martes, 31 de enero de 2012

AYUNTAMIENTOS DE BAJA CALIFORNIA RETIRAN A MANDOS MILITARES


A excepción de Tijuana, donde la corporación ha participado en capturas y decomisos, el resto de las policías municipales no tienen una estrategia sólida y eficiente para el combate al crimen y a la inseguridad. 

En Ensenada, el militar en el retiro Florencio Cuevas dio la orden de no inmiscuirse en temas de narcotráfico; en Tecate, el ex ministerial está más concentrado en las oficinas; en Mexicali, el teórico Carrillo Maza se la pasa en conflicto con la PEP; y en Rosarito, el alcalde Robles pretende eliminar al mando militar y ubicar a un sospechoso ex jefe de Policía en Tijuana, Carlos Otal Namur.

Rosario Mosso Castro
A más de un año, el retiro de mandos militares de las policías municipales en Baja California ha provocado retrocesos en materia de seguridad; como si los criminales hubieran abandonado el estado, se cancelaron las capturas de los capos, se ignora el combate al narcomenudeo y se evade hasta la ofensiva contra simples ladrones, obviamente, protegidos por células delictivas posicionadas en el territorio.

Las evidencias indican que los alcaldes priistas no están interesados en un combate de fondo a la inseguridad, mientras sus directores parecen conformarse con administrar la corrupción.

Salvo el caso de Tijuana (ejemplos: captura de Juan Sillas, decomiso de 70 kilos de cocaína), el resto de los directores y secretarios de Seguridad municipales, decidieron cerrar los ojos ante el crimen organizado, ignorar la responsabilidad de crear bases de información e inteligencia, y no cumplir con la obligación de depurar las corporaciones.

Vale decirlo, el único miembro castrense que encabeza una corporación local, General Florencio Cuevas Salgado, tampoco ha rendido frutos en Ensenada, pero su ineficiencia fue conocida y probada desde que dirigió la Policía Ministerial bajacaliforniana en 2009. Su nombramiento resultó incongruente desde un inicio.

Para la zona costa, el futuro empeora ante la insistencia del alcalde de Rosarito, Javier Robles Aguirre, de nombrar en ese municipio -reconocido como importante plaza para el cruce de droga y residencia de miembros de los cárteles- al ex jefe policiaco de Tijuana de oscuro historial, Carlos Otal Namur.

Otal a Rosarito
Desde el inicio de su administración, el presidente municipal “Tito” Robles aceptó, aunque evidentemente condicionada, la presencia del militar Magdaleno Vázquez Luis como director de Seguridad Pública Municipal; lo hizo porque se había comprometido con el General Alfonso Duarte ante el Consejo Estatal de Seguridad, que los nombramientos serían aprobados  por el máximo jefe militar en la zona, para no tener problemas con la coordinación institucional.

Sin embargo, para controlar la institución, le impuso como comandante a su amigo Mario Alberto Navarrete Núñez, otro policía que ha recibido serios señalamientos de infiltración criminal. 

De entrada, la plantilla de la corporación municipal se dividió entre los elementos de extracción militar que obedecían a Vázquez y los civiles aliados a Navarrete.

Los oficiales civiles empezaron a atacar a los ex castrenses y motivaron a los ciudadanos, residentes de donde los ex militares realizaban operativos especiales contra el narcomenudeo al principio de la administración, para que acusaran a sus compañeros “por abuso de autoridad”.

Después, los ex soldados aconsejaban a la gente afectada por abusos, robos o sustracción de bienes en cateos, y a los agentes  civiles, para que pusieran denuncias ante la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), acumulando alrededor de diez casos en los primeros meses.

La división se hizo pública y patente el 27 de marzo, cuando fue asesinado el comandante de la Policía Municipal en Primo Tapia, José Carlos Ventura Isida. Las primeras indagatorias mostraron que este funcionario se había negado a coordinarse con los narcotraficantes, y algunos de sus compañeros uniformados cooperaron en el operativo organizado para matarlo.

A partir de entonces, cesó la participación de agentes municipales en la captura de criminales ligados a la delincuencia organizada. Las pocas detenciones de células ligadas al tráfico de drogas, en su mayoría de delincuentes menores, así como los decomisos, los han realizado el Ejército y la Policía Estatal Preventiva (PEP).

Entrevistado por ZETA en aquel período, el alcalde Robles Aguirre defendió a Navarrete y cuestionó las sospechas en su contra de parte del Consejo Estatal de Seguridad. Argumentó que quienes dudaban y señalaban, estaban obligados a probar, porque hasta donde él tenía información, su amigo era un policía honorable. Reiteró que no lo movería del cargo.

Ahora tiene planeado cerrar el círculo y de nuevo levanta sospechas y preocupación al interior del Consejo Estatal.

En conjunto con el alcalde, el secretario de Finanzas, José María “Chema” Lozano, quiere nombrar director de la Policía en el quinto municipio a Carlos Edmundo  Otal Namur, ex jefe policiaco señalado en múltiples ocasiones por presuntas ligas con el crimen organizado.

Fue director de la corporación durante la administración municipal de Jesús González Reyes, de quien se dijo, recibió decenas de miles de dólares para su campaña a cambio del nombramiento de Otal; situación que no se denunció ni se probó ante las autoridades. 

En entrevista durante su gestión como alcalde de Tijuana, González Reyes aseguró que esa designación había sido una decisión personal porque la propuesta de trabajo de Otal le pareció “la más convincente y sólida de todas”.

Al recibir el cargo, no tenía carrera policiaca que lo respaldara. Sus antecedentes eran una amistad con Jorge Hank Rhon y haber sido “madrina” de la Procuraduría General de la República (PGR) durante más de 20 años.

En abril de 2002, en su calidad de jefe de policías, Carlos Otal Namur fue detenido por autoridades federales y trasladado a la Ciudad de México, junto a un amplio grupo de agentes del orden que laboraban en Baja California, en el primer operativo federal anticorrupción realizado en el estado.

Como la mayoría en aquella detención, fue liberado horas después por falta de elementos, por presiones de las autoridades estatales y federales que lo consideraban elemento corrupto, aunque no podían probarlo. Renunció en junio del mismo año al cargo y regresó en la administración hankista.

Nuevamente, en enero de 2008, el controvertido hombre recibió las visitas federales. Elementos del Ejército le pidieron permiso para realizar un cateo en su casa de Playas de Tijuana, sin obtener resultado alguno. En ese tiempo era el encargado de la seguridad de Arturo Valdez Otáñez, quien fue secuestrado y sigue ausente.

La respuesta de los integrantes del Consejo Estatal de Seguridad informados de las intenciones del alcalde de Rosarito, fue de desconcierto, pero por protocolo aceptaron hacerle a Otal Namur los exámenes de confianza. Aunque saben que, los apruebe o no, será decisión de Robles Aguirre designarlo como lo hizo con Navarrete; temen que esa decisión convierta a la jefatura policíaca de Rosarito en la más oscura del estado, y pueda abrirse públicamente la posibilidad de acuerdos con el crimen organizado.

En términos numéricos, las estadísticas delincuenciales expuestas en Rosarito lucen tan iguales, que resultan sospechosas y aparentan manipulación. En 2010, mil 533 robos violentos y exactamente la misma cantidad en 2011; mil 354 asaltos sin violencia durante 2010  y mil 348 en 2011; 33 asesinatos en 2010 y 40 en 2011. Conforme a estos números, la incidencia apenas creció un 2 por ciento.

Ensenada y Sinaloa
Los titulares de las corporaciones integradas a las fuerzas coordinadas en el estado, fueron informadas e investigan la presencia de un individuo que, a nombre de la corporación municipal de Ensenada y con supuestas ligas familiares con militares de alto rango en la Ciudad de México, se ha dedicado a contactar policías, especialmente de jerarquía principal o ex militares.

Los ubica, entabla comunicación y los cita para notificarles que todo lo que sucede en Baja California se debe reportar directamente al Distrito Federal. Que él es la vía y que desde el centro del país, la instrucción es dejar correr al Cártel de Sinaloa.
No lo menciona directamente, pero da entender que son órdenes de la base militar en la Ciudad de México. A cada contacto le asegura que otros jefes y municipios ya están coordinados.

Las autoridades en Baja California recibieron algunos nombres de presuntos implicados, tema que, por lo pronto, se mantiene en indagatoria por parte de los grupos de inteligencia.

En cuanto al General Cuevas, fue público que al llegar dio la orden abiertamente: la Policía que él encabeza no debía molestarse en combatir al crimen organizado, aunque sabe que estos grupos controlan todos los delitos, incluidos los del fuero común.

A pesar de que las investigaciones y reportes de inteligencia que el ex militar conoce, indican que el puerto es usado por jefes de todos los cárteles presentes en el estado para vivir, para cuidar a sus familias, bajar droga por aire, por mar y trasladarla por tierra hasta California, al tomar posesión, Cuevas le dijo a su tropa:

 “Si ven armas largas, se hacen a un lado; si son narcomenudistas, se voltean; si es crimen organizado, no entran”; conseja que hasta la fecha el militar en el retiro ha cumplido, dándoles a los delincuentes un espacio cómodo para desarrollar sus actividades.

Salvo contados mini-operativos contra narcomenudeo realizados de septiembre de 2011 a la fecha, la presencia de la corporación es apenas perceptible. Oficialmente, la incidencia delictiva entre 2010 y 2011 creció apenas 1 por ciento, al denunciarse 13 mil 531 robos  y 47 asesinatos el año pasado.

Mexicali sin depurar
Desde su llegada a la Dirección de Seguridad Pública de Mexicali, Marco Antonio Carrillo Maza fue calificado como un teórico bien intencionado, sin embargo, la desconfianza empezó a rodearlo a partir de los nombramientos de sus jefes inmediatos, particularmente  el del subcomandante Antonio Navarrete Castillo. Aunque también manejan otros apellidos como Rincón, Delgado, Cárdenas, Arvizu, Rendón, Duarte López, Sánchez y García.

Esto ha generado falta de coordinación y  enfrentamientos de los agentes municipales con elementos de la PEP, dado que los del estado no consideran elemento confiable a Navarrete, basados en reportes de inteligencia y declaraciones de diversos criminales dedicados al tráfico de droga al menudeo, que lo involucran como parte del negocio.

Evidentemente, no han reunido elementos suficientes para una denuncia oficial, pero notificaron a Carrillo Maza, quien decidió no tomar medidas al respecto, lo mismo que sus antecesores.

Desde mayo de 2007, en un video grabado antes de ser asesinado por sus captores, el ex comandante de la Policía judicial, Ramón Velázquez, advirtió que en Mexicali las policías Municipal y Ministerial estaban compradas y pagadas por el Cártel de Sinaloa.

Durante 2008, se aplicaron los primeros exámenes de confianza a la Policía Municipal de Mexicali, decenas los reprobaron, por “corrupción, deshonestidad, participación en comisión de delitos y omisión en su trabajo de proteger a la ciudadanía”, pero ninguno fue despedido y Carillo tampoco consideró hacerlo al entrar, aunque tiene la posibilidad de correrlos por falta de confianza.

En 2009, al ser capturado, el traficante Víctor Serrano también aseguró que la Municipal lo protegió a cambio de cientos de dólares, incluso ofreció nombres. Lo mismo sucedió en marzo del año pasado, cuando fue detenido Julio César Aguilar “El Vaquero”. Proporcionó algunos nombres y hubo algunos investigados, pero no se fue más lejos en la indagatoria.

Este 2012, la Secretaría de Seguridad estatal aplicará  los segundos, costosos e inútiles exámenes de confianza.

Salvo su colaboración en la captura de presuntos asesinos en febrero de 2011, cuando atacaron a dos policías, en junio de un homicida de Sonora  y en octubre de los matones de una empresaria, el trabajo de la Policía Municipal cachanilla ha sido tan deficiente, que la incidencia delictiva se incrementó el año pasado en un 26 por ciento, registrando más de 32 mil robos, 139 homicidios y 15 secuestros.

Tecate, el ex ministerial
Juan Bartolomé Lam Canto, director de Seguridad Pública de Tecate, la ha tenido fácil, no se mete con nadie y se ha dedicado a buscar recursos para mejorar las instalaciones policiacas del municipio.

Optó por ignorar los primeros exámenes de confianza y evadir la responsabilidad de depurar la corporación, que también está por enfrentar su segundo período de pruebas.

Los reportes policiacos registran su actividad, a pesar de que el año pasado hubo un pequeño período de extorsiones, algunas concretadas en secuestros (oficialmente sólo dos reportados). La corporación no presentó operativos especiales y los empresarios buscaron apoyo en el estado.

Según declaraciones de criminales detenidos en otros municipios, Tecate es territorio del Cártel de Sinaloa, con operatividad de los hermanos Arteaga y de José Soto; un punto de trasiego y descanso de los líderes de células del narcomenudeo para evadir a las autoridades de los tres órdenes de gobierno activas en Tijuana. Pero en aquel municipio, ni  Bartolomé Lam ni su gente detienen a nadie.

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