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Ciudad del
Vaticano.- El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, negó hoy que la sede
apostólica esconda secretos o informaciones reservadas sobre el misterioso
secuestro de la joven Emmanuela Orlandi, verificado casi 30 años.
En un
comunicado de dos páginas, el religioso salió al paso de algunas versiones de la
prensa italiana, según las cuales personalidades vaticanas tuvieron datos sobre
la suerte de la muchacha y permanecieron en silencio.
Orlandi, de
nacionalidad vaticana por ser hija de un empleado del Estado papal, fue plagiada
el 22 de mayo de 1983 en las inmediaciones del Palacio del Apollinare de Roma,
antiguo conservatorio y actual sede de la Pontificia Universidad de la Santa
Cruz.
Sobre su desaparición se han esbozado diveras especulaciones,
incluida la supuesta participación de la Banda de la Magliana, grupo que manejó
la delincuencia organizada en Roma en las décadas de 1980 y
1990.
Lombardi aclaró que varios personajes del Vaticano de hace 30 años
ya fallecieron por lo que es imposible un análisis detallado de los eventos,
pero que se puede aclarar la postura de las instituciones pontificias gracias a
testimonios y documentos disponibles.
“¿Las autoridades vaticanas de
entonces se empeñaron verdaderamente para afrontar las situaciones y colaborar
con las autoridades italianas en tal sentido? ¿Existen elementos nuevos, no
revelados pero conocidos por el Vaticano, que podrían ser útiles para conocer la
verdad?”, cuestionó.
El vocero recordó que el mismo papa Juan Pablo II se
involucró en persona y en ocho ocasiones hizo llamados públicos para la
liberación de Emmanuela, además de visitar a su familia y asegurar que fuese
garantizado un puesto de trabajo a su hermano Pietro.
Estableció que, de
la misma manera, los principales colaboradores del Papa apoyaron la
investigación de las autoridades italianas, responsables de las pesquisas toda
vez que el rapto tuvo lugar fuera del territorio vaticano.
“No es, por lo
tanto, fundado acusar al Vaticano de haber rehusado la colaboración con las
autoridades encargadas de las indagaciones”, apuntó Lombardi.
“La
sustancia de la cuestión es que, por desgracia, no se tuvo en el Vaticano algún
elemento concreto útil para la solución del caso que pudiera ser entregado a los
investigadores”, agregó.
Reconoció que en aquel tiempo, las autoridades
vaticanas compartieron la “opinión prevalente”, que atribuyó el secuestro a un
plan de una “oscura organización criminal” para enviar mensajes o presionar
sobre la encarcelación de Mehmet Ali Agca, quien atentó contra el Papa en
1981.
“No se tuvo motivo para pensar a otros posibles móviles del plagio.
La atribución de conocimiento de secretos sobre el secuestro de parte de
miembros de las instituciones vaticanas, sin indicar algún nominativo, no
corresponde a alguna información confiable”, insistió.
“No resulta que se
haya escondido nada, ni que existan en el Vaticano secretos por revelar sobre el
tema. Continuar afirmando lo contrario es totalmente injustificado, sobre todo
porque el material obtenido fue entregado al ministerio público investigador en
su tiempo”, añadió.
Advirtió que si los investigadores italianos creen
útil o necesario presentar nuevas rogatorias a las autoridades pontificias para
obtener otras informaciones, pueden hacerlo en cualquier momento y encontrarán
la colaboración apropiada.
También expresó la disponibilidad de las
autoridades eclesiásticas de abrir la tumba de Enrico De Pedis, antiguo jefe de
la Banda de la Magliana, que sorprendentemente se encuentra enterrado en la
Basílica del Apollinare, justo frente al sitio donde desapareció
Emmanuela.
La prensa ha apuntado los reflectores sobre dicho entierro,
cuestionando la licitud de mantener en una tumba especial a un conocido
criminal, y se ha llegado a sostener que dentro esa sepultura estaría el cuerpo
de la joven plagiada.
“Se subraya que, de parte eclesiástica, no se opone
ningún obstáculo a que la tumba sea inspeccionada y que el cuerpo (de De Pedis)
sea enterrado en otra parte, para que restablezca la justa serenidad,
correspondiente con la naturaleza de un ambiente sagrado”, indicó
Lombardi.
Una de la teoría más difundidas por los medios italianos
atribuye a De Pedis haber ordenado el secuestro, para presionar al Vaticano y
recuperar dinero que habría prestado para financiar la resistencia anticomunista
en Polonia.
Ninguna de estas teorías ha sido validada por los
investigadores.
Lombardi pidió que el caso “no sea este un motivo para
descargar en el Vaticano culpas que no tiene, sea más bien ocasión para darse
cuenta de la realidad terrible y a menudo olvidada que es constituida por la
desaparición de personas”.
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