobiernos más mediocres e
inhumanos.
Se podría haber pensado, con cierto grado de optimismo (o de
ingenuidad), que el rector Víctor Antonio Corrales Burgueño poco a poco se iría
deshaciendo de las huestes cuenistas, sin embargo no fue así.
Estas se
enquistaron en la Universidad como si fueran un autentico cáncer.
El capítulo
que vino a probar esa desequilibrada injerencia fue el claro triunfo de Medrano
en las elecciones del Suntuas Administrativos, triunfo que no fue reconocido por
las instancias electorales a causa de las recomendaciones hechas por Cuen Ojeda.
Además de la continua injerencia en el nombramiento de directores de escuelas y
facultades.
Hace unos días se abrió un nuevo capítulo que ensombreció la
vida universitaria. El 9 de diciembre apareció publicado un desplegado en el que
se califica al académico Arturo Santamaría como un sicario del periodismo.
El
colmo es que el alcalde Héctor Melesio Cuen Ojeda aseguró que el mismo
desplegado pintaba “de cuerpo entero” al también periodista.
A esto se le agrega
el hecho de que en el cobarde desplegado se acusa a Santamaría de propiciar o
provocar, con su crítica, posibles atentados contra la institución o sus
integrantes. ¡Cuánta aberración!
La campaña de linchamiento de Cuen Ojeda
hacia Arturo Santamaría no es nueva y parece quererla continuar a como dé lugar.
Esta campaña constituye un atentado contra la libertad y los mínimos derechos de
cualquier ciudadano universitario. En esa campaña se revela que Héctor Melesio
Cuen Ojeda no solo ha secuestrado a la Universidad Autónoma de Sinaloa, sino que
ha querido imponer una serie de reglas fascistas desde el Ayuntamiento de
Culiacán.
Entiéndase: la crítica es un ejercicio necesario en cualquier
sociedad y por supuesto en cualquier universidad. Arturo Santamaría la ha
ejercido sin cortapisas a lo largo de muchas décadas. Que no le guste al alcalde
de Culiacán lo que dice ese es su problema.
La honorabilidad, el trabajo
académico y de investigación, el ejercicio crítico congruente no pueden ser
destruidos por nadie y mucho menos por los antojos de un político menor y sin
escrúpulos. El trabajo y el reconocimiento de Arturo Santamaría tanto en
universidades nacionales como extranjeras hablan por sí mismos, son su mejor
defensa hacia esos ataques que le quieren propiciar los enemigos de la
Universidad y de una verdadera sociedad abierta.
De Cuen Ojeda puedo
decir que llegó a la Rectoría con un dispendio burdo de recursos económicos, que
impuso una reforma que lo encumbró como amo y señor de la UAS.
Puedo decir que
está muy lejos de tener una producción académica relevante, que lo han demandado
por enriquecimiento ilícito, que convirtió a Radio Universidad en una página de
sociales y en un instrumento de autopropaganda; que dice que los medios lo
atacan constantemente, pero que cada vez que puede ataca visceralmente a sus
críticos.
Si subrayo la defensa hacia el doctor Arturo Santamaría es para
que esta se extienda hacia todos los universitarios, hacia todos los ámbitos
académicos de la Universidad Autónoma de Sinaloa y de otras universidades.
Hacia
Arturo Santamaría he escuchado elogios de muchos académicos y alumnos que ha
formado, muchos de estos últimos hoy continúan sus estudios en muchas de las
mejores universidades de México y el extranjero.
Nos toca darle una
oportunidad al ejercicio crítico, a comprender al otro, a reír con la
divergencia, a bajar del pedestal esa solemnidad ambiciosa de los mediocres.
Todos tenemos derecho a disentir.
Al Señor rector Víctor Antonio Corrales
Burgueño le queda elegir entre dos papeles: el de ser el rector de la
Universidad Autónoma de Sinaloa, de la institución centenaria que nos legara
Eustaquio Buelna; una universidad en donde se practique el diálogo, la
tolerancia, donde se genere ciencia y se divulgue la cultura… o el de pasar a la
historia de la UAS como el rector que sirvió a los caprichos e intereses de un
fascista y ambicioso político.
Señor rector, aún está a tiempo de elegir
lo que nos conviene a todos. |